Y van… Eso sí, muchas buenas palabras, promesas de colaboración con la justicia, afirmaciones contundentes de tolerancia cero contra la pedofilia, pero la Iglesia española sigue consintiendo con una inusitada comprensión y con una encendida defensa a sus curas pederastas.
Y si no, a las pruebas me remito. He aquí el último caso: el párroco de Villanueva del Duque, Ignacio Mora Vilaltella fue detenido por la Guardia Civil, acusado de tocamientos a una niña de diez años en abril pasado, la jueza de Pozoblanco dictó una orden de alojamiento que obligó al párroco a retirarse.
Mientras tanto el obispado de Córdoba comunicó su intención de colaboración absoluta y de una tolerancia cero contra cualquier caso de abuso a menores. Eso fue por abril, sin embargo, ahora sabemos que hace diez días este párroco ha sido trasladado de pueblo y que hoy preside otra parroquia, la de San Sebastián de Espiel, sin que haya sufrido, por parte de la jerarquía la mínima sanción.
Está claro que la diócesis de Córdoba, con su obispo al frente, está mucho más preocupado por los fetos que por los niños, puesto que mientras que condena y llama asesinos a los que cometen un aborto, deja libre a un presunto pederasta, a pesar de que sobre él pesan graves acusaciones.
Y no es el único caso, se sabe que la diócesis de Córdoba mantiene a un cura condenado por pederastia trabajando en la diócesis. Se trata de José Domingo Rey Godoy, religioso sentenciado en mayo de 2003 a 11 años de cárcel por abusar sexualmente de ocho menores de entre ocho y nueve años.
Es increíble que mientras el Papa condene estos actos, algunos obispos españoles –el de Córdoba no es el único caso—, defiendan a capa y espada a presuntos pederastas sin que el castigo vaya más allá de un traslado a otra parroquia –y no tanto como castigo sino con el fin de hacer olvidar el asunto--. Parecen olvidar, aunque estoy seguro de que son conscientes de ello y no les importa, de que los pederastas son personas que suelen repetir sus delitos.
Ellos con su corporativismo insultante cambian de parroquia a los curas pederastas sin importarles lo que pueda ocurrir en el futuro, a sabiendas de que pueden seguir delinquiendo en el nuevo lugar asignado. Está claro que su prioridad es defender a su gente, a los que perdonan y redimen por el simple hecho de que pecar es humano, algunos incluso han llegado a decir que los jóvenes les provocan, sin que ello haya supuesto ninguna reprimenda por parte de la jerarquía eclesiástica. Y todo esto mientras que excomulgan a las mujeres y a los médicos que practican el aborto.
Por cierto que en el caso citado, el tal Ignacio Mora ya ha pasado por la cárcel, en los años 90, por haber pertenecido a un grupo terrorista ultraderechista, llamado “Milicia Catalana” que ayudaba a preparar cartas bombas y las enviaba a distintas instituciones, una organización que también atacaba a locales de ambiente gay.
En fin, le han premiado y a olvidar el asunto. Parece como si les enviasen a nuevos destinos para ver si son capaces de superar sus tentaciones, aunque el riesgo lo corran los niños. Pero eso, ¡Qué más da!
Salud y República