Queda poco más de dos meses para que comiencen las celebraciones del centenario del nacimiento de Verdi y el Met, como anticipo, ha programado la reposición de la producción de Elijah Moshinsky, de sobras conocida por los aficionados (está en DVD con Domingo, Fleming, Morris y dirección musical de Levine), estrenada en 1994 y que reemplazaba a la Zefirelli, con escenografía de Michael Yeargan, vestuario de Peter J. Hall y dirección escéncia de David Kneuss. Este Otello está ambientado en el Chipre ocupado por la República de Venecia -tal y como dispone el libreto y el drama original de Shakespeare- en el que conviven diferentes etnias. Aunque quizás sea demasiado grandilocuente para represenatar una acción que se desarrolla fuera de Venecia. juega de manera acertada con perspectivas arquitectónicas, el cielo mediterráneo y claroscuros pictóricos en lo que es el estilo más tradicional y espectacular del Met. Nada que objetar ante una buena factura, así es como Verdi debió concebir su Otello, no vamos a exigir innovaciones a toda costa (a veces el precio que tenemos que pagar los aficionados es demasiado caro) pero siempre vienen bien soluciones imaginativas.
La dirección de Semyon Bychkov me pareció regular, sin ninguna genialidad, con tiempos más bien lentos, sobre todo en los dos primeros actos. Johan Botha es un tenor de medios adecuados para cantar el moro, su timbre es atractivo y sabe cantar, pero Otello exige muchísimo más del intérprete, hay que ser un buen actor, decir con los gestos pero también con las expresiones, Botha no hizo ni lo uno ni lo otro, en este sentido me dejó totalmente indiferente, no hubo emoción, es más, no ofreció ninguna visión psicológica del personaje, ni fue el Otello acomplejado socialmente por sus características étnicas, ni el fiero guerrero desbocado en manos de Iago, ni un ser digno de compasión, tiene que trabajar mucho más la expresión del texto y jugar mejor con la paleta de colores de su timbre, si hiciera eso podría ser un estupendo Otello aún a pesar de que físicamente es un auténtico tonel sin una pizca de movilidad que pasa desapercibido entre las columnas del palacio chipriota. Rennée Fleming debe estar cantando sus últimas Desdemonas, es un papel clave en su carrera que domina a la perfección y eso se nota, claro que la voz ya no es ese diamante que exhibía hace 17 años (afortunadamente está registrada en DVD), estuvo fantástica desde el "Esterrefatta fisso lo sguardo tuo tremendo" hasta el final, fue Desdemona. Falk Struckmann estuvo mejor desde el punto de vista escénico que vocal, el polo opuesto al Otello de Botha. Michael Fabiano hizo un buen Casio moviéndose con mucha soltura sobre el escenario. Muy bien también Renee Tatum en el importante pero poco comprometido, en lo vocal, papel de Emilia. Como Lodovico tuvimos al que en la citada producción de 1994 fue Iago, James Morris, que parece así abandonar definitivamente los grandes papeles del repertorio.
Para terminar os dejo a Johan Botha interpretando "Tu? Indietro! fuggi" en el segundo acto: