Las mujeres, en el franquismo, no hacían
deporte de competición, no participaban en los grandes acontecimientos deportivos
como las olimpiadas, los campeonatos del mundo o de Europa. La representación
española solo la ejercían los hombres. Los Juegos Olímpicos de Roma 1960
tuvieron 11 españolas como representación femenina, por primera vez en el
franquismo, luego los Juegos Olímpicos de Tokyo 1964 fueron 3 españolas como
deportistas representando a España. En México 1968, fueron 2, y en Munich 1972,
fueron 5 mujeres, a partir de las olimpiadas de los ochenta fueron
incorporándose mujeres hasta la eclosión normalizadora de los Juegos Olímpicos
de Barcelona 92, en los que se puede establecer la frontera del cambio de la
participación femenina española en el deporte internacional.
Los éxitos deportivos de las españolas
en los últimos veinte años son enormes pero los de los últimos cinco años son espectaculares.
Las españolas nacidas en los finales del siglo XX han vivido de manera
diferente a como lo hacían las mujeres anteriores, han encontrado una realidad
que posibilitaba formarse y competir deportivamente, han padecido dificultades,
pero no en el desierto franquista, y en ese caldo de cultivo más favorable que
en los ’40, ’50 o ’60, han trabajado a tope hasta lograr sacar oro de su
esfuerzo.
