Revista Cultura y Ocio

Otra vuelta de tuerca, de Henry James

Publicado el 25 febrero 2016 por Covadonga Mendoza @Cova_Mendoza

Otra vuelta de tuerca, de Henry JamesOtra vuelta de tuerca
The turn of the screw
Henry James
Traductor: Sergio Pitol
Salvat
192 páginas

Una institutriz viaja a una remota mansión para hacerse cargo de los sobrinos de un caballero, pero pronto descubrirá que, además de ellos, habitan en el lugar extrañas presencias...

Esta archifamosa obra de Henry James es una de las más influyentes e imitadas historias de fantasmas de todos los tiempos. Muchas novelas y películas posteriores la copian o toman elementos de ella sin ningún rubor, lo cual hace que al leerla se reconozcan ciertos pasajes como icónicos o modelo de otros. En realidad, llamarla "historia de fantasmas" es quizás atrevido, pues, precisamente, la gracia de la novela es la ambigüedad con que se relata todo, que hace dudar en algunos momentos de la lucidez de su narradora en primera persona (hecho que permite la subjetividad y da pie a todas las interpretaciones posibles). Así que, en principio, también podría ser catalogada como una novela de misterio o, incluso, de terror psicológico.

Tenemos dos partes bien definidas y de extensión no similar: por un lado, la introducción, donde un caballero que dice tener el diario de la institutriz se dispone a leerlo a sus amigos; y, por otro, el diario en sí, que termina abruptamente. Esta composición demuestra la intención de James de crear esa sensación de duda constante sobre si lo relatado es real o imaginario. Y de dejar, por otro lado, al lector en lo más alto de la tensión dramática, sin explicaciones, abriendo el final a su interpretación.

Como suele suceder en todo diario literario, este no es un "diario auténtico" sino que se toma las típicas licencias de incluir diálogos completos para facilitar la compresión de los hechos y otorgarle cierta amenidad al relato. En él, la institutriz nos cuenta de modo minucioso su llegada a la mansión de Bly, un lugar apartado donde se cría la joven Flora, aunque, más adelante, se les une su hermano Miles. Con una muy buena dosificación del misterio, ayudado por una ambientación casi gótica, el autor va incluyendo en crescendo dramático las apariciones fantasmales de las que es testigo la protagonista, y según ella, también los niños, cuyas actitudes extrañas hacen sospechar. Sin embargo, el primer revés para la credibilidad de la testigo-narradora ocurre cuando durante una de las más espectaculares efusiones fantasmales, el ama de llaves "no ve nada".

El ambiente es opresivo, casi romántico en el sentido literario del término, decadente; destaca la utilización de los niños (símbolos de pureza e inocencia) como catalizadores de fuerzas malvadas y amorales. En realidad, la novela, en una de sus intepretaciones, no es sino la lucha de la institutriz por preservar la candidez de la infancia de las fuerzas corruptas de los antiguos sirvientes, ya difuntos, y cuya relación con los niños, adquiere en ocasiones connotaciones diabólicas y casi sexuales. Para este fin, establece una batalla épica contra los fantasmas (y, en cierto modo, también contra los niños). Pero en otra interpretación, la misma institutriz podría ser una mera demente llena de pensamientos y deseos reprimidos que proyecta en los demás sus propios fantasmas, y ve "lo que nadie ve", en especial, cosas sucias y pervertidas.

James, muy inteligentemente, no toma partido por ninguna de las opciones. Las charlas entre la institutriz y los hermanos, en especial las que mantiene con Miles, son un ejemplo de ambigüedad. Hablan de cosas innombrables, perversiones insinuadas, sin decir a las claras a qué se refieren, en una especie de juego de indirectas que permiten dudar de la bondad o no de los protagonistas, de su implicación o no con los fantasmas, etc. Miles, en particular, esconde secretos. Nunca se llega a decir cuál fue la naturaleza de la "maldad" que cometió en la escuela de la que fue expulsado. Ni tampoco cómo le corrompieron a él y a su hermana los antiguos sirvientes, el señor Quint y la señorita Jessel, cuyas sombras amenazadoras los siguen acechando, según la institutriz.

Sin embargo, cabe la interpretación, más literal, de que la protagonista en verdad tuviera razón, ya que, según recuerdo, cuando ella ve a los fantasmas por primera vez ignora la existencia de Quint y Jessel. Pero si lo pensamos bien... pudo haber visto cualquier cosa y luego reconstruirla en su imaginación con ayuda de datos conocidos a posteriori... James juega con el lector de manera muy hábil.

El estilo de la novela es algo denso (James, en general, es de largas parrafadas y frases muy elaboradas), aunque mitigado por el contraste con pasajes enteros de diálogos rápidos y directos. Como es muy breve, y los giros están bien llevados, la obra se hace ligera y de fácil lectura para todos los públicos.

En resumen, un clásico de la novela gótica y de misterio que aún hoy en día funciona en su creación de atmósferas, ambientes enfermizos donde se enfrentan el Bien (lo moralmente aceptable) y el Mal (la corrupción moral), la locura y la cordura, la inocencia y la perversidad.

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