Otro cielo
Jirón de cielo encendido
por las nubes de la tarde,
ya mis ojos no te miran
con la misma ilusión de antes.
Recuerdas que cuando niño
solo anhelaba alcanzarte,
eras la mágica entrada
a jardines de celajes.
Hoy los años han trocado
Tus azules puertas de aire
En capas de ozono herido
En nubes de polución,
En lamentos y pesares.
Círculos dentro de círculos
Por el humo de un tabaco
Que en volutas llega al sol
Ascendió mi alma enferma
En busca de una razón.
La razón de la existencia,
De la muerte y el dolor.
El humo en el aire dibujaba
Escaleras de caracol
Por ellas fui subiendo
En espirales de neón
Fui todas las cosas y ninguna,
El amargo llanto de la luna
El fulgor de un negro sol
El estruendo de olas grises
en playas que nadie vio.
Vi palabras que brillaban,
En letreros sin color,
Todo el cosmos exhalaba
Un aullido de pavor
Pero no entendí su lenguaje
Ni el motivo de su aflicción.
Como humo de tabaco, todo se disolvió
Y volví a ser el de siempre, el que jamás partió.
Al hongo sagrado de los yaqui, según Carlos Castaneda
Salve hongo sacro
que del fétido estiércol nacer haces torrentes de inmortal sabiduría.
¿Habrá en la faz de la orgullosa tierra, en los negros abismos del espacio o en las verdosas grutas de los mares
algún misterio que tu luz no alcance? Conviertes mi alma en luminosa fuente que rebosante de fe y alegría
Derriba las paredes de mi vieja alcoba y derrama su luz por los senderos, cual gigantescos dedos
que abrazar quisieran, el universo entero.