Revista Opinión

Otegi habla claro

Publicado el 18 octubre 2010 por Javiermadrazo

Se podrá decir más alto, pero no más claro. El dirigente de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, preso en la cárcel de Navalcarnero desde hace un año, ha puesto blanco sobre negro, al despejar todas las dudas respecto a cuál sería su respuesta ante una hipotética acción terrorista. Otegi, en una entrevista publicada ayer en el diario “El País”, ha sido taxativo: “la izquierda abertzale -ha dicho- se opondría a tales hechos“. La elección del medio, en esta ocasión, no es casual.  El dirigente independentista ha optado por un periódico  estatal, alineado tradicionalmente con el PSOE, en lugar de realizar estas mismas declaraciones a GARA, tal y como ha sido hasta la fecha práctica habitual.  Es obvio que Otegi buscaba la máxima difusión, pero también la máxima credibilidad de su mensaje, que esta vez no tenía como objetivo informar a su público afin sino  convencer a quienes deben mover ficha en un contexto político como el actual, pero se niegan a hacerlo por desconfianza y también, por qué no decirlo, por el vértigo que supone un escenario sin ETA, en el que las mayorías políticas serán otras y la conformación de las instituciones vascas muy distinta a la actual.   

Otegi se esfuerza por despejar todas las dudas sobre la sinceridad de la apuesta de la izquierda abertzale por las vías políticas y democráticas e insiste en una idea fuerza: “las armas, todas las armas, deben desaparecer definitivamente de la ecuación vasca“. Incluso va más allá y reitera que este compromiso es “irreversible“.  No sé si estas declaraciones tienen o no el aval de ETA o se circunscriben únicamente al sentir mayoritario de la izquierda abertzale, pero sí se que constituyen un paso importante en el camino hacia la paz, que no se puede negar por más tiempo.  Si el calendario que la izquierda abertzale ha establecido desde la aprobación de la ponencia “Zutik Euskal Herria”, en febrero de este año, se desarrolla al ritmo actual será difícil justificar su ausencia en los comicios municipales y forales de 2011. Es cierto que no hay más ciego que el que no quiere ver, pero es igualmente cierto que las voces de quienes insisten en que nada ha cambiado en este mundo resultan cada vez más anacrónicas y evidencian un nerviosismo mal disimulado. Cada quién sabrá el porqué de sus actuaciones, pero la paz está por encima de los intereses particulares y partidistas.   

 


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