A la explosión de un volcán sobreviene algo mucho menos espectacular, aunque dramático al mismo tiempo. La noticia pasa, los días pasan, y las cenizas caen, se dispersan y producen daños que tardan meses en revertirse.
A fines de la semana pasada, Junín de los Andes, una pequeña ciudad ubicada en la Patagonia Argentina, se cubrió con más de 10 cm de una ceniza expulsada por el volcán Calbuco, de Chile. Sus habitantes revivieron el drama de 2011, cuando pasaron meses en la oscuridad de las cenizas del volcán Puyehue.
Esta es una crónica sobre cómo fueron los últimos seis días en Junín de los Andes.
Así limpiaron los techos los habitantes de la ciudad. Foto: Edgard Quezada.
Junín de los Andes tiene unos 15.000 habitantes. A pesar de las heladas – puede hacer temperaturas bajo cero en una madrugada de verano – y la nieve del invierno, en esta ciudad patagónica hay muchos días de sol. La semana pasada, el viernes, no amaneció. A las 9 de la mañana las calles se veían así:
Junín de los Andes bajo las cenizas. 9 AM. Foto: Silvia G. Dardik.
Como si fuera de noche. Ese “día” se suspendieron las clases y demás actividades públicas y privadas. La gente no pudo salir de las casas. Sólo una fábrica decidió que sus empleados fueran a trabajar, aún con los riesgos respiratorios que eso implica.
Se cortaron los caminos. Las vías aéreas ya estaban suspendidas desde la madrugada, pero debieron cortar incluso una la ruta 237, porque la ceniza, fina como la harina, formaba una capa resbaladiza sobre el asfalto.
Acumulación de ceniza a los lados de una casa. Foto: Jonatan Zenteno.
El fin de semana el panorama mejoró. Salió el sol y los vecinos pusieron manos a la obra. El lugar estaba totalmente cubierto, parecía un pueblo fantasma. Pero con el desastre también floreció la solidaridad de la gente.
Profesores arreglan el colegio María Auxiliadora. Foto: Josefina González.
Silvia es médica y propietaria de una clínica en el pueblo. El sábado se puso a limpiar el techo del lugar, porque el peso de la ceniza en las canaletas y los techos puede producir su derrumbe. Estaba sola, inmiscuida en su tarea, cuando un grupo de vecinos se acercó a ayudarla. Al final, siete personas le dieron una mano con esa tarea agotadora.
Lo mismo hicieron los profesores del Instituto María Auxiliadora, que se convocaron a través de Facebook para cambiarle la cara al colegio y que los niños puedan volver lo más rápido posible a sus tareas.
Los bomberos, que en Argentina son voluntarios, trabajaron a destajo para limpiar el pueblo. Lo mismo hicieron los oficiales del ejército.
“Daba impresión de un pueblo fantasmagórico, como todo muerto”, contó Silvia a GSNotAftershave . “Todavía tenemos una sensación de tristeza por el paisaje, pero también un pensamiento que esto negativo lo vamos a superar entre todos”, concluye.
Una excavadora saca la ceniza de las calles céntricas de Junín de los Andes. Foto: Fernando Uribe (@el_feru)
El domingo fueron las elecciones. El gobernador, apostado en Junín de los Andes, decidió no postergar los comicios porque la constitución establece que sólo puede hacerse “en caso de catástrofe”.
La gente pudo votar, aunque algunas comunidades del campo no pudieron ejercer el sufragio por decisión de sus dirigentes, en protesta.
En las escuelas que se votaba se limpió hasta los techos. Antes de las elecciones se regalaban trapos de piso y barbijos. El operativo fue exitoso: las urnas llegaron, los votos se emitieron y ganó el mismo partido que gobierna la provincia desde hace 53 años.
Ya pasaron seis días de la explosión y hasta hoy el volcán no volvió a entrar en erupción como se temía, pero el viento cambió y levantó los kilos y kilos de ceniza que siguen en el ambiente.
Además, el área rural sigue en estado de emergencia. El ganado del que viven muchos pobladores no puede alimentarse porque el suelo está cubierto. Entonces, enflaquece y en pocas semanas puede morir.
Gustavo Ciganda, coordinador de escuelas rurales de la zona, declaró que ” la zona rural siempre está un poco más abandonada que el pueblo”. Además, “fue un año muy seco; justo en esta época se lleva a los animales a comer en las zonas mas bajas, con la ceniza esto va a ser imposible así que si no consiguen forraje, podrían morir”, agregó.
Ciganda explicó a GsNotAftershave que “esperan que desde el gobierno haya asistencia”, que debería ser rápida, para que los criadores de ovejas y chivos sufran el menor daño.
El césped cubierto de cenizas. Foto: Josefina González.
En el pueblo las clases se encuentran suspendidas. “Limpiaron techos y patio externo pero todavía tienen que retirar las cenizas y no se puede encender la calefacción porque es centralizada, aunque la limpien mañana los tiempos no alcanzan para dejarla en condiciones, docentes, auxiliares y padres están esperando a que se puedan hacer los trabajos mencionados para poder limpiar el interior”, comentó a GSNotAftershave Natividad Ricaldez, directora de la escuela Nº 344.
Cuidarse. Limpiar. Reparar. Así fueron los últimos seis días en Junín de los Andes. Porque las cenizas volvieron y con ellas el drama, otra vez.