Revista Cine
Director: JT Mollner
"Outlaws and Angels", película filmada en 35mm, es la opera prima de JT Mollner, compuesto por un interesante reparto en donde destacan Francesca Eastwood, un Chad Michael Murray que ya nunca será esa estrella que alguna vez quiso ser (en su momento no eligió buenos papeles y tampoco es que "One Tree Hill", una serie que me gustaba hasta su cuarta temporada -y que veía en la tele las tardes de no estudio, por el Fox Life, después del Dr. Phil, ja, ja-, sea una gran vitrina salvo para que alguien lo considere posible candidato al hombre más sexy del mundo o algo así), un Luke Wilson algo perdido pero de jocosa presencia (más que por su papel, por él haciendo el papel), Teri Polo y, como curiosidad, una breve Frances Fisher, madre de Eastwood (aunque acá sus personajes no están relacionados entre sí en lo absoluto).
"Outlaws and Angels" es un prometedor debut, una película gratamente sorprendente. Lugar común: no es una obra maestra ni la octava maravilla, pero entusiasma cabalmente el grosero desenfado de su director para desarrollar este violento, sangriento y demencial western con saludables y divertidos toques de escatología, truculencia y atavismo a raudales. Su cinematografía sucia y cruda (amén, especialmente, a su iluminación), sumada a una banda sonora no del todo redonda pero efectiva en la creación de esta malsana atmósfera de decadencia moral y a la entregada labor del reparto, curiosamente contenido en la interpretación de sus desmesurados y algo extravagantes personajes (bien dibujados, por lo demás: a decir verdad la base, el pilar fundamental, de la película son los personajes, no crean que el asunto va de simples balazos para allá y para acá), conforman una de esas rarezas que lo apuestan valientemente todo, no a la verosimilitud del argumento (lo cual no quiere decir que el relato no resulte convincente en su curso y en sus giros), sino que a las posibilidades estéticas del mismo. Una película sobre gente salvaje, gente loca, que se infligen toda clase de atrocidades porque, básicamente, nadie les impide lo contrario y porque es lo único que han conocido en sus putas vidas.
La trama es, más o menos, la siguiente: cinco sujetos, liderados por Chad Michael Murray, roban un banco de uno de esos pueblos cercanos a la frontera con México, y para huir de la partida de caza que los persigue (la recompensa es jugosa, oh sí), la cual por cierto es liderada por Luke Wilson, enfilan por un árido desierto que los conduce a la casa de un predicador, su mujer, acaso más desquiciada que él, y las dos hijas, cuyo comportamiento refleja, con elocuencia aunque sin caer en lo obvio, el pequeño infierno que ahí existe, y con la llegada de los bandidos otro infierno se irá desarrollando a lo largo de esa larga y densa noche. La premisa, de por sí interesante, destaca porque a la violencia de los bandidos se enfrenta la sugerida e intuida violencia de esa casa desesperadamente consagrada a los valores morales cristianos, en su loco afán por soterrar lo que salta a la vista, y es en el ámbito sexual en donde veremos los más interesantes duelos y retratos, con sus contradicciones y zonas oscuras. A fin de cuentas, dentro de esa casa, de atmósfera caliginosa y cochina, ¿quién es el más malo?, ¿el más repugnante?, ¿el más hijo de puta?, ¿el más pecaminoso? ¿Acaso importa?
"Outlaws and Angels" es una película que le hubiera encantado dirigir a un Ti West o un S. Craig Zahler, puede que incluso a un Tarantino, por mencionar referencias recientes, pero no hay que engañarse, pues JT Mollner (que tampoco está a la altura de los nombrados, huelga decirlo), ya desde el intenso arranque del film, demuestra la plena seguridad de su propuesta, demostrada a través de su puesta en escena y de sus personajes. Película dirigida con acierto y ferocidad, una gran película considerando que es el debut de su director.
Si la ven junto a "Bone Tomahawk" y "In a Valley of Violence" (esta también filmada en 35mm), estén ciertos de que tendrán un buen panorama.