Revista Maternidad

¿Otra maleta más?

Por Gabriel Benítez @BrazosMi
¿Otra maleta más?
Después de casi un año sin poder disfrutar de unas vacaciones, por fin podremos volver a viajar en unas semanas. Es algo de lo que tengo muchas ganas (aunque creo que eso nos pasa a todos). Si ya es duro trabajar de lunes a sábado sin tregua, imagínate tanto tiempo sin descansar, aunque sólo sea para disfrutar de un puente.
A mi hijo le encanta viajar, está siempre deseando subir al coche. Allí, sabe que va a ver dibujos en la tablet, comer gusanitos y ver paisajes diferentes por la ventanilla. La peor parte, es que últimamente se marea con facilidad. Basta con recorrer varios kilómetros para ir, por ejemplo, al supermercado y se le pone un mal cuerpo increíble. Pierde el color en la cara, tornándose blanca, y es frecuente que la situación acabe en vómito.

Cargar el coche

La parte más tediosa del viaje puede ser ésta, organizar el equipaje en el coche. Recuerdo cuando viajábamos solos mi pareja y yo. ¡Sólo necesitábamos dos maletas y ya estábamos listos para recorrer mundo! Ahora, la cosa ha cambiado bastante. Antes, nos sobraba con el coche compacto que teníamos. Últimamente, la berlina que tenemos se nos acaba quedando corta en cada viaje. Da igual si éste es de pocos días o de más de una semana de duración.

Distribución de la carga

En el maletero, hemos llegado a guardar una maleta gigantesca, otra de mano, el parque (el cual hace las veces de cuna), la bolsa de playa repleta de toallas y el carrito. Esto último es lo que más ocupa. Se trata de un carrito de ruedas grandes y un capazo acorde al tamaño de éstas, inspirado en carritos vintage. Por suerte (creo yo), ya lo hemos cambiado por una silla mucho más ergonómica, sobretodo, a la hora de cerrarla y guardarla.
En los asientos traseros, detrás de los reposacabezas, metimos el colchón del parque-cuna y alguna que otra cosa más que no logro recordar. Entre un asiento y el otro, la bañera hinchable del niño y algunos juguetes de playa. En los pies de los asientos, debajo de la sillita de viaje, una maleta del niño.
Menos mal que los cristales traseros son tintados, la estampa era digna de ver...
Y eso no es todo, en los pies del asiento del copiloto, llevaba de acompañantes: mi maleta pequeña, la capota del capazo y el bolso del carrito.

Qué más decir del viaje...

Pese a todo lo contado, disfrutamos tanto del viaje como una vez en el destino, pero, la hora a la que debemos partir, intentamos siempre que coincida con las horas de sueño del niño. De no ser así, se le trastorna el sueño y esa noche estamos perdidos, se la puede pasar hasta las tantas desvelado y con las pilas bien cargadas.
En ciertas ocasiones, hemos pensado en tener un monovolumen o instalar un cofre en el techo de la berlina, pero, para dos veces al año... no merece la pena, realmente. Puede que, más bien, se trate de saber amoldar el equipaje e intentar ir más ligeros.
Y tú, ¿cómo viajas? ¿Te falta coche como a nosotros?

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