Revista Diario
El viernes llevé al bebito al otorrino por el tema de los ronquidos. Las noticias fueron muy buenas, las palabras textuales del médico fueron: que siga roncando tranquilamente.
Al parecer sí que tiene ligeramente agrandados los adenoides pero no lo suficiente como para considerarse preocupante, pues me comentó que en invierno es muy normal que con el frío se inflamen, sobre todo si hay muchos mocos. También me dijo que era muy pequeño todavía, pero que habría que irle controlando, porque algo inflamados sí que estaban y era posible que con el paso del tiempo se convirtieran en lo que todos conocemos como vegetaciones.
El médico tenía muchísima idea de niños y le trató fenomenal, además de revisarle la garganta, los oídos, hacerle una prueba de audición y meterle una sonda por la nariz. Mi hijo se lo pasó pipa menos con esto último. Cuando vió la sonda le hizo mucha gracia, pero cuando de pronto la sintió dentro de su nariz pasó de la risa al llanto en 0,1 segundos. Menos mal que fue un instante.
Por cierto, se confirmó que escucha perfectamente. Lo suyo es la escucha selectiva. Vamos, que cuando no nos hace ni puñetero caso no es que esté sordo, es que se lo hace. No sabe ná.
Así que salí de allí contenta y satisfecha, por el diagnóstico lo primero y también por la rapidez de la atención y el buen trato, algo raro en Madrid... En febrero/marzo nos tocaría volver, veremos qué tal pasa el invierno. Que, por cierto, al salir de allí recordé que tendría que pedir cita para el mes que viene para el oftalmólogo, porque ya nos tocaría volver a revisión, madre mía cómo pasa el tiempo...