El fin de semana pasado, coincidiendo con el puente del Pilar, mi cumple, mi santo y también nuestro aniversario, hicimos muchos planes. Pero el más entretenido desde luego, fue pasar un rato en el Jardín Botánico de Madrid.Estamos en otoño, y es la estación que más me gusta sin duda, los cambios de color de las hojas, los frutos rojos asomando, las alfombras que tapizan el suelo, me encanta. Me recuerdan a un tiempo de mi vida muy interesante y siempre lo tengo presente.
La naturaleza, la vemos poco, sobretodo los que vivimos en Madrid. Pero tenemos la suerte de contar con algunos espacios, que nos hacen recordar la importancia de la misma. Y desde luego creo que Lola debe tener derecho a disfrutarlo.
Así que nos fuimos al Jardin Botánico con un par de bolsas de plástico y aprovechar las frutos, flores y hojas que estaban en el suelo y de esa manera luego utilizar todos esos recursos en casa. (Por cierto no se os ocurra coger las hojas directamente de los árboles)El jardín es un aula maravillosa para que los niños aprendan de las plantas y aprendan a respetar el medio ambiente y la naturaleza.
Esta planta tiene pelos, así que invitamos a Lola a tocarla con cuidado y que notara la suavidad de las hojas.
Coincidiendo con la floración de las dalias, vemos como son los pétalos y cómo son estas flores, tan grandes y vistosas.
Lola decidió recoger los pétalos de las dalias que estaban en el suelo. Lo malo es que estaban húmedas y no las hemos podido aprovechar.
Luego empezamos a coger hojas, las pequeñas y las grandes, las marrones, rojas y amarillas. Lola estaba encantada con la búsqueda de dichas hojas.
Luego cogimos bellotas, muchísimas bellotas. Lola decía que son los frutos que se comen las ardillas.
Y encontramos otro tipo de frutos que también cogimos para analizarnos en casa.
Descubrimos otro tipo de frutos, por ejemplo estos frutos de un arbusto que se llama Berberis y que son blanditos. Lo que no nos dimos cuenta es que las ramas tenían unas espinas gigantescas, así que casi nos pinchamos. Esto también es interesante. Conocer los frutos, sus texturas, su suavidad y que algunos se caen de los árboles y arbustos y otros se mantienen en el tiempo. Además también el tema de las espinas, es interesante como aprendizaje, saber qué hay plantas que las tienen y que hay que tener cuidado con ellas.
Dando un paseo por uno de los caminos nos encontramos estos hongos, maravillosos, pero a Lola le pareció que eran terroríficos, le daba miedo acercarse a ellos. Nosotros nos moríamos de risa, de ver su cara de susto. Y es que en la naturaleza hay elementos que no son tan bellos desde el punto de vista infantil. A nosotros nos encantó su reacción. No siempre todo tiene que ser bonito y bello, pero sí desde luego sorprendente.
Otra de las cosas maravillosas de Lola, y en general de los niños, es encontrar e imaginarse mundos y la naturaleza es un lugar fantástico para hacerlo. En este caso encontramos un tejo que de lo grande que era, se había extendido ocupando un camino. Así que mi marido se escondió detrás de una rama y Lola se imaginó que estaba en el reino del hielo de frozen y empezó a crear los personajes, y recreando escenas de la pelicula.
Así que este rato que estuvimos en el jardín botánico fue muy intenso, un tiempo de aprender y de observar. Y nosotros ver la naturaleza desde la mirada de una niña de 3 años, con mucha imaginación y sorpresa. El jardín dejó de ser un laboratorio vegetal, sino un espacio para recoger materiales verdes que nos servirán para hacer muchas manualidades y decoraciones en casa y un espacio de imaginación y juego.
¿Alguien se anima a vivir los jardines con los ojos de un niño?