Revista Insólito

Otoño en la Huerta de Guadián

Publicado el 03 diciembre 2023 por Monpalentina @FFroi

Resulta agradable pasear por la Huerta de Guadián en la estación otoñal, pisar las hojas y castañas caídas, observar el contraste de sus amarillentos castaños y chopos, con los verdes pinos y abetos. Se aprecia, en la famosa Huerta, el silencio y tranquilidad de este parque, ajeno al ajetreo de la ciudad, a pesar de que se escucha en su interior el precipitado circular de automóviles, o el espontáneo silbido y traqueteo del tren, que pasa junto a su barandilla. Estos ecos del progreso no impiden a quien recorre el recinto, aislado por la gran cerca de ladrillo con verjas de hierro, gozar del canto alegre de los pajarillos, y del ruido del impacto de la caída repentina de castañas al abandonar su cascarón.


La Huerta de Guadián tiene en su entrada principal ornamentos diversos que quedan en segundo plano, ante la majestuosidad de la preciosa iglesia de San Juan, pequeña y bella que se asemeja a una gran maqueta con pedestal de hormigón y ladrillo, escoltada por finos cipreses. Es tan bello poder contemplar este puzle románico de piedras del siglo XII, trasladadas del pequeño pueblo de Villanueva de Pisuerga, antes de ser anegadas por las aguas del embalse de Aguilar de Campoo. La ciudad de Palencia se siente orgullosa de poseer tan valiosa obra, pieza única de museo, lección diaria para aprender del románico.

La Huerta de Guadián está ocupada por bancos, bancos de amor y desamor, donde los adolescentes graban sus nombres, cómplices mudos de los dulces primeros besos y tímidos abrazos. Los bancos más ocultos disfrutan de amores apasionados, incitan a placeres desconocidos de los cuerpos excitados. Acogen a grupos de amigos que fuman sus primeros cigarrillos en animada charla, e invaden el pasillo central o se suben a los columpios de los niños, o padecen de los efectos de las litronas y otras drogas, así como el destrozo vandálico y salvaje de los fines de semana cuando el recinto está cerrado.

En otoño, al anochecer, no hay niños balanceándose en los columpios, ni madres que cuiden de sus niños en el recinto. Tampoco hay personas mayores, los adolescentes son los dueños del parque, deberían aprender a cuidar y respetar el patrimonio de todos los palentinos. Y es que los jóvenes están a lo suyo.

A cualquier hora se respira paz en el paseo por la Huerta de Guadián.

Imágenes: Alfonso Santamaría

Otoño en la Huerta de Guadián

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