Revista Cultura y Ocio

Oscuridad en luz alta

Publicado el 25 agosto 2019 por Zeuxis
alejandra

OSCURIDAD EN LUZ ALTA

Poemario de Alejandra Lerma
Cali, fondo mixto para la promoción de la cultura y las artes del alle del Cauca,  2015

Oscuridad en luz alta, es un poemario de la poeta caleña Alejandra Lerma, el libro está divido en cuatro partes que comprenden una totalidad de 27 poemas. El tema principal de los poemas está circunscrito a la dualidad muerte-luz, lo que remite a una lectura tanática y a un oficio de remembranza anclado en el abrir y cerrar de tumbas. Dueña así de esta funeraria, Alejandra logra con su poética un desvarió perspicaz sobre el duelo, el dolor y la ausencia. Los versos destilan interrogantes y búsquedas y señalan tras los escudos del amor y la ternura ese vasto agujero que reverbera, casi siempre, con las evidencias del desastre. Se trata pues de un asunto personal contra las desgarraduras que producen los recuerdos y la memoria.
Los poemas de Alejandra son un documento del duelo, que propone de forma clara, contundente y lúcida un entendimiento sobre ese proceso, tan agudo y punzante, de adaptación emocional que aturde y aplasta al ser humano ante cualquier pérdida, sin embargo, la poeta vallecaucana no se deja amedrentar por el sentimiento y comienza a socavar con entereza, en la misma garganta de su estremecimiento, sus pérdidas, para ofrecernos una impresionable y entrañable manera de festejar esta reacción psicológica innata.
Sus poemas, se convierten, sin llegar a ser vanidosos, en una apología para ser ella, para encontrase. De 27 poemas que constituyen el poemario sólo 10 cuentan con una o dos comas, lo que resulta, de hecho, inusual, ya que el esquema deriva, con la aparición de estas comas, trastornado, el signo diacrítico, en lugar de conseguir una tregua genera una interrupción, declara un movimiento de disturbio en la escritura. Alejandra no sólo es indiferente sino esquiva a este recurso diacrítico y su capricho lo convierte en virtud. El mensaje es claro, la lectura de sus poemas obedece a unas reglas inusuales que dan apertura a un solo universo, el universo de una mujer que en todo momento se exhuma y se sepulta. A pesar de que tres son las poetas que parecen identificarse con su angustia, su poesía no demuestra influencia. No hay rasgos que denuncien un tono, un ritmo, una palabra ajena o imagen comulgante. Se sabe heredera, y más que heredera, se reconoce como miembro de esa especie poética que le encanta roer la propia médula. Pareciera que Wisława Szymborska, Alejandra Pizarnik y Carmen Amato, fueran tan sólo esas fichas de tres por cinco que tanto le encantaba colocar a Carver en la pared de su cuarto para poder tomar impulso y crear.  La única corriente poética de Alejandra en este poemario puede sintetizarse en el intento de relacionar los sentimientos personales con las transitadas rutinas que impone la experiencia.
Lerma ha logrado atravesar la transparencia y ha encontrado, allá, la voz necesaria.
El libro completo es un nicho repleto de resplandores, todo el poemario está oculto en secretos que son su misma confesión. Alejandra logra dar, en esta averiguación poética, con su camino.

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