
Para ello, las calles más comerciales de pueblos y ciudades funden los plomos con sus iluminaciones y reclamos. Mientras, los de "a pie", echan cuentas de la única posibilidad entre cien mil de estirar lo que no hay; otros, consumidores abducidos por las luces de colores, pierden la cabeza por comprar una fragancia de moda o la añada especial de su reserva favorito. Entre la mitad que desea estas fechas y la otra que las detesta están la mayoría de ellos, los ilusos incoherentes que después de un año renegando los impuestos de Hacienda, regalan su propina a cambio de un milagro llamado lotería del Estado. El mismo que nos maneja como bolas en un bombo, recauda por darnos vueltas, y entrega los premios a la banca.Entretanto, los ilusos esperan su pedrea.