El Otoño quiere dejarse ver, en sus dos vertientes, los problemas del día a día: los atascos, las prisas, la ropa empapada, el paraguas roto por la lluvia.
y las maravillas que la naturaleza nos muestra: las ramas de los árboles se liberan de peso, otros se tiñen de rojos, ocres, lindos colores, claro indicador de que ha llegado el otoño.
Ciertas aves comienzan a reunirse para comenzar un largo viaje a otras tierras, otras como las ruidosas grullas llegan a nuestras dehesas, en especial en la zona de Extremadura, como el Parque Nacional de Cabañeros o en el Embalse del Rosarito.Algunos animales sienten la llamada del tiempo, sus ritos de apareamiento devuelven la vida a los silenciosos valles, altas montañas en verano, con el calor, enmudecidas.
El eco expande sin temor en la lejanía su reclamo de posesión territorial.Algunos simulan peleas, otras son tan reales que siempre hay algún perjudicado en el intento, y como el resto, lucen sus encantos, colores, cantos, actitudes diversas, siempre por supuesto, reclamando la atención de las hembras.
No importa el lugar, sean valles o bosques, todo bulle de actividad, lo único diferente es la esencia que se aprecia en cada uno de estos sitios, las sensaciones que producen en nosotros los humanos, aunque no seamos amantes de la vida, de la naturaleza.
Son muchos los lugares donde podemos observar en plena ebullición el otoño, podemos elegir el sitio y el momento dependiendo de lo que busquemos: Montaña o bosque.
En cualquiera de ellos nos sorprenderemos, sin lugar a duda, podremos pasear y escuchar el crujir de las hojas, de las ramas, bajo nuestros pies, observar el color de los castaños con sus ramas cargadas de su fruto esperando el momento en noviembre de dejarlo escapar, mientras escuchamos el río fluir hacia su fin, o escapar de su prisión en la profundidad de la tierra o entre las piedras, el gorgoteo del agua al chocar por vez primera sobre la arena o la piedra gris.
Subir al pico más alto y desde allí ojear en busca deRebecos, por ejemplo si nos encontramos en Asturias o de Gamos si estamos en los bosques de la Rioja, donde también podemos adentrarnos en busca de su mayor tesoro “Boletus” con los que podemos elaborar deliciosas salsas que sirvan de acompañamiento a nuestros platos preferidos, bañados con la sangre de la tierra, sus ricos vinos que no desmerecen en absoluto a los mejores del mundo.
En el Parque Natural de Cazorla junto a su embalse ó en lo más profundo de sus montañas arboladas, la Cabra Montesa o el Ciervo, este último el de más reclamo entre los turistas.
La berrea, digna de ser no sólo vista sino escuchada en los campos de Jaén, donde todo son fincas señoriales, privadas del tráfico para el resto de los mortales, y los guardas te incordian en cuanto te descuidas.
Espectaculares ejemplares con sus astas cuyo tamaño dicen refleja su fertilidad.Impresionante el sonido del bramido en los días de lluvia reclamando su territorio, sus hembras.