El banquero vio a Tom, su viejo amigo campesino de ochenta años en el pueblo. Tom había perdido a su esposa cerca de un año antes y corría el rumor de que se volvía a casar con una novia contactada por correo.
Como su buen amigo que era el banquero preguntó a Tom si el rumor era cierto. Tom le aseguró que si lo era. El banquero le preguntó entonces a Tom cual era la edad de su nueva novia. Tom contestó orgullosamente, “Cumplirá veintiuno en noviembre”.
El banquero, siendo un hombre sabio y prudente enseguida se dio cuenta que el apetito sexual de una mujer joven no podía ser satisfecho por un viejo de ochenta años.
Con la intención de asegurarse que los años de vida restantes de su amigo fuesen felices le sugirió que Tom debería pensar en contratar a alguien para que le ayudase en los trabajos del campo, a sabiendas que la naturaleza haría su trabajo. A Tom le pareció una buena idea y dijo que lo haría aquella misma tarde.
Cuatro meses más tarde el banquero se cruzó de nuevo con Tom en la calle, “¿Como está tu nueva esposa?” preguntó el banquero.
Lleno de orgullo Tom contestó “Bien, está embarazada”. El banquero, satisfecho de que su sabio consejo hubiese surtido efecto continuo “Y como va tu ayudante”.
Rápidamente contestó ¡También está embarazada!.
Nunca se debe subestimar a los viejos.
The banker saw his old friend Tom, an eighty-year old rancher, in town.
Tom had lost his wife a year or so before and rumour had it that he was marrying a ‘mail order’ bride.
Being a good friend, the banker asked Tom if the rumour was true.
Tom assured him that it was. The banker then asked Tom the age of his new bride to be.
Tom proudly said, ‘She’ll be twenty-one in November.’
Now the banker, being the wise man that he was, could see that the sexual appetite of a young woman could not be satisfied by an eighty-year- old man.
Wanting his old friend’s remaining years to be happy the banker tactfully suggested that Tom should consider getting a hired hand to help him out on the ranch, knowing nature would take its own course. Tom thought this was a good idea and said he would look for one that afternoon.
About four months later, the banker ran into Tom in town again. ‘How’s the new wife?’, asked the banker.
Tom proudly said, ‘Good – she’s pregnant.’ The banker, happy that his sage advice had worked out, continued,
‘And how’s the hired hand?’
Without hesitating, Tom said, ‘She’s pregnant too.’
Don’t ever underestimate older guys.