Juegas, te ríes, disfrutas sin pensar en si alguien te está mirando. En realidad, te importa poco lo que piensen de una pobre loquita que juega en la playa en octubre. Seguro que creenn que ya no tienes edad, aunque intentes disimularlo con ese vestido "Lolita" y esas duras botas de motero. Y así, sin darte cuenta, acabas en un cara a cara con la realidad, con tu realidad.
Odio la realidad pero es el único sitio en el que se puede comer un buen filete.
Pero, a veces, sin saber muy bien por qué, algo te obliga a lanzarte, a arriesgarte. Abandonas la comodidad de la distancia y te lanzas sin red y sin haber mirado antes si debajo hay agua o cemento.
Al principio haces tímidas aproximaciones a la realidad a la que te has lanzado sin precaución. Como la primera vez que pruebas una nueva comida. Te ajustas la chaqueta de punto al cuerpo porque, como era de esperar, en este mundo real se nota el frío.
El viento lanza la arena contra tu piel. Es incómodamente real. Y el agua ya ha calado tus botas. Así que, decides aliarte a tu enemigo.
Has tenido suerte. Has dejado la cómoda barrera y te has arriesgado a vivir la vida con los cinco sentidos. Y has salido viva.Lo que no piensas es que en la vida, no siempre es cuestión de suerte. A veces, sobrevivimos gracias a personas que nos protegen. Aunque no les veamos. Como ella.
Ya conoceis a esta señora tan estilosa que sobrevive a una mañana de otoño en la playa vestida con un pantalón verde de Verino y un trench corto tostado de Bimba &Lola.
Ella es la que vigila desde las alturas.