Revista Filosofía
Aristóteles distingue diferentes saberes: productivo, técnico y referente a la “poiesis”, el saber práctico (la “praxis”), que busca la virtud y la buena acción, el saber teórico (“episteme”), referido al modo de ser de las cosas.La actividad teórica es para Aristóteles la mejor de todas las vidas para el hombre libre y más si se orienta a investigar lo que las cosas. Cada saber se orienta a un género de cosas que tienen en común que caen bajo una misma definición general. Para que algo esté bien definido bastará con identificar el género y señalar la diferencia específica que distingue a esa cosa de las demás. Es, como se ve, un modelo deductivo de ciencia: de principios generales a proposiciones particulares, más concretas. Todas las ciencias requieren de la lógica y del análisis del lenguaje para poder expresar mediante conceptos las esencias. Cuando una ciencia no trata sobre un género de cosas sino sobre lo que todas los seres son en tanto que simplemente son, entonces ese saber recibe el nombre de “filosofía primera”, estudiada por Aristóteles en su “Metafísica”.La esencia de algo es lo que hay de formal en lo sustancial de ese algo. Lo formal o la forma de algo se opone a su materia. La forma y la materia estudiados desde el punto de vista del cambio de los seres (punto de vista dinámico) son acto y potencia, respectivamente. [Para Aristóteles, aún conociendo lo que hoy nosotros sabemos sobre el ser humano, la esencia de este seguiría siendo la inteligencia por ser parte sustancial formal del ser humano y no el mero cerebro (porque aún siendo sustancial, es material).] Sustancia es lo que no puede faltarle a un ser sin dejar de ser lo que es. Los accidentes pueden cambiar o desaparecer sin que el ser deje de ser lo que es. Hay rasgos sustanciales y accidentales tanto formales como materiales.En el mundo supralunar los cambios son accidentales (de ubicación, como el movimiento de los cuerpos celestes). En el mundo sublunar, el nuestro, hay cambios accidentales y sustanciales (la muerte, por ejemplo, conlleva un cambio sustancial). En el mundo supralunar solo rige la causa final (el “Para qué”) de modo que Dios -que es inmanente (pertenece al mundo, no es trascendente) pero ajeno al resto del mundo- imprime el movimiento a este no por acción mecánica -pues es pura forma sin materia, pensamiento de sí mismo- sino suscitándolo por atracción ejercida sobre unos seres que Él desconoce. En el mundo sublunar sí rige el principio de causalidad del que discutirán los filósofos modernos (especialmente Hume): el principio de causa eficiente o mecánica. La materia y la forma en la medida en que responden a la pregunta “¿Por qué?” son también causas.El estudio de la naturaleza tiene su lógica continuación en el estudio de la naturaleza humana: la ética y la filosofía política. La naturaleza humana, como ya se ha dicho, es la inteligencia. La inteligencia muestra dos facetas: la teórica y la práctica. Para Aristóteles lo propio de cada ser es cumplir con su propia naturaleza y en nuestro caso esto sería la Felicidad: hacer lo que nos es propio. La inteligencia teórica, si se ejercita, conduce a la sabiduría y nos asemeja a Dios pues es la actividad menos dependiente y autosuficiente de todas. La inteligencia práctica requiere del apoyo de una virtud propia de la inteligencia teórica: la prudencia. El resultado del ejercicio de la inteligencia práctica no es la sabiduría sino las virtudes morales. Todas las virtudes morales tienen en común consistir en el término medio entre el exceso y el defecto en la conducta. Tal término medio solo lo alcanza la persona que es capaz de aplicar la prudencia antes de obrar. La prudencia es a la virtud moral lo que la buena puntería a dar en el centro de la diana.Sin embargo las virtudes morales solo son posibles en sociedad. La sociedad es connatural al ser humano, también al sabio solitario. Somos sociables por naturaleza. La razón es que somos racionales a través de la palabra (“Logos”). Los animales tienen voz, nosotros tenemos la palabra. Los seres humanos tienen un hogar (“Oikós”, de donde procede el término “Economía”) pero su lugar natural es la “polis”, el “orden político”, el “Estado”. El “Estado” ideal no existe, para Aristóteles. Depende del carácter de los pueblos y de las condiciones materiales del territorio. Pero sí existen las formas degeneradas de las formas virtuosas del Estado. La buena política cuidará virtuosamente el término medio: la clase media, evitando la degeneración de las formas virtuosas (que la democracia no acabe en demagogia, que la aristocracia no desemboque en oligarquía y que la monarquía no dé lugar a la tiranía).