Revista Cultura y Ocio

Otros elementos de la planificación

Publicado el 16 mayo 2019 por Griselrnunez
Otros elementos de la planificación
Pasar de la idea al borrador no es tan difícil si te detienes a planificar la historia que vas a escribir. Este proceso requiere que te detengas a analizar bien las ideas literarias y que elabores una escaleta. Pero no todo llega ahí. Es posible que requieras mayores herramientas que te permitan planificar mejor tu libro antes de iniciar con la escritura en sí.
Escoger el narrador Los escritores principiantes tienden a confundir su voz con la del narrador. ¡Primer error! Tú no eres el narrador. Narrador es, valga la redundancia, el que narra. Tú eres el escritor y tienes que ver al narrador como otro personaje más.
Otro error común es confundir los tipos de narradores y mezclarlos a diestra y siniestra. Empiezan escribiendo en primera persona y, así, sin más, cambian a un narrador omnisciente porque les parece mejor escribir alguna escena con este. Y no, no corresponde el cambio.
Si cambias de persona gramatical o de tipo de narrador a cada rato, te verás en la obligación de reescribir absolutamente toda la historia al final. ¡Porque no funciona! Porque confundirás al lector. Y porque si contratas, por ejemplo, a un corrector profesional, como me ha pasado en varias ocasiones, te dirá que el corrector no reescribe, que ese trabajo es del escritor.
¿Sabes cuántos manuscritos rechazan en una editorial por este error? Miles. Así que evítalo. Y eso se hace decidiendo de antemano el mejor narrador para tu novela.
Recuerda que la historia decide cómo contarse. Tienes que dejarte llevar por la planificación de esta para decidir tu narrador. Como escritor, no escoges el que te da la gana, sino el que mejor pueda darle tono, cohesión y veracidad a la historia. Como escritor solo puedes darle estilo.
Por eso es importante que conozcas los tipos de narradores que puedes utilizar, la diferencia entre cada uno y para qué tipo de narraciones o contextos son buenos. No hay uno mejor que otro. Hay uno bueno para cada historia, enfoque o perspectiva. Así que tienes que decidir cuál logrará que tu trabajo de escritura sea fluido.
Te propongo un ejercicio. Reescribe la sinopsis inicial de tu novela y cuéntala desde la voz de los distintos tipos de narradores que hay. Con la reescritura, te darás cuenta que con unos será más fácil que con otros. Después lee cada versión final, compara el resultado y saldrá a la luz tu narrador.
Define el eje narrativo Este lo da la escaleta. El eje narrativo es la línea de acción con sus momentos puntuales. Son los hechos paso a paso. ¿Qué pasa primero, segundo, tercero, cuarto…?
Tener claro el eje narrativo te hará evaluar cómo evoluciona la historia. Cada punto se llama núcleo y consta de los conflictos que aportan a la trama central, sean positivos o negativos. Estos te ayudan a mantenerte escribiendo sobre la historia central y no salirte de esta con historias, conflictos o personajes que no aportan (o que tal vez corresponden a otra novela).
A veces, durante la escritura misma, se nos ocurren otras ideas. El momento de ímpetu nos incita a querer aprovecharlas en esa misma historia. Pero no nos damos cuenta de que probablemente estas ideas pueden ser otros posibles libros.
Supongamos que uno de los personajes de tu historia agarra fuerza durante la escritura, ¡pero no es el protagonista! Sin embargo, tiene una historia que también merece ser contada, hay un background, una razón de ser, otros conflictos a los que se enfrenta… lo más certero es que se trate de otra novela. O incluso, tal vez no sea otro libro, pero sí en un cuento derivado o una noveleta, como los spin off de las series de televisión.
Los elementos de un eje narrativo son los siguientes:
  • Personajes redondos: estos evolucionan a lo largo de la historia. Déjate llevar por el arco dramático para lograrlo. Algunos evolucionan más que otros, pero todos los hacen porque participaron de alguna forma en el conflicto y, para bien o para mal, todo conflicto nos cambia. Por tanto, no es el mismo personaje el que empieza al que termina.
  • Conflictos potentes: para que tenga fuerza, el conflicto debe tener resortes dramáticos, que te lo dan las buenas ideas. Recuerda que el lector debe poder identificarse con lo que está pasando el personaje.
  • Giro sorpresa: evita que el lector sepa de antemano qué sucederá y cómo terminarán los eventos. El eje dramático te permite incorporar estos giros, cambios o saltos que sorprenden al lector, quien se pregunta cómo rayos terminará la historia. Esto te permite jugar con la intriga.
  • Dosificar la información: no le zampes al lector desde el primer capítulo el conflicto con todas sus aristas. Haz que se vaya complejizando la situación poco a poco.
  • Clímax: es la máxima tensión emocional a la que llevas al lector, donde tu historia explota en catarsis antes de empezar a descender en la resolución. Si lo planificas, puedes incorporar el giro sorpresa aquí.
  • Final redondo: tienes que atar todos los cabos. No dejar nada sin responder. Hasta los finales abiertos retoman partes para que el lector comprenda que hay una continuación o que queda en su imaginación el final.

Ten un calendario editorial Como a veces nos da la vagancia y solemos quejarnos de falta de ideas, de inspiración, o simplemente procrastinamos, ten un calendario donde dejes anotado tus metas diarias o semanales. Tal como tienes tu horario de clases o de trabajo, ten tu horario de escritura y respétalo.
Escoge dos o tres horas a la semana en las que te dediques a escribir el borrador de lo ya planificado. Como tienes la escaleta, ya sabes la escena o capítulo que vas a escribir después, así que puedes leer esa planificación y, en tus tiempos muertos, ir imaginando los diálogos, lo que escribirás… así cuando llegue el horario, solo tendrás que sentarte a escribir todo lo que has ido armando en tu cabeza.
Ahora solo tienes que sentarte a escribir. Llevar al papel todo eso que planificaste. Los tiempos los decides tú. Si te sirve la estrategia inicial que te conté y te animas a escribir un manuscrito en un mes, me cuentas si te sirvió. Yo creo que, con todo esto, podrás pasar de la idea al borrador sin mayores problemas.
¿Logré motivarte a iniciar con tu proyecto de escritura?
¿Tienes un calendario editorial? ¿Cuánto tiempo dedicas a escribir?
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