Revista Opinión

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Publicado el 28 abril 2010 por Jalonso

Por Juan Alonso

 

Anoche, desde la señal de cable TN, se habló de libertad de prensa, pero casi nada de negocios de empresa en el programa de Santo Biasatti.

 

Nadie dijo ni una sola palabra de los hijos presuntamente apropiados (Marcela y Felipe Noble Herrera) por la titular del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble. Y de la campaña golpista que encabeza el multimedio en contra del gobierno democrático votado por la mayoría del pueblo hace apenas tres años.

 

Por supuesto, no se dijo ni media palabra de Papel Prensa, la empresa por la cual Clarín y su dueña se llenaron de oro a costillas del Estado y de los Graiver.

 

Pero, claro, se habló de periodismo allí en escena.

 

Se habló de libertades. Se le realizó una nota a Hilda Molina y otra a una colega,  Adela Gómez, que padeció un atentado en la provincia de Santa Cruz.

 

Lo que sucedió en ambos casos es repudiable. Nadie lo duda.

 

Hilda Molina vive en la Argentina por gestión de este gobierno. La médica nació en Cuba. Y los problemas que tuvo en la isla no son asuntos de estado para nosotros.

 

Pero de forma insidiosa y premeditada, el canal TN insistió en contextualizar “esos asuntos” con “las guerrillas comunicacionales” de Venezuela, donde enviaron a un periodista especialmente. Y realizaron un informe en el noticiero, atizando el miedo.

 

Martillando con la misma idea fuerza: el eje Venezuela-Argentina.

 

La idea es comparar lo que sucede en Venezuela y en Cuba, con lo que pasa en el país que se levantó de las cenizas de 2001-2003.

 

El nuestro.

 

En el programa de Biasatti nadie recordó el pasado que supimos superar. Sólo se mencionó el caso Cabezas, pero no se analizó con profundad la puja de superestructuras que vive el país hoy. La confrontación de intereses entre dos visiones opuestas del mundo y diría que hasta de la vida misma.

 

De pronto en el programa de Biasatti se afirmó sin rubores que “esto es peor que la dictadura” y que “el peronismo siempre fue fascista”.

 

Lo dijo Sylvina Walger sin que nadie le dijera ni una sola palabra.

 

Y que a diferencia del menemato –época en que la colega a quien respeto, atosigaba con su inflamación verbal todos los espacios de Mariano Grondona y otros secuaces del absurdo golpista actual, con la misma arrogancia de estanciero gagá con que hizo chistes fuera de tempo en dueto con el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti -.

 

En el mismo programa, Luis Manjul defendió su último libro de investigación periodística como si se tratara de un clásico de Norman Mailer o de Truman Capote.

 

Ambos periodistas (Biasatti y Majul) usaron la palabra “compromiso”, poniéndose, erigiéndose solitos nomás -con el empuje valeroso de sus pagadores y auspiciantes- en paladines de la libertad.

 

La libertad del entretenimiento.

 

La libertad de la agenda impuesta desde la calle Tacuarí.

 

La libertad de la mentira vestida de buena chica de colegio de monjas.

 

La libertad de las noticias y el periodismo como mercancia fenicia.

 

En ese marco, el representante de Fopea, Gabriel Michi, intentó diferenciar la posición editorial de las empresas periodísticas con sus negocios e intereses políticos, y contextualizar el clima de “confrontación en el que estamos todos”, dijo, pidiendo mesura.

 

“No confundamos, yo soy un periodista que investiga y no soy un militante”, sentenció Majul.

 

“Yo no estoy de acuerdo en que la señora de Bonafini (Hebe) haga un juicio a los periodistas que trabajaron en la dictadura, no estoy de acuerdo”, insistió Walger, histérica.

 

En el mismo programa de televisión se ponderó al llamado “periodismo independiente”.

 

Vaya a saber qué demonios es el periodismo independiente.

 

Nadie me lo ha podido explicar jamás. Porque sencillamente no existe tal periodismo.

 

En un bloque aparte, como se merece por su peso intelectual, Beatriz Sarlo, aclaró que usa “transporte público, subte y colectivos” y que “se exacerbó la violencia en la vida juvenil y en la vida política”.

 

“El presidente Kirchner hizo hoy una intervención violentísima – aseguró Sarlo, que poco antes criticó al programa  6-7-8-. “En ese programa se dijo que el incidente en la Feria del Libro, no fue peor que lo que sucede en un festival de rock, lo dijo un panelista, Carlos Barragán”, sentenció desde el estrado, Sarlo.

 

No podía faltar la arenga sosa de Biasatti denunciando “actitudes que uno no debe dejar pasar por alto”. Dijo que “a los que insultan no les tengo miedo, porque hace muchos años que elegí un compromiso. Vamos a seguir igual como todos los días. Ahora parece que está de moda decir con respeto, lo que siempre lo tuvimos, no necesitamos cacarearlo”, culminó tajante.

 

¿La gallina que cacarea habla sola o la mandan a pisar el maíz?

 

¿No será que la nueva ley de medios los pone demasiado nerviosos y ahora no saben qué decir y qué hacer para frenar lo que no quieren que se concrete en los hechos?

 

¿Por qué ninguno de los periodistas presentes, tan defensores de la libertad de prensa, tan defensores de la libertad de empresa, recordó la nueva ley de medios que la Justicia y el lobby de la concentración mediática están trabando en tribunales?

 

Lo que vino después fue un informe sobre “los batatas kirchneristas” en la Feria del Libro.

 

Y así. Más leña al fuego. “Argentina va camino al fascismo”, dicen.

 

Una sola cosa es cierta: a los noventa no podemos volver.

 

Y no vamos a volver.-

 

Ver Sur

 

leyendadeltiempo.wordpress.com



 


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