Llegamos nuevamente a la recta final en la cual los psicofármacos se convierten en la reina del amor y la fraternidad. Pues, de otra manera muchos no podrían soportar la ansiedad que genera saber que mientras los doce meses se consumían más rápido que un fumador de paco, las personas triunfadoras cosechaban logros para postearlos en las redes sociales esperando la aprobación de los estúpidos que tienen como contactos, entre ellos, usted.
Por su puesto que usted, oh pobre infeliz que no ha logrado si quiera terminar de pintar el portón del garaje, mientras las cuatro estaciones se le escurrían entre los dedos callosos, continuó y aún continúa trabajando de lo mismo que tanto odia y día a día desayuna con los otarios de sus compañeros, quienes tampoco soportan el trato que la empresa tiene para con ustedes y vierten todo tipo de improperio que acompaña los mates, el café de la maquina que cada día tiene más gusto a podredumbres del infierno y las facturas, libritos de grasa o tortillas asadas que poco a poco van tapando sus arterias, sumando los asados con los tarambanas de sus amigos y, el vino, el fernet, la cerveza y la marihuana.
El año se fue, ya no hay remedio que pueda calmar la desazón de ser un fracaso ambulante. Dormido por la mediocridad y la televisión. Oprimido por un trabajo repetitivo y a sabiendas de que no hay otra alternativa: dónde van a contratar a un semi calvo que apenas terminó los estudios primarios y es un paciente potencial de la guardia del santojanni por un inminente acv producido por años de cigarrillos y mala sangre.
Me atrevo a decir que casi no le quedan los consejos para eludir las fiestas. Este treinta y uno a la noche suicídese. Forme parte de la estadística y retírese como un depresivo más que toca fonda el último día del año.
O bien, la otra alternativa es comenzar a pensar como un ser independiente y obviar las imposiciones que implican, por ejemplo, un calendario.
El treinta y uno de diciembre del dos mil diez y seis a las cero horas y un segundo habrá terminado para dar lugar al primero de enero del dos mil diez y siete. Es sólo una formalidad, una manera de organizarnos y distribuir el tiempo -otra pantomima cruel del ser humano- nada más que eso.
En primer lugar usted tiene que admitir que es un estúpido. En segundo lugar, tiene que dedicarse a algo que le interese, como hice yo, que soy casi tan idiota y fracasado como usted y me dispuse a convocar a otro malnacido para que me acompañe en esto de tener un sitio de video juegos o algo por el estilo. En tercer lugar, báñese -puedo sentir su olor a puerco onanista desde aquí-. En cuarto lugar, sea usted mismo y no se deje llevar por nada de lo que digan (excepto por los puntos uno, dos y tres de este articulo).
Ahora lo dejo tranquilo y continúo con la entrada del día.
Otro año inmundo se termina es una forma de decir que la inmundicia del mundo no se ha ido a ninguna parte a pesar de que cambien los gobiernos o que la selección Argentina llegue siempre a la final de las copas, o que varios atletas traigan medallas. De ninguna forma. El mundo sigue igual y cada vez tiene más razón nuestro amigo Jordi Petrolo, quien se ha tomado unas vacaciones para solucionar un tema con su recurrente gonorrea, cuando expuso una teoría en la cual se graficaba al planeta tierra envuelto por un espejo: imaginen un espejo en el lugar donde debería estar la capa de ozono, que ta se hizo mierda por culpa de la gente mugrienta.
Si lo pensamos un poco no está tan errado, ya que en la historia todo se repite incansablemente a pesar de que opinemos lo contrario obnubilados por los brillos que reflejan los avances tecnológicos. Pero esos reflejos también pegan contra el hambre, la soledad, las muertes absurdas, la injusticia y contra la fuente inagotable de locura que yace intrínsecamente en el ser humano todo y cada día logra sorprendernos más y más con las barrabasadas que es capaz de cometer.
Pero al espejo nada le sorprende porque estuvo ahí siempre y todo lo que vivimos ya se ha reflejado en el una y otra vez: basta con mirar atrás para comprender lo que nos pasa ahora y con mirar ahora para conocer lo que pasará mañana.
Ludopharmacos cumplió dos años y sus escasos lectores ni siquiera se tomaron el trabajo de enviar una felicitación: sólo ingresan en búsqueda de roms o portables, mas nunca se detienen a contemplar los torrentes de palabras que hemos disparados Esteban y yo, con el fin de dejar nuestros infinitos conocimientos plasmados en las podridas cabezas de los verdaderos amantes de los video juegos.
De todas formas vamos a continuar escribiendo, porque nuestra naturaleza es escribir, y aunque la naturaleza de la mayoría sea demandar servicios pretendiendo no dar nada a cambio, seguiremos subiendo roms, portables, emuladores, revistas, manuales, haciendo tutoriales, etc.
Además de continuar trabajando en conjunto con la gente de la única revista de video juegos retro del mundo que, dicho sea de paso, ya cuenta con dos ediciones en la calle.
Por si algún pánfilo no comprende de qué estoy hablando, la revista se llama Replay, y cuenta, además, con su sitio web.
El próximo año nos encontrará más comprometidos con los menesteres de Replay, apoyando en la medida en que nos sea posible para que continúe ese hermoso proyecto a la vez que nuestro amado sitio que nos mantiene vivos, aunque casi en la manera en que viviría un eterno sonámbulo que camina con las manos extendidas y sólo detiene su paso al toparse con un joystick y una pantalla con sonidos estruendosos y millones de colores que se suceden.
Estamos en este laberinto imposible al que llamamos vida, inmersos en un sin fin de paradojas absurdas y burlonas, como la de poseer un potencial infinito y no tener la forma de manifestarlo o tener un cuerpo tan fácil de destruir -tan fácil como morir en el Megamán al tocar un pinche-.
Esperamos que encuentren lo que están buscando, pero más aún esperamos que luego de su paso por Ludopharmacos se despierte en ustedes una necesidad de búsqueda y un ferviente deseo por ampliar los horizontes del conocimiento: incontables video juegos nos invitan a aprender sobre asuntos interesantes.
Sabemos que no es fácil encontrarnos, esto de los buscadores de internet es algo que nuestra inocua capacidad técnica jamás logra comprender del todo: encontrarnos sería como pasar caminando por un sitio en el que un niño ha gastado una caja de chaskibunes y pisar uno que explote.
Es difícil, pero no imposible.
Recuerden también, que aunque no lo vean, el sol siempre está ahí para hacer la vida mucho más pegajosa y horrenda: quién pudiera estar vivo el día en que se apague para siempre esa odiosa bola de fuego pestilente.
Nos vemos en el próximo artículo. Ahora me tomo unas vacaciones forzadas en el manicomio.
Hasta luego.
Eugenio y la redacción de Ludopharmacos.