Uno puede preguntarse qué placer se encuentra en saltar de la cama a las seis de la mañana, cuando se está bajo un edredón de millones de suaves y cálidas plumas en la confortable habitación de un hotel, si con sólo mirar fuera el frío y la humedad producen escalofríos.
Uno puede preguntarse qué placer se encuentra en desayunar un café bebido, trotando por la calle, cuando en el restaurante del hotel se puede disfrutar de unos huevos con tostadas de esos de película americana.
Uno puede preguntarse qué placer se encuentra en calzarse unas zapatillas para caminar sin parar toda la mañana con una sonrisa colgada en la cara, cuando hay que trabajar durante parte de la tarde y toda la noche.
Uno puede contestarse, sin duda ninguna, que es el placer de fotografiar el otoño en Nueva York.
Central Park en otoño es uno de los lugares más irreales, de puro bellos, que se pueden admirar. Y se siente un placer extraño y subyugador, al intentar plasmar desde el objetivo de una cámara toda esa belleza dominada por los colores más fascinantes del planeta. Y no hay mayor placer en el mundo que tirarse al suelo en medio del parque y apretar el disparador mientras se respira el viento húmedo del otoño.
Para ver más fotos de la serie “Central Park” pinchad en este enlace.