Foto ©: Marta Barbón - OSPAViernes 30 de septiembre, 20:00 horas, Auditorio Príncipe Felipe (Oviedo). Concierto Abono nº 1: OSPA, Joaquín Achúcarro (piano); Jayce Ogren (director). Obras de Chopin y Bartók.
Arranque de la segunda temporada de la OSPA "en busca de titular" tras la pasada en la misma situación, vaivenes políticos incluidos, con algunos aspirantes que repetirán y algunas novedades. Precisamente a Jayce Ogren me lo perdí en la anterior pero el destino parece que quiso darme esta segunda oportunidad.Para abrir boca un solista casi de casa, el bilbaíno Joaquín Achúcarro (1932) que está siempre en la cresta de la ola y no parecen pasar los años por él (viendo programas suyos anteriores parezco cumplirlos yo a pares). Además de su último trabajo (octubre 2010) con Rattle y la Filarmónica de Berlín donde el repertorio español suena como nunca (que además vendían en el hall del auditorio a 30€ mientras el maestro firmaba y saludaba a tantos amigos que tiene en Oviedo), o su Brahms de hace año y medio con Sir Colin Davis y la LSO, tampoco "se queda manco" cuando se enfrenta a Chopin, y así comenzamos esta velada que abre temporada y cierra septiembre. El Concierto para piano nº 2 en fa menor, op. 21 es una de las joyas de la literatura pianística y muy escuchada, incluso estudiada por algunos de mi generación y anteriores. Los años dan además de cierta autoridad también poso y reposo a las interpretaciones. y así la afrontó Achúcarro, perfectamente acompañado por una OSPA madura y bien concertada por el aspirante a titular, obra donde es la orquesta siempre se subordina al piano, como bien recuerda Ramón Avello en las excelentes y amplias notas al programa, pero con esas pinceladas buscadas en los "rubati" que de no lograr frescura harían perder el espíritu que el piano nos transmite desde el I. Maestoso, realmente majestuoso, reposado, maduro e impecable en su ejecución por parte del elegante intérprete vasco. El intimismo logrado en el II. Larghetto volvió a demostrar cómo el transcurso de los años saca a la luz detalles que la juventud pasa por alto, y nuevamente la orquesta concertó con maestría, destacando el excelente contracanto de Mascarell al fagot. Y el ambiente festivo llegó con las mazurcas del III. Allegro vivace, difíciles de encaje solista-orquesta pero perfectamente solventadas por todos ellos, con el maestro Ogren realmento atento más la frescura y limpieza de Don Joaquín que nos brindó no ya virtuosismo sino exquisitez, sumándose la trompa de Morató al festín.Para no perder el ambiente conseguido y varias salidas por los aplausos de un público que le quiere, nos dejó el Nocturno en MIb M. Op. 9 nº 2 corroborando el magisterio al piano de un joven cercano a los 80 años que aún sigue asombrándonos.
Foto ©: Marta Barbón - OSPA Para la segunda parte quedaba lo mejor, Béla Bartok y su Concierto para orquesta (1942-1943). Tengo que volver a citar a Ramón Avello por su texto sobre autor y obra de las notas porque nos describe a la perfección todo lo que este concierto supuso en la vida del compositor húngaro reflejado en la partitura. La interpretación del director estadounidense apostó por colores bien delineados y no brochazos efectistas ya desde el primer movimiento (I. Introduzione. Andante non troppo - Allegro vivace), con una cuerda grave en cellos y contrabajos que tuvo pegada y sustento, dibujando las maderas esa melodía repetitiva pero siempre distinta, con un vigor en todas las secciones que logró más alegría que incertidumbre, al igual que en el delicioso "Giuoco delle copie" (II. Juego de parejas: Allegretto scherzando), toda una pugna sana de maderas y metales, sin olvidar la caja, que superaron con nota las dificultades que encierran sus pentagramas o como escribe Avello "estudio de sonoridades". El contraste llegó con el siguiente movimiento: III. Elegía: Andante non troppo, reminiscencias francesas de impresionistas donde la mancha sustituye a la línea pero con todo el color, orquestal en nuestro caso, que la cuerda de nuestra OSPA con su personalidad unida al resto de secciones bien mezcladas en la paleta desde el podio, lograron un lienzo misterioso. Volvió el tono jovial en el "Intermezzo interotto" (IV. Intermedio interrumpido: Allegretto), movimiento que que siempre me ha traído aromas españoles en la cuerda, sobre todo de Rodrigo, a pesar de las referencias a Lehar o Shostakovich que creo aparecen más en los metales, poderosos y seguros. La rúbrica bartokiana o "afirmación vital" llega en el "Finale" (V. Final: Pesante - Presto), exigente desde las trompas hasta la cuerda, de la percusión a la madera, no ya por la rapidez sino por la necesidad de no perderse ningún detalle en esa amplia fuga que el compositor y maestro yanqui, formado en Suecia, consiguió desde una dirección clara y precisa, terminando "brillante y vitalmente" como parecía predecir mi colega en sus notas. Y ya que las melodías parecen revolverme recuerdos, "El Cumbachero" parecía estar sobrevolando este último movimiento, quién sabe si escuchado por Bartok en alguna emisión neoyorquina con música cubana...
Primera alegría de esta esperada temporada, aunque tengamos que esperar nada menos que hasta San Martín para el siguiente concierto de abono (antes la dirigirá en el "Concierto del Día del Ahorro" mi admirado y querido Manolín Hernández Silva). Menos mal que música nunca me falta, pero las esperanzas que muchos tenemos depositadas en esta OSPA nos harán eterna la espera.
P. D.: Reseñas o críticas en la prensa del sábado 1 de octubre por Javier Neira en LNE, Javier G. Caso en LVA y Ramón Avello en El Comercio.