La salud de un Presidente de una Nación es sin dudas, una importante cuestión de Estado.
Y formalmente, como una cuestión de Estado, fue tratada la supuesta afección de nuestra presidente. Un cáncer en la tiroides.
El 27 de diciembre ppdo. el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, hizo el claro, preciso e impactante anuncio que conmovió por lo sorpresivo y por la índole de la afección, a toda la ciudadanía y recorrió los medios del mundo entero.
Se trataba de un carcinoma papilar en el lóbulo derecho de la glándula tiroidea, según informó el vocero presidencial. “La dolencia está circunscripta a la glándula y no hizo metástasis, por lo que, no están comprometidos los ganglios linfáticos”, agregó. La intervención quirúrgica si realizaría en el Hospital Austral. (ref. 1)
Este hospital después del anuncio de la operación de la presidente, se convirtió en una fortaleza militarizada con custodios privados que revisan cada auto que ingresa, prohibición de que cualquier persona ajena a algún familiar internado entre en el hospital, estricto control de los pacientes e instrucciones directas para los enfermeros y empleados sobre lo que pueden o no hacer. Un clima de fuerte tensión y nerviosismo.
Se habían había reservado, por razones de seguridad, todo un piso del edificio durante la operación. Había unas pocas habitaciones reservadas para los hijos y la cuñada de la presidente. Además, derivó o postergó turnos no urgentes para las últimas semanas de enero próximo o febrero y así evitar en lo posible una alta circulación de pacientes durante los días en que la Presidente esté internada en el establecimiento.
Pero al poco tiempo varios indicios y aspectos no demasiado convincentes fueron expuestos en los medios.
El dos de enero escribí una nota titulada “¿Es creíble alguien que miente, falsea y engaña permanentemente”? (ref. 2) Sintéticamente el artículo se puede resumir en un viejo y conocido dicho de nuestro refranero popular que dice “Piensa mal y acertarás”.
Y lamentablemente así fue. La presidente no tenía cáncer, sino un tumor benigno de la glándula tiroidea, “pero descartando la presencia de células cancerígenas”, comentó en un nuevo informe el vocero presidencial.
En otras palabras, Cristina fue operada de un cáncer que no tenía.
Si seguimos pensando mal, todo el inmenso operativo desplegado por el gobierno con el apoyo de las organizaciones afines al kirchnerismo en la movilización popular de cientos de simpatizantes, no fue más que un torpe montaje para ocultar el salvaje ajuste y otras dificultades que en forma creciente, debe enfrentar el gobierno.
Lo que Cristina siempre afirmó que los problemas económicos mundiales no iban a impactar en nuestro país y que se negaba implantar políticas de ajuste, ahora suenan más a palabras vacías o a otra torpe falsedad, que la dura realidad ahora la obliga a aceptar. Pero que no quiere ser la que adopta las duras medidas correctivas de tanto dislate político y económico.
Pero los escépticos y los descreídos esto no fue en absoluto una sorpresa. Sabíamos que simplemente por ser Kirchner, alguna trampa o tramoya llevaba implícita esta “enfermedad”.
No soy médico y no entiendo nada referente al tema, pero me pregunto de ser así, es evidente que el primer comunicado realizado por el vocero presidencial por la contundencia y claridad de su afirmación, fue irresponsable o al menos realizado con suma ligereza.
Asimismo me pregunto si en esta supuesta tramoya, las autoridades del Hospital Austral también fueron sorprendidas en su buena fe.
Pero lo que es absolutamente imperdonable, una verdadera vileza, el haber burlado la buena fe, de los miles y tal vez millones de seguidores que se preocuparon y rezaron por el éxito de la operación y la salud de Cristina. Muchos cientos de ellos haciendo una larga vigilia frente al hospital. En días de sofocante calor.
La presidente al igual como hiciera su difunto esposo, sigue utilizando a la ciudadanía como medio o herramienta para sus cuestionables fines.
Esta torpe operación de distracción constituyó para sus seguidores y simpatizantes, una maquiavélica perversa y verdadera cruel burla. Un verdadero desprecio a sus representados y a la ciudadanía en general. Y por supuesto también a los medios internacionales que creyeron en la información oficial del gobierno.
Si me equivoco en, mi apreciación pido mil disculpas. Pero estas dudas me asaltan por la absoluta falta de credibilidad y la consuetudinaria mendacidad de la presidente.
Me alegra sinceramente la falta de gravedad de su dolencia. De haber sido grave sería como escapar al negro destino que le espera, cuando llegue el momento de rendir cuentas ante los tribunales de la Nación por su truculenta, corrupta e incompetente gestión gubernamental.
Notas:
(1) El Hospital Austral está transitando el arduo camino para convertirse en el primer centro de salud argentino en estar acreditado por Joint Commission International (JCI). Seguramente uno de los hospitales con tecnología médica de última generación y de primer nivel en la Argentina.
Llama poderosamente la atención el doble discurso y la hipocresía de los Kirchner. El anterior presidente había mandado acondicionar una sala especialmente para él en el hospital Argerich. No obstante nunca la utilizó haciéndose atender en los mejores nosocomios del país. La presidente Cristina acorde a sus discursos e ideología, se debería haber atendido en un hospital estatal, el Eva Perón, por ejemplo, de Ezeiza u otros similares.