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Usted no es de aquí, ¿verdad? – Una muchacha que no tendría mucho más de quince años se había sentado en la banqueta que estaba a mi lado y me miraba con curiosidad.- ¿Cómo te diste cuenta? ¿Conocés a todos los del College? – Respondí su pregunta con un par de las mías, mientras le sonreía amistosamente.- Para ser estudiante es demasiado viejo, y si en realidad fuera un estudiante viejo sería ya famoso por aquí. – comenzó a deducir. – Tampoco un profesor de aquí, porque hubiese sentido por usted el odio que me provoca cualquiera de nuestros maestros en cuanto lo detecto. No es parte del personal administrativo porque está usted vestido demasiado elegantemente. Y ni siquiera es inglés, porque un hombre inglés de su edad no le hubiese sonreído a una jovencita atrevida como yo que le pregunta cosas que no le deberían importar.
- ¡Brillante! ¿Y qué hubiese hecho contigo un hombre inglés de mi edad? – inquirí aparentando estar seriamente interesado en su posible respuesta.
- Me hubiera mirado con ojos recriminadores y una expresión casi de asco.– me explicó. – Luego hubiera vuelto su rostro hacia el frente, y continuado bebiendo su chocolate y comiendo su pastelito. Como si yo fuera solamente un gusano desagradable que lo molestara un poquito al cruzarse en su camino.
- ¡Perfecto! – le dije mientras levantaba el pulgar de mi mano derecha, manteniendo el puño apretado.
Era el gesto internacional de “OK”, por supuesto, y a ella le causó mucha gracia.
- ¿De dónde es usted? – preguntó. – A ver… déjeme adivinar… usted no es europeo. Es español. ¿Tengo razón?
- Los españoles son europeos. – le recordé.
- Eso creen ellos. Pero todavía les falta mucho para alcanzar nuestro nivel – Pareció arrepentirse de lo dicho. – Si usted es español, discúlpeme… “perdón” – agregó pronunciando esta última palabra en perfecto castellano.
- ¿Estudiás español en la escuela? – le pregunté sonriendo. Ella asintió con la cabeza mientras yo la tranquilizaba con ese gesto. – No soy español. Soy argentino.
- ¡Argentino! – dijo asombrada. Luego me miró con expresión burlona. - ¿Vino a reclamar las Falkland?
- Malvinas. –corregí. – No, por ahora no te voy a reclamar nada mío. – le hice notar el posesivo que usé para redondear la oración. – Estoy investigando la vida de Charles Darwin.***Porque resultó ser que había más de un Queen's college y la casualidad (¿?) puso a Danielle en mi camino para encontrar el que realmente tenía un puente famoso muy cercano. Y es así que gracias a ella la investigación se orientó hacia su meta o, al menos, dio un paso muy interesante.
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