Entramos en las regiones sureñas de los EEUU, cuna de las barbacoas, del pollo frito y de la Coca-cola. El rock & roll, el blues, el jazz o el gospel también tienen sus inicios en esta región. Estados con identidad propia, su acento, su gastronomía e incluso su historia han esculpido un carácter propio que, a menudo, ha sido blanco de estereotipos acertados, en algunos casos, e inapropiados, en muchos otros.
Martes 23 de agosto
Para llegar a las Outer Banks en Carolina del Norte tenemos que atravesar todo el estado de Virginia. Esta zona costera de estrechas franjas de arena que discurren paralelas a la costa a lo largo de 160 kilómetros es poco frecuentada por turistas europeos y a penas está explotada. Bodie Island, Roanoke Island, Hatteras Island y Ocracoke Island, ésta última solo accesible en ferry, son las cuatro islas que forman esta maravilla natural.
Una única carretera con agua a los dos lados, la Hwy 12, discurre de norte a sur uniendo todas las islas. Es fácil orientarse gracias a los paneles informativos que indican la milla en la que nos encontramos.
El puente que une Bodie Island con el continente accede directamente a la población de Kitty Hawk donde los hermanos Wright hicieron volar el primer avión propulsado del mundo con éxito en 1903. Al norte de esta población, otras tres comunidades, Southern Shores, Duck y Corolla, ocupan ambas costas con casas de madera apoyadas sobre pilones. La costa este mira directamente al Atlàntico donde la imagen de la enorme playa con estas viviendas es abrumadora, la costa oeste sobre la apacible ensenada.
Al sur de Kitty Hawk, otras dos poblaciones llegan hasta el final de la isla de Bodie: Kill Devil Hills y Nags Head, donde pernoctaremos en una fantástica casa de madera típica de la zona. Nuestros anfitriones, una pareja joven con un perrito pequeño, nos hacen sentir como en casa. Lauren nos aconseja cenar en Blue Moon, un restaurante cercano con mucha clientela local que para nosotros siempre es buena señal. Pedimos unos steamed mussels con bacon y queso azul y unos camarones en una cama de quesos, acompañamos la cena con unas cervezas frías Blue Moon de producción nacional al estilo belga. Lauren ha acertado en la recomendación.
Miércoles 24 de agosto
Nos despedimos de Lauren y su maravillosa casa de madera y continuamos por la Hwy 12 dirección sur. Nos desviamos un momento por la Hwy 64 para visitar Manteo en Roanoke Island, para seguir, de nuevo por la 12 cruzando Bodie Island y Hatteras Island, mucho menos poblada que la primera, con una costa protegida y con playas desiertas de dunas y arena blanca kilométricas que aún no han sucumbido a la sobreexplotación.
Al final de cada una de las islas, un faro indica a los navegantes que han llegado a tierra firme. Ambos son bonitos y están en parajes idílicos, pero el de Cape Hatteras, además de ser uno de los iconos de North Carolina, es mucho más alto (el segundo faro de ladrillo más alto del mundo y el primero de los EEUU) y las vistas después de subir 248 escalones son estupendas.
Para acceder a Ocracoke Island hay que coger un ferry gratuito que opera cada quince o veinte minutos. No es necesario reservar, pero en horas punta hay que tener paciencia tanto para subir a él como para cruzar de una isla a otra porque a pesar de la corta distancia entre ellas, el ferry tiene que ir sorteando los bancos de arena y el viaje puede durar aproximadamente una hora.
Ocracoke Island es la isla más virgen y salvaje de todas, aquí murió en 1718 el pirata Barbanegra. Enormes playas de dunas a un lado y al otro una ensenada llena de vegetación anegada por el agua transcurren por la única carretera que atraviesa la isla. A penas tenemos tiempo de verla y nos tendremos que conformar con una vista panorámica desde el coche, el ferry que nos tiene que llevar a Cerdar Island sale a las 4 p.m. y tenemos que llegar a a la hora si no queremos esperarnos al de las nueve de la noche. El trayecto son dos horas y media y otro tanto para llegar a Morehead City, donde haremos noche.
El sur de las Outer Banks se denomina Crystal Coast y esta parte está algo más masificada que la zona norte. Las carreteras discurren por puentes atravesando pantanos y rías con pequeños embarcaderos particulares hasta llegar a la poco atractiva Morehead City, apta solo para hacer noche y descansar en alguno de sus moteles. El Econo Lodge Crystal Coast es en que que nos alojaremos esta noche, barato y poco más que decir salvo que necesita una reforma urgente.
Jueves 25 de agosto
Hoy toca madrugar algo más, tenemos un largo trayecto hasta Charleston en South Carolina, y si algo positivo que tienen los moteles de carretera, para estos casos, es que las entradas y salidas son mucho más rápidas que si estás en una casa, no tienes que despedirte de nadie y no hay que dejar recogido los platos y tazas del desayuno.
Atravesando el paso elevado de Morehead City llegamos a los Bogue Banks, estrechas franjas de arena no tan cautivadoras y solitarias como las Outer Banks pero también con unas playas bordeadas por bonitas casas de madera sobre pilones y algún que otro hotel algo más sofisticado. Las principales poblaciones son Atlantic Beach, Pine Knoll Shores y Emerald Beach.
Las playas en estas zonas pueden parecer un tanto inaccesibles debido a la ocupación de la costa con propiedades privadas, pero hay accesos públicos y suele haber plazas de parking cerca de éstos, aunque también puede haber un alma caritativa que os deje aparcar en el jardín de su casa, la gente es muy amable y los sureños tiene fama de ser muy hospitalarios.
Seguimos por la costa hasta llegar a Charleston, solo hacemos una parada técnica en Myrtle Beach para descansar un rato y hacer un picnic y un baño en su kilométrica playa. Destino turístico por excelencia, sus calles están llenas de centros comerciales, restaurantes temáticos decorados exageradamente con cangrejos y delfines gigantes y campos de minigolf con cataratas y volcanes que escupen agua de colores con falso humo. Todo un tanto excéntrico.
Llegamos a Charleston, primera ciudad donde se inició la guerra civil después de que Carolina del Sur fuese el primer estado en reclamar la secesión. Fue una próspera ciudad gracias a las plantaciones de arroz, con enormes mansiones propiedad de aristócratas esclavistas que vieron crecer sus fortunas y sus tierras gracias a la mano de obra que traían desde África. Tras la abolición de la esclavitud, los cultivos sin esclavos dejaron de ser rentables y la ciudad cayó en declive, pero aún hoy conserva un gran patrimonio arquitectónico de la época. Enormes mansiones, algunas de ellas abiertas al público, bordean algunas de sus calles. En la parte baja de East Bay St el Rainbow Row llena de color la cuidad con sus casas pintadas de vivos tonos de amarillos, verdes y azules.
El Sleep Inn Charleston, a las afueras de la ciudad, es una muy buena y económica elección para hacer noche: amplias habitaciones, limpias y personal con atenciones para los niños (nos regalaron un paquetito de cookies), además de un buen desayuno variado.
Ahora toca descansar, mañana volvemos a tener un día con muchos kilómetros.
Viernes 26 de agosto
A lo largo de la Ashley River Road (SC 61) hay varias plantaciones que se conservan de la época esclavista.
Haciéndonos caso de Lonely Planet, que nunca nos falla, hemos optado por visitar Middelton Place que cuenta con los jardines más antiguos de EEUU. Por aquí pasaron centenares de esclavos que trabajaban las plantaciones y los campos de arroz anegados de agua durante varias generaciones de la familia Middelton que veían como sus plantaciones crecían considerablemente. Hoy pueden visitarse los jardines rodeados de un bosque pantanoso (circuito con carro tirado por caballos) y de arrozales, una granja y establos con animales, talleres donde se recrean los trabajos artesanales de la época, y el museo con muebles y objetos pertenecientes a la familia ubicado en un edificio que no es el que fuera la casa principal, ya que ésta acabó en ruinas al ser incendiada por los esclavos libres cuando se proclamó el fin de la esclavitud. No hay que perderse Eliza’s House, vivienda de dos familias de esclavos y llamada así en honor a la última persona que vivió allí hasta no hace demasiado tiempo, descendiente de los esclavos liberados que volvieron a sus trabajos, entonces sí que, a cambio de un sueldo y cobijo cuando vieron que la libertad para ellos no era tan fácil como esperaban. La entrada completa cuesta la friolera de 55$, pero creo que vale la pena ver y conocer desde dentro como funcionaba una plantación.
Al sur de Charleston, rodeando la ciudad colonial de Beaufort, utilizada como escenario de las películas de Hollywood ambientadas en las poblaciones sureñas como Forrest Gump, se encuentra el Lowcountry. Aquí los descendientes de los esclavos del oeste de África han creado su propia comunidad conocida como gullah en las islas pantanosas que cambian de forma según las mareas y con tantas semejanzas con su país de origen, preservando muchas de sus costumbres e incluso contando con su propia lengua.
Siguiendo la Sea Island Parkway (Hwy 21) hasta el final se llega a Hunting Island State Park donde previo pago de 5$ por persona, nos encontraremos con un paraíso terrenal: playas de arena blanca bordeadas de un espeso bosque marítimo. Refugio de tortugas es fácil ver las pisadas dirección mar de las que ya han salido del huevo y si esperamos a que anochezca es posible que las veamos en plena acción.
Volviendo a mi lado más frikie, en estos bosques se rodaron las escenas de la guerra de Vietnam en la película de Forrest Gump.
De camino a Florida vemos atardecer entre los pantanos de Carolina del Sur. Cruzamos Georgia, estado que nos quedaremos sin conocer, no da tiempo de más, y ya entrada la noche paramos a descansar en Saint Agustine (Florida) en el Jaybird’s Inn, motel en las afueras de la ciudad limpio y buena relación calidad precio.
Por el camino hemos ido sorteando una fuerte tormenta. Las noticias son no demasiado halagüeñas: se acerca un huracán a Florida… Sabremos más en los próximos días.
Archivado en: Costa Este, EEUU Tagged: Carolina del Norte, Carolina del Sur, EEUU, estados sureños, Hunting Island State Park, localizaciones Forrest Gump, Outer Banks, plantaciones, Usa