Buenas noches amigos. De nuevo con vosotros y esta vez sí, como la mayoría de las veces, para compartir alegrías. Llevaba mucho tiempo sin contaros historias y me he preparado como hacía meses que no lo hacía: con un buen té y una barrita de incienso que crea, ella sola, la atmósfera que me centra cuando me quiero dirigir a vosotros y compartir mis ilusiones. Hoy os quiero hablar, como en otras ocasiones vividas en las Ferias del Libro, de mis sensaciones el pasado 27 de abril en la de Valencia, donde bien sabéis, mis seguidores más fieles, volví a ofrecer todo lo que guarda en sus páginas, que es mucho más de lo que yo esperaba de él cuando lo escribí, “La nota que faltaba”.
Mi primer álbum ilustrado es fantasía; es respeto; es compañerismo; es música; es espíritu de superación; es el alegrarse por los éxitos del compañero. “La nota…” es valores en estado puro (https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2018/05/el-porque-de-la-nota-que-faltaba.html). El País ( https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com/2019/03/la-nota-que-faltaba-en-una-lista.html) así lo ha dicho: está en la lista de los cinco libros que mejor tratan la Amistad y la Creatividad en los niños —sí, y en las niñas también…—.La firma tuvo lugar al amparo de la prestigiosa librería, ABACUS, experta en Literatura Infantil, que gentilmente me invitó a compartir espacio con ellos en su caseta llena de historias ilusionantes creadas para hacer viajar a los más pequeños a mundos imposibles cargados de sorpresas, aventuras y, sobre todo, enseñanzas que les muestren el camino que deben ya empezar a andar. ABACUS, me dio la oportunidad de poder volver a compartir la experiencia inigualable de meterme en el corazón de las personas que, aquella mañana soleada, paseaban por los Jardines de Viveros, a través de ese túnel de cultura que formaban las casetas repletas de su cargamento literario para la 54 Feria del Libro de Valencia. Aunque solo fuese para pasear hubiese merecido la pena, aquella mañana, el haberse acercado a la Feria. Antes de que se me olvide, que no se me olvida, quiero agradecer a la gente de ABACUS, allí en la Feria, Pepe y Tania, su cariñosa acogida y su exquisita colaboración para que todo saliese bien. Gracias a ambos y recibid mi cariñoso abrazo agradecido, por ello.
Allí me encontré con amigos de otras andanzas, sorprendidos de mi nueva afición, aunque ya venían sabiendo lo que encontrarían: a mí entre libros de ilusiones y de esa magia especial que recorre, sin cortapisas y más libre que el vuelo de una hoja en otoño, las mentes curiosas de nuestros pequeños.
Viví, también, las emociones de alguien —buen amigo de años jóvenes— al que le llegó muy adentro mi dedicatoria hecha con el corazón a pesar de experiencias conjuntas, del pasado reciente, no demasiado agradables.
Cómo no, el idioma, al que me he referido antes, tuvo también su protagonismo en mi día de firmas.
Se me acercó una valenciana, su deje la delataba. Encantadora, por cierto. Así se mostró durante la conversación que tuvimos. Me preguntó si “La nota…” la teníamos en catalán. Le dije que no, pero que como ella hablaba perfectamente el castellano seguro que disfrutaría el ejemplar que tenía en mis manos y sobre el que estábamos hablando. Me dijo que bueno, que no importaba, que se lo llevaba porque la historia le encantaba. Se lo firmé y creo que se asomará por nuestro rincón, aquí, un día de estos.También, relacionado con la controversia del idioma en la Feria, y ya lo apunté antes, una mujer de edad que no debo decir —tampoco la sé— ojeando el libro que le acababa de firmar me dijo, alzando la voz pues ya estaba pagando en caja y a unos metros de donde yo me encontraba, ¡qué bien, está en castellano! Está claro que esta política de inmersión en el idioma que no todos hablan, e incluso viene de otras comunidades, no es del gusto de todos los valencianos. ¡Menos mal! Ella fue mi pequeña vengadora.Recuerdo con cariño a una niña que parecía un rabo de lagartija recién cortado, acompañada por su madre que no daba abasto a frenarla en su tocar aquí y allá, sin un objetivo claro. Atrapada por esa locura de niña, la madre, con una gran educación y tratando de encontrar lo mejor para aquel terremoto que no le llegaba al ombligo, no dejó de prestarme atención en mis explicaciones sobre lo que aportaba mi álbum ilustrado. Se lo firmé especialmente con el deseo de que Sax y sus amigos fuesen capaces de aportar sosiego a la pequeña. Es que, por las casualidades, o no tanto, de la vida, el terremoto se llamaba Cecilia y estaba empezando a tocar un instrumento musical que no recuerdo. ¡“La nota que faltaba” estaba predestinado para formar parte de su biblioteca!Pues con unos y con otros, con risas, sonrisas y excusas educadas de me doy una vuelta y, si eso, luego vuelvo —alguno sí que volvió...me acuerdo de un chaval que trajo arrastrando a sus padres para que se lo comprasen—, terminé mi participación en mi cuarta Feria del libro.
Fue un éxito y lo pasé fenomenal. Hoy lo he compartido con vosotros porque todo lo bueno que me pasa lo quiero traer a esta ventana, cita con las ilusiones.Buenas noches os deseo, mis queridos seguidores, con el de que seáis felices y no dejéis nunca de soñar en eso que os aporta tranquilidad y sosiego.Un cariñoso abrazo.José Ramón.