
Y, también, es factible, en tanto en cuanto la economía no es una ciencia exacta, sino una ciencia social que ha de adaptarse a las circunstancias de cada época y a las necesidades de la población, a la que procura ofrecer un modelo válido para la producción, distribución, comercio y consumo de bienes y servicios. Si un modelo de economía falla, hay que cambiarlo, como se pide en la actualidad. De hecho, existen sesudos estudios que abordan la emergencia de las desigualdades a causa de procesos de acumulación del patrimonio y una distribución de los ingresos y la riqueza profundamente desequilibrados, por no decir injustos para el interés general. No seré yo, profano en la materia, pero preocupado por lo que me afecta, quien determine la veracidad o lo errado de unos análisis que, como los de Thomas Piketty*, economista e investigador de la École d´Economie de París, vienen a incidir en esta denuncia.


Como dice Piketty, “el asunto de la distribución de la riqueza es demasiado importante como para dejarlo sólo en manos de los economistas”. Y la verdad es que a todos nos atañe… aunque sea en el bolsillo.--------*El capital en el siglo XXI, Thomas Piketty, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2014.