«UNA ABSOLUTA DELICIA»
Reseña escrita por Maudy Ventosa.
«El hombre necesita un sentido en la vida.
No tanto para vivir, como para morir.»
Theodor Kallifatides no entiende cómo sería la vida sin escribir, pero en este momento se encuentra en una crisis profunda y tiene muchos años ya. Ha dejado su estudio de Estocolmo, y siente que pierde importancia en la sociedad… antes era alguien, y además, es difícil vivir sin ser tu mismo…
Comenzó a escribir este libro unos días después de asistir a la representación de una obra de Esquilo, en el pequeño anfiteatro de la escuela de su pueblo –Molaoi-, que lleva su nombre. Recuerda que era un día de viento y se dio cuenta de que no importaba dónde viviera o dónde estuviera, porque él tenía la lengua, había recuperado su lengua y eso es lo que le permitía volver a ser quien era. Llevaba décadas escribiendo en sueco, un idioma que amaba en la tierra que lo acogió, y ahora, pasando los setenta se sentía incapaz de escribir una sola línea, pero tras la obra de teatro en griego, de repente siente que no escribe !habla! Mi primera lengua es palpitación y brota de mis entrañas… la segunda cavilación y brota de mi cerebro…
Es un libro pequeño, son 153 páginas que rezuman sensibilidad, honestidad, ternura y algo de angustia. El autor se pregunta quién es y cómo seguir adelante ahora que las palabras se le resisten. Realiza un ejercicio de meditación personal profunda. Está envejeciendo, pero su mente sigue estando absolutamente lúcida aunque tenga sequía creativa y el folio siga en blanco…Proviene de un país, Grecia, que tiene una deuda considerable y siente que el resto de Europa desprecia a los griegos porque no saben gestionar su economía ni solucionar sus problemas; los consideran vagos y rentistas. Es complicado sentirse griego en esas circunstancias… pero cuando comenzó la crisis con la deuda y con los refugiados, me volví griego de nuevo. Es emigrante en Suecia desde hace más de cincuenta años, un país que, aparentemente, ha cerrado sus puertas a los que ahora quieren venir a buscar un futuro mejor… Desde el principio, adoptó su lengua, y su obra está toda escrita en sueco, como reconocimiento y agradecimiento, supongo. Es su país de acogida, aquí ha vivido y aquí ha formado una familia.
La emigración es una especie de suicidio parcial. No mueres, pero muchas cosas mueren dentro de ti. Entre otras, tu lengua. Seguramente por eso muchos emigrantes no aprenden la lengua del nuevo país, porque temen perder la suya.
Sabe que hay una diferencia considerable entre los emigrantes de antes y los de ahora. Su familia era pobre cuando abandonó Grecia, pero no habían perdido la dignidad. La pobreza de ahora, no solo se ve, sino que se huele como pudo comprobar en el centro de Atenas cuando viajó con su esposa para saber lo que estaba ocurriendo en su país. No comprende que el mundo en el que vive pueda permanecer impasible ante el drama de los refugiados; tratarlos como animales muchas veces; mirar para otro lado. La pobreza, la indigencia, los vagabundos, las víctimas de nuestro tiempo flotan en el aire como una nube densa y oscura sobre la ciudad. Cuenta una anécdota preciosa cuando Chipre fue dividida en dos y una pasó a formar parte de Turquía y muchos griegos, también, tuvieron que emigrar. Había una mujer mayor que vivía entre cartones, pero siempre tenía un vaso con agua, y dentro una rosa. Ella seguía conservando su dignidad y el sentido de la belleza.
Habla también de la libertad de expresión y del auge de la extrema derecha en la vieja Europa. No está de acuerdo en la libertad sin límites, porque la libertad tiene que respetar también la del otro. Ciertas libertades democráticas pueden autodestruirse. Con procesos democráticos puede imponerse tanto la dictadura como la tiranía… Las libertades democráticas deben estar al servicio de principios más grandes que ellas, como por ejemplo la paz o la igualdad entre los hombres, para no volverse autodestructivas.
Reflexiona también sobre la muerte, porque la vida termina y al mismo tiempo sigue. No en el cielo o en las islas de los Bienaventurados, sino en las consecuencias de nuestros actos.
Literatura, democracia, muerte, lenguaje, memoria, emigración… no olvidó seguir el consejo de su padre: no te olvides de quién eres.
Como decía al principio, es una pequeña joya que te invita a la reflexión, a pararte para dar un repaso también a tus principios y a la posición que adoptas ante los temas que analiza Theodor. El mundo sería mucho mejor si todos supiéramos quiénes somos, si miráramos dentro, si quisiéramos encontrarnos y reconciliarnos, con nosotros mismos y con los que sufren desarraigo, soledad y pobreza. Tal vez sea necesario que realicemos un viaje, sino a Grecia, si a nuestro interior.
Fue un honor y un placer conocer a Theodor Kallifatides en la Embajada de Suecia. Transmitía paz, serenidad y amor. Se había reconciliado porque ya sabía quién era y había recuperado su lengua.
Agradecida a Galaxia Gutenberg por editar un libro tan delicioso y profundo como el que tengo en mis manos.
Reseña del editor
‘Nadie debería escribir después de los setenta y cinco años’, había dicho un amigo. A los setenta y siete, bloqueado como escritor, Theodor Kallifatides toma la difícil decisión de vender el estudio de Estocolmo, donde trabajó diligentemente durante décadas, y retirarse. Incapaz de escribir y, sin embargo, incapaz de no escribir, viaja a su Grecia natal con la esperanza de redescubrir la fluidez perdida del lenguaje. En este bellísimo texto, Kallifatides explora la relación entre una vida con sentido y un trabajo con sentido, y cómo reconciliarse con el envejecimiento. Pero también se ocupa de las tendencias preocupantes en la Europa contemporánea, desde la intolerancia religiosa y los prejuicios contra los inmigrantes hasta la crisis de la vivienda y su tristeza por el maltratado estado de su amada Grecia. Kallifatides ofrece una meditación profunda, sensible y cautivadora sobre la escritura y el lugar de cada uno de nosotros en un mundo cambiante.
Lee y disfruta de las primeras páginas del libro.
El autor:
Theodor Kallifatides (Θοδωρής Καλλιφατίδης) ha publicado más de cuarenta libros de ficción, ensayo y poesía traducidos a varios idiomas. Nació en Grecia en 1938, e inmigró a Suecia el 1964, donde empezó su carrera literaria. Ha traducido del sueco al griego a grandes autores como Ingmar Bergman y August Strindberg, así como del griego al sueco a Giannis Ritsos o Mikis Theodorakis. Ha recibido muchos premios por su trabajo tanto en Grecia como en Suecia, país en el que reside actualmente.
El libro:
Otra vida por vivir (título original: Μια ζωή ακόμα, 2018) ha sido publicado por la Editorial Galaxia Gutenberg en su Colección Narrativa. Traducción del griego moderno de Selma Ancira Berny. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 156 páginas.
Cómpralo a través de este enlace con casa del Libro.
Como complemento pongo un vídeo grabado por Maudy Ventosa durante la entrevista a Theodor Kallifatides en la que nos habla de su libro Otra vida por vivir.
Joan Tarrida editor de Galaxia Gutenberg hace de traductor.
Para saber más:
Theodor Kallifatides en Wikipedia (en inglés).