Autor: M.Covadonga Mendoza
SINOPSIS
Otoño sangriento es una novela de misterio ambientada en el Madrid de 1888, con grandes dosis de romance y humor.
Los detectives Christophe La Barthe y Emma Halvick son contratados por la parroquia de San Andrés de Madrid para que
averigüen quién mató al padre Hontañón, muerto en el propio templo por un dardo envenenado.
Pero pronto habrá más víctimas. El sospechoso es un hombre que se hace llamar Erebus y que viste capa y sombrero, a imitación de Jack el Destripador, que en ese momento también actúa en Londres...
Reflexionando sobre cómo la información exagerada y manipulada sobre un crimen puede afectar al curso del mismo, y a su percepción por parte de la gente, he escrito esta novela.
M.C. Mendoza
OPINIÓN DE CAROLINA MÁRQUEZ ROJAS
Esta es la segunda novela que leo de la autora Covadonga Mendoza. La primera fue Liber Hespericus, posterior a Otoño Sangriento, y esta nueva lectura no ha hecho más que confirmar mis sospechas.
Mendoza es, ante todo, una aventurera de las buenas, imaginación no le falta cuando crea una historia, pero lo mejor es cuando traslada esa imaginación al papel.
Es muy difícil crear un relato donde un asesino anda suelto, establecer una serie de sospechosos, apuntar en una dirección, y después disparar hacia otra, dejando al lector despistado hasta casi el final, cuando ve el objetivo del escritor, cuando "ve la luz". Es además particularmente difícil conseguir que el relato no se complique ni se enrede haciendo que la persona que lo está leyendo se pierda, debiendo volver hacia atrás en la lectura para recuperar el hilo perdido. Y además, es tremendamente difícil ambientar la historia en un lugar en concreto y en una época determinada, porque al hacerlo se debe buscar documentación, enmarcar la acción de los personajes en ella y hacerla creíble.
Pues todo ello lo consigue Mendoza, con un estilo muy particular con el que no me había encontrado antes. Claro que todos los autores tienen un estilo único, pero algunos se parecen a otros y sólo se aprecian las diferencias por la originalidad de la trama; en este caso, la originalidad es lo de menos, y no porque no lo sea, sino por la forma en que está contada y por su contenido.
Me gusta mucho como escribe Covadonga: su prosa me atrapa desde la primera frase, con un vocabulario amplísimo y palabras que, apuesto, muchos autores desconocen y deberían utilizar la ayuda de un diccionario para saber su significado. Y de igual modo describe con delicadeza o crudeza, según el contexto, a una dama de la alta sociedad o a una vulgar prostituta barriobajera, utilizando giros que consiguen arrancarte más de una sonrisa.
Pero hay una cosa que me "molesta" de esta escritora, una cosa que ya me planteé al leer su segunda novela. Esto que me produce incomodidad, es que retrata a unos personajes increíblemente reales, con los cuales te identificas plena y conscientemente, preguntándote si Mendoza te ha estado espiando por el ojo de la cerradura, a tí, a tu madre, o al hombre del que estás enamorada. Y me molesta esto porque luego estos personajes no me los saco de la cabeza, permanecen en mi memoria como algo vivo, como si los conociera profundamente y sufro por ellos, porque cuando termino la última página me entra un sentimiento de nostalgia y pesar: ¿volveré a tener noticias alguna vez de ellos? Pudiera ser que sí, porque las novelas de Covadonga Mendoza están relacionadas de algún modo u otro.
Esta es una excelente historia de misterio. Un asesino anda suelto en el Madrid de finales del XIX, sospechosamente parecido a un tal Jack el Destripador que actúa al mismo tiempo en la ciudad de Londres, un criminal que responde al nombre de "Erebus". Los detectives franceses Christophe LaBarthe y Emma Halvick son reclamados para resolver el enigma. Si en Liber Hespericus el personaje femenino me resultó excesivamente irritante y el masculino, extremadamente atractivo y comprensivo, en esta ocasión los papeles se invierten. Emma es encantadora y sufridora y Christopher es el que me resulta un tanto cargante. Pero son personajes "reales", cuyos sentimientos afloran en cada página de la novela y no son los únicos que te conmueven: los personajes secundarios son el contrapunto perfecto a los protagonistas.
Lo importante, sin embargo, es que debajo de esta entretenida historia se esconde algo que a la autora le encanta practicar: la crítica social, política, filosófica o lo que se tercie. La sociedad española de finales del siglo XIX está magníficamente retratada; el machismo, la religión, el pecado, el adulterio, todo es más importante que los crímenes de un hombre fantasma, excusa para poner de manifiesto una vida y forma de pensar lamentablemente no del todo extinguida. Y también es una crítica al poder de la prensa, de cómo las noticias pueden ser manipuladas en manos de profesionales sin escrúpulos, deformando la información y desinformando al público al que va dirigida, convirtiendo en sensacionalismo lo que debería ser una noticia objetiva e imparcial que ofrezca a los lectores una base sólida para transmitir su opinión libre.
Ese es uno de los pilares fundamentales de la democracia y la libertad.