Revista Diario

Otra visión de la maternidad

Por Belen
De nuevo llueve en Madrid y de nuevo hay que buscar planes alternativos para que los niños se diviertan. Eso, o ponerles un chubasquero, las botas de agua y sacarles a la calle paraguas en ristre (o "paguaras" como dice mi hijo). Pero hoy no me apetecía a mi mucho el remojo, todo hay que decirlo. Así que como lleva una semana portándose fenomenal, comiendo mucha fruta, y como él mismo dice, comiendo sano, pues he decidido premiarle con una merendola en la cafetería del Corte Inglés y después una tarde de juegos en la zona de niños que tienen. La merendola son tortitas con nata y muchísimo sirope de chocolate. Y la zona de niños se compone de toboganes, coches varios, alguna casita tamaño infantil y sitio para trotar y correr. Todo ello aderezado con churumbeles de todas las edades, así que el disfrute está asegurado.
Me sorprende siempre la gente que allí encuentro, gente muy diferente a mi, personas de "clase social" más alta que la mía, y de clase económica también más alta, mucho más alta. Ya han sido varias tardes las que he pasado allí y me he encontrado con un panorama muy distinto al que estoy acostumbrada. Llegada la tarde en la zona donde yo vivo, los papás y las mamás bajan al parque o a donde toque con sus hijos. Si toca parque, pues al parque; si toca piscina, a la piscina; si toca compras, corte inglés, o cualquier actividad, papá o mamá, o en el mejor de los casos ambos, allí estan con los niños. Pero en este Corte Inglés no, lo que encuentro son personas contratadas que están a cargo de los niños, niños de todas las edades, bebés, niños como el mío, unos 3 años, niños más mayores que salen del cole. Y hoy eran las 7 de la tarde cuando yo estaba allí con mi hijo. Las "tatas" como algunos las llamaban estaban allí, sin prisa, hablando entre ellas mientras "sus" niños correteaban por el recinto. Me he ido a las 7,30 de allí, y ningún padre ha hecho acto de presencia, lo cual quiere decir que las tatas serían las encargadas de llevar a esos niños a sus casas, y quien sabe si también estarían encargadas de su baño, cena,...
De ahí el título, lo que he visto esta tarde constituye otra visión de la maternidad... y de la paternidad. Niños criados por personas ajenas, niños que entre semana no ven a sus padres. En este caso sí que no cabe hablar de conciliación laboral, es que aquí no debe interesar. Porque si tus hijos visten ropa de marca, vives en la zona de este centro comercial, y tienes contratada a una señora todo el día para cuidar de tus hijos (en uno de los casos eran 3 hermanos), dinero no te hace falta, y seguro que un trabajo a jornada completa tampoco. Se trabaja porque les debe apetecer trabajar, o tener más y más. Pero también quieren tener más y más hijos. Aunque no entiendo muy bien para qué, hijos para no estar con ellos, hijos para darles apellido quizá.
Quizás penséis que soy injusta, que me meto con las personas adineradas, que soy envidiosa. Pues no, no soy nada envidiosa, no envidio el dinero, y aunque tuviera dinero no dejaría el cuidado de mi hijo en manos ajenas. Más que nunca me dedicaría por entero a educar y criar a mi hijo, porque tendría tiempo y no tendría preocupación por saber qué ocurrirá cuando el paro se acabe, o por saber que clase de trabajo de mierda encontraré.
Así que visto lo visto, me reitero, la conciliación laboral, con personas así no tiene nada que hacer.

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