El luminoso verano ha ido desvaneciéndose sigilosamente, sin prisa, y el glorioso otoño ha llegado mostrando su propia belleza y colorido ¡Escuchad!. Se levanta el viento y el aire se asilvestra de hojas de todos los colores. Las hojas de las sabinas mudan de color junto al camino de la mina, las hayas de las laderas visten de ocres brillantes y rojizos anaranjados la línea del horizonte, los brezos púrpuras van tapizando las descarnadas faldas del monte al que se asoman las raíces casi aéreas de las esbeltas y añosas hayas, y los endrinos ofrecen su frutos, generosos. El arroyo Lombatero discurre por en medio del valle. De repente la paleta de colores con que la Naturaleza colorea el otoño en Santa María , en el Valle de los Redondos, aparece ante nuestros ojos convertida en piedra para le eternidad. Estratos de areniscas que la luz va mudando de color, ondas verticales de colores otoñales salpicadas de pequeñas plantas que desafían a la Vida allí donde la piedra se pintó de Otoño para siempre.
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