FRANCOIS MORI AP, Via http://elpais.com
Volvemos a despertarnos conmocionados, algunos ya se acostaron sabiendo de la noticia. Un nuevo atentado, una nueva barbarie irrumpe en nuestras pacíficas vidas, esta vez en Niza.
De nuevo los medios nos inundan con cientos de crueles imágenes de inocentes vidas truncadas por la más salvaje de las amenazas. Cientos de historias personales, casualidades por haber estado en el lugar incorrecto en el momento más inoportuno…
De nuevo minutos de silencio que nos hacen soltar lágrimas o, en el mejor de los casos, tener un nudo en la garganta.
De nuevo dar gracias por no estar cerca y no tener ningún familiar o amigo entre los fallecidos o heridos.
De nuevo. Otra vez. Hasta cuándo??
Pero parece que solo cuando pasa en nuestros países vecinos lo sentimos como si nos ocurriese a nosotros, como si realmente el problema fuese nuestro.
Hace a penas 20 días que Turquía vivió un atentado donde murieron 41 inocentes. Sí, es verdad, lo vi por la televisión, pero la noticia no ocupó ni una tercera parte de lo que lo hizo el atentado de Bruselas, el de París o este último en Niza. Y cinco días después una bomba colocada en una zona comercial frente a una concurrida heladería de Bagdad, robó la vida a más de 200 personas, 213 para ser más exactos. Yo me enteré días más tarde… Sí, es cierto, fueron días que no paré mucho en casa, que no vi las noticias, pero sí que le eché un vistazo a mis redes sociales… Y no me enteré de nada… Nadie fue Estambul, nadie fue Bagdag, nadie cambió su foto de perfil…
Para mí la barbarie es barbarie aquí y en Pequín. Y nadie ¡NADIE! merece morir en manos de estos desalmados.
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