20 y 21 de junio de 2015
Los previos
Al igual que el año pasado, este año he formado parte del equipo de mi empresa PwC´s runners por la solidaridad, aunque la mayoría de los entrenamientos los he hecho con mi mujer que también participaba con el equipo Vaso por paso. El haber terminado la carrera un año, te da cierta seguridad en cuanto a que sabes que es posible terminar, pero no hay que “dormirse en los laureles” ya que por mucho que un año termines, sin no entrenas nada te garantiza que lo puedas volver a hacer. Es por ello que además de entrenamientos por la zona donde vivimos, subimos un par de veces a entrenar los propios tramos de la prueba, como se relata en otras entradas de este blog. Por otra parte, este año yo incorporaba a la prueba incertidumbres particulares: La primera y más importante era que iba a hacer los 100 km. en sandalias. Sí, hace un año que abandoné las zapatillas de correr, decidí reaprender a correr y empezar a disfrutar del correr natural con sandalias, pero nunca había hecho tantos kilómetros ni había estado tantas horas con ellas. La segunda incertidumbre viene porque además de que el año pasado terminé harto de bebidas isotónicas, me entero que las grandes multinacionales de bebidas no cumplen el código ético de Oxfam y por tanto no las van a dar en la carrera. Pues no se hable más, yo no las voy a comprar y no las voy a tomar, y buscando una alternativa encontré el agua de mar. Pero volviendo a la carrera, la prueba es de 100 km. por caminos del Valle del Lozoya y la Sierra de Guadarrama, un trazado natural increíblemente bonito pero también duro, con subidas importantes, a pleno sol, y además firme irregular con muchas piedras. ¿Cómo terminaría?La ruta en wikiloc à aqui
La carrera:
A las 9:00 de la mañana estábamos en Lozoya todos los equipos esperando el pistoletazo de salida. Nervios, fotos, saludos. Nuestra estrategia era correr gran parte del primer tramo, y luego según nos viéramos de fuerzas correr sobre todo en las bajadas. El resto caminando.Tramo 1: Lozoya - Las Presillas. 20 km. (149 m. D+, 93 m. D-). 20 Km. acumulados.
¡GO! Salimos, se acabaron los nervios. Durante este primer tramo, con las fuerzas intactas y tras pasar andando el tapón inicial, pusimos en práctica nuestra estrategia de correr para ponernos por delante de los equipos “andadores” y evitar así esperas en los puntos de control.Compartimos el tramo con el equipo de mi mujer ya que por problemas en su equipo (2 bajas que consiguieron sustituir pero solo para cubrir el primer tramo), según el reglamento, al quedarse sólo 2 componentes en un equipo se debía unir a otro, no podrían ir solos, y mi equipo se comprometió a que ellas pudieran seguir con nosotros.
Por el camino también coincidimos con el gran Valentí Sanjuan y su equipo Los Canallitas, de hecho salgo en su video https://youtu.be/w6QaeYmWeSo en el minuto 1:13, con las “air max” como él dice. Qué tío más majo, estuvimos corriendo juntos y charlando durante un rato.
Este primer tramo entre charlas y risas se nos pasó rápido, llegamos al punto de control en Rascafría a las 11:57, más o menos lo previsto. ¡Primer hito conseguido!.
Tramo 2: Las Presillas - Alameda del Valle. 10 km. (64 m. D+, 134 m. D-). 30 km. acumulados.
Tras pasar por el control, recargar energías y completar el agua consumido de nuestras mochilas, partimos a por el segundo tramo, de vuelta a Alameda del Valle pero con una subida intermedia hasta la Ermita de Santa Ana.En este segundo tramo también nos atrevimos a correr algunos kilómetros, fichando en el punto de control en Alameda del Valle a las 13:52. ¡Segundo hito conseguido! Ya casi habíamos alcanzado un tercio de la carrera. Dada la hora, tocaba parar un poco más, comer la ensalada de pasta que nos tenía preparada el equipo de asistencia, importantísima la labor del equipo de asistencia, ¡Gracias!, y hacer autorevisión. En mi caso, cambio de sandalias, dejar las Enix 100 que había traído para los tramos de más correr y ponerme las Enix v.2 con la suela más dura para los tramos más pedregosos. Aprovechar también para limpiar y reponer vaselina entre los dedos para prevenir rozaduras (los tenía un poco guarros, se me pegaba toda la suciedad del camino a la vaselina, jejeje) para afrontar a continuación la etapa más dura de la prueba.
Tramo 3: Alameda del Valle – Pto. Canencia. 17,5 km. (722 m. D+, 322 m. D-). 47,5 km. acumulados.
Como preveíamos, este iba a ser el tramo más duro de la prueba. A las rampas importantes que íbamos encontrando a lo largo de kilómetros y kilómetros de subida, había que sumar que lo estábamos afrontando con el estómago lleno y en las horas más calurosas del día, y hacía muchísimo calor.Las cuestas se hacía interminables, el sol no daba tregua y alguno de los miembros del equipo sufrió las consecuencias con un golpe de calor que casi lo deja “KO”. Tocaba animar, motivar, “empujar”, convencer que toda subida, por muy dura que sea, tiene su fin y posterior bajada.
Tuvimos que aminorar el ritmo, ir buscando alguna sombra en la que cobijarnos e ir haciendo descansos cada pocos metros. Llegó un momento que también nos empezó a faltar el agua, pero, como dice José Mota, “de a pocos” conseguimos hacer techo.
Después de los 10 km. de subida quedaban los otros 7 de bajada. Aunque la gravedad ayudaba, al principio fueron igualmente duros. Según íbamos descendiendo parece que se conseguía recuperar fuerzas e ir retirando de la mente aquellos pensamientos negativos de abandono que surgían en aquellos que lo iban pasando mal.
Eran las 18:46 cuando llegábamos al punto de control, ¡Otro hito conseguido, pero no cualquier, el peor!. Aunque con retraso sobre el plan previsto, estábamos ya en el km 47,5 prácticamente la mitad del recorrido. De nuevo el equipo de asistencia, que había salido a buscarnos con agua algún kilómetro antes de llegar al control, tenía todo preparado. Repusimos fuerzas, rellenamos agua, los que tenían ampollas en los pies las empezaron a tratar. En mi caso los pies seguían intactos, ningún problema, el correr con los pies libres estaba dando resultado.
Tramo 4: Pto. Canencia – Bustarviejo. 7 km. (36 m. D+, 320 m. D-). 54,5 km. acumulados
Después de lo pasado, este cuarto tramo se nos hizo corto. En primer lugar porque realmente lo era, segundo, el desnivel era favorable (bajada), y tercero porque sabíamos que en el siguiente punto de control, además de nuestro equipo de asistencia, estaban los podólogos y fisioterapeutas de la organización. La primera parte del camino, aunque en bajada, era muy complicada ya que discurría por una senda “trialera” con bastantes piedras. Para compensar, la última parte hasta el punto de control era asfalto.A las 20:33 fichamos en el punto de control de Bustarviejo. ¡Cuarto hito conseguido! Más de la mitad del camino, atrás quedaban 54,5 km ya. Esperamos para ser atendidos por fisios y podólogos. Yo hice uso del fisio pero no del podólogo, los pies seguían en perfectas condiciones, lo que sí que aproveche es para refrescarlos aprovechando la asistencia del equipo de mi mujer.
Cenamos, descansamos, repusimos fuerzas y preparamos el material de la noche, ya que, con toda seguridad, en el siguiente tramo oscurecería.
Tramo 5: Bustarviejo - Garganta de los Montes. 13,5 km. (295 m. D+, 334 D-) 68 km. acumulados.
Llevábamos más de 12 horas de carrera y el cansancio se empezaba a acumular en todos y, a pesar del trabajo del podólogo, las secuelas en algunos pies estaban empezando a manifestarse. Este tramo tampoco era fácil, tenía una subida importante de unos cuantos kilómetros y luego la bajada hasta el pueblo. Subiendo cayó la noche y empezamos a usar los frontales que nos reducían el mundo a ese pequeño círculo de luz en el camino por delante de nuestros pasos. El resto poco a poco iba desapareciendo, salvo las luces de algún pueblecillo en el horizonte.La subida era bastante pronunciada, las rampas se hacía duras, de vez en cuando nos distraía algún animalillo que asustábamos con nuestros focos, fuera de foco se oían bastantes más.
Un paso detrás de otro y otro detrás de otro conseguimos llegar hasta Garganta de los Montes. Eran las 00:37 del domingo ya cuando pasamos el control ¡Quinto hito superado!, 68 km. de carrera en la mochila, ¡Más de dos tercios ya!.
El frio empezaba a ser intenso, por lo que aprovechamos para, además de reponer fuerzas comiendo algo, coger ropa de abrigo y tomar el caldo calentito y café que había puesto la organización. Tras el autocontrol de rigor, la chica de nuestro equipo vio como las molestias en los pies que venía sufriendo en los últimos kilómetros se habían convertido en ampollas importantes. Curas, cambio de zapatillas y a intentar continuar.
Tramo 6: Garganta de los Montes – Canencia. 9 km. (231 m. D+, 260 m. D-) 77 km. acumulados.
Este nuevo tramo, igual que el anterior, era en “pico”, primero subida y luego bajada. Desde el inicio del tramo ya vimos que había que bajar el ritmo por las ampollas en los pies que habíamos tratado de curar, pero enseguida la cosa fue a más y tuvimos que bajar el ritmo mucho más y ayudar a la lesionada a andar cogiéndola por los brazos prácticamente durante todo el tramo. Además toda la subida volvía a ser camino malo, muchas piedras y terreno irregular, por lo que la situación se agravaba y el ritmo se aminoraba.El tramo era corto pero se nos hizo muy largo, a las 3:51 h. llegamos al punto de control en Canencia. ¡Sexto tramo superado! 77 km. recorridos ya. En este punto de control también había podólogos, así que acudimos enseguida. Asistieron a la compañera, curaron las ampollas pero la situación era complicada, apenas si podía andar, ahora también por la sobrecarga muscular de haber hecho el último tramo en malas condiciones. Intentaron relajar los músculos con masaje pero la respuesta no era suficiente. Abandonar es difícil después de tanto esfuerzo, las lágrimas brotaban, pero no quedaba otra solución, continuar en ese estado no era posible.
Tramo 7: Canencia – Lozoya. 11 km. (105 m. D+, 114 m. D-) 88,5 km. acumulados.
Continuamos ya sólo 3 componentes del equipo a por el siguiente tramo. Este tramo ya era más plano. Aceleramos el ritmo y seguimos adelante. Por el camino alcanzamos a otros equipos. La noche cerrada llena de estrellas empezaba a clarear y según nos acercábamos al pantano, el frio y la humedad aumentaba.A las seis y media de la mañana llegamos al punto de control de Lozoya ¡Séptimo tramo superado! 88,5 km. recorridos, solo quedaba rematar. Aquí apenas paramos, incluso llegamos antes que el equipo de asistencia. No les esperamos, un caldo y wsp para decirles que nos íbamos y a por el tramo final.
Tramo 8: Lozoya – Rascafría. 11,5. (69 m. D+, 9 m. D-) 100 km. acumulados
Cuando salimos ya había amanecido. Las fuerzas iban bastante justas. Las piernas pesaban y costaba moverlas, pero teníamos claro que ya nada nos iba a impedir llegar a meta. Las palabras de ánimo entre nosotros eran necesarias y frecuentes para seguir adelante. Un acierto lo de poner indicadores kilométricos cada kilómetro en los últimos 5 kms. El año pasado andábamos desorientados sobre cuanto faltaba y se nos hizo eterno el tramo final.
A falta de 3 o 4 kilómetros nos encontramos a uno de nuestros asistentes que nos venía a buscar, a empujar, a acompañar hasta la meta. Llegando ya al pueblo se nos unió el otro asistente y nuestra compañera, caminando como podía, con bastones, para pasar todos juntos por el arco de llegada, y ¡LO CONSEGUIMOS!
Pasaban un par de minutos de las 9 de la mañana del domingo. Llevábamos 24 horas sin parar, la emoción recorría nuestro cuerpo, ¡lo habíamos conseguido!. La satisfacción de cruzar la meta después 100.000 metros. De un día y su noche sin parar de avanzar. De dar pasos hacia delante. De pasar muchos ratos agradables pero también superar momentos difíciles físicos y mentales, ¡Es tan grande!, pero lo es más aún saber que, además del reto personal, en el fondo estás colaborando con Oxfam para llevar agua potable allá donde no la hay, saber que estás formado parte del proyecto. Medallas, fotos, alegría, emoción, lagrimas, descompresión, incluso entrevista en meta por ser el único (creo, no vi a ninguno más) participante “chanclero” de la prueba para que les explicara cómo lo que al principio parecía una locura, había resultado no serlo, mis pies estaban intactos, ni una rozadura, ni una ampolla, ¡nada!
Champán, bocata de jamón (el jamón bueno nos lo habían reservado para el final, jajaja), más fotos, saludos, abrazos, reencuentro con mi mujer que había llegado media hora antes que yo.
Como en todos los retos, mucha alegría por lo conseguido y por lo disfrutado, no sólo por la carrera en sí, sino también toda la preparación, los entrenamientos,… y en el fondo, como siempre que llegas a meta, también pena porque sabes que aquí acaba.
Pero no es solo participar, esta es la carrera solidaria de los valores y la ética
Además de la importante recaudación de fondos que entre todos conseguimos para llevar agua potable a lugares y personas que no la tienen, me gusta esta carrera y me identifico plenamente con el código ético y a los valores que promueve (en su web están todos escritos de forma muy clara (http://www.trailwalker100km1causa.com/oxfam-intermon-trailwalker-deporte-con-valores/) y este año los he asumido como propios:Impacto medioambiental: respetar el medio ambiente no es una novedad para mí, nunca he dejado restos por donde voy corriendo, ni botellas ni papeles ni nada de nada. Además como nunca he consumido ni geles ni barritas energéticas ni ese tipo de cosas tampoco tengo nada que tirar, si acaso una cascara de plátano, que tampoco las tiro porque aunque sean biodegradable, al fin y al cabo, es basura.
Impacto social de la moda textil: como dicen ellos “Gran parte de los materiales deportivos (camisetas, zapatillas, etc.) se producen en países sin control de la explotación laboral, infantil, ni medidas de protección del medio ambiente… Y cientos de miles de corredores y corredoras parecen ajenos a una realidad: su pasión deportiva sume en la miseria y la pobreza a los más desfavorecidos”. Mi compromiso:
- Equipación: las camisetas del equipo las hemos encargado a la marca española Hoko, camisetas fabricadas en talleres de la zona textil de Mataró. Empresa prácticamente familiar creada por un runner.
- Zapatillas: Bueno, esto es caso aparte. Sinceramente, después de llevar un año sin usar (ni comprar) zapatillas para correr, estoy convencido de que no son necesarias. Su uso nos impide desarrollar los músculos y articulaciones de los pies haciéndonos cada vez más dependientes de las zapatillas, pero esto es otro debate. Por otra parte, las sandalias durante tres veces más que las zapatillas y cuestan tres veces menos, eso sí, hay que invertir tiempo en reaprender a correr, no es gratis. Los 100 km. los he hecho con sandalias de la marca Enix, fabricadas en Valencia de forma artesanal por un experto corredor de montaña.
Por tanto, satisfecho de haber tenido en cuenta los valores éticos de la organización en cuanto a moda textil, ni camiseta ni zapatillas fabricadas por grandes multinacionales a saber dónde y en qué condiciones.
Alimentación deportiva: dice Oxfam: “La alimentación deportiva, también está en tela de juicio por el acaparamiento de tierras al que someten las grandes multinacionales al campesinado indígena para, por ejemplo, producir las ingentes cantidades de azúcar que las bebidas energéticas necesitan”. Este era un tema que tenía dudas como resolver, cómo hacer 100 km. sin tomar bebidas isotónicas, pues bien, comprobado, ¡¡se puede, yo lo he hecho!! Y eso que el día fue bastante caluroso. Únicamente tome agua y, para recuperar sales, ampollas de agua de mar filtrada, elaboradas por un laboratorio español con premios por su calidad y ética. Las ampollas se llaman Totum Sport, por si alguien las quiere probar. No solo me fueron bien durante la carrera sino también en la recuperación posterior, no he tenido ni agujetas. Bueno, tengo que reconocer que además del agua y las ampollas, también me bebí un par de cervezas sin alcohol en la comida y en la cena…
Nota aclaratoria: Todas las marcas que he nombrado: Hoko, Enix Sandals y Totum Sport, las nombro porque son las que yo he probado y me ha ido bien, no tengo ninguna relación comercial con ellas y estoy seguro que habrá otras tantas igual de buenas.
Lecciones aprendidas:
Para finalizar esta entrada sobre la carrera, que ya se me está yendo de las manos, si sigo me va a salir un libro, algunas reflexiones 1. Sobre las carreras y las marcas: Está claro que hay carreras en las que uno sale con el objetivo de mejorar su marca, de superarse. Esta no va de eso, al menos, no es el objetivo principal. Esto es una carrera por equipos. Aquí hay que dejar los egocentrismos a un lado y ser una pieza más. Estar a disposición del equipo para lo que sea menester, para empujar, para apoyar, para llevar a cuestas al compañero si hace falta. 2. Sobre el entrenamiento y el dolor. Dicen que “No pain no gain” o “sin dolor no hay ganancia”. Para quién no lo sepa es una canción de Scorpions con la que no estoy muy de acuerdo. Yo no quiero ir a las carreras a sufrir. No creo que sea necesario el dolor para mejorar sino el trabajo y el sentido común. Llevaba un par de meses entrenando, rodajes largos de muchas horas, corriendo, caminando, sobre el terreno, con el objetivo de correr entre 30 y 40 km. y andar el resto a buen ritmo para terminar en 20 horas. Las circunstancias de la carrera ha hecho que no sea posible llevar este ritmo sino uno menor. Consecuencia: En los 4 días que han pasado desde la carrera no he tenido ni una triste agujeta, ni una molestia, nada, de hecho el miércoles ya estuve en el gimnasio. ¿Soy Superman? No lo creo, yo sólo soy un hombre. ¿Cómo puede ser que después de recorrer 100 km en 24 horas esté como si no hubiera hecho nada? Dando vueltas al tema creo que la razón principal está en los entrenamientos. Aun pudiendo parecer arrogante por decir esto, creo que había entrenado para llevar un ritmo más fuerte del que finalmente llevamos, y el ir unos puntos por debajo es lo que ha hecho que terminara tan bien. ¡¡El entrenamiento es fundamental!!. 3. Sobre el calzado, ya lo he dicho y no quiero ser pesado con el tema de las sandalias, cada uno que corra como quiera. Para mí era un reto hacer 100 km. con sandalias, nunca había pasado de 40. El resultado ha sido satisfactorio, terminé la prueba con los pies en perfectas condiciones, ni ampollas, ni rozaduras, nada de nada. ¡Se puede!4. Bebidas isotónicas/energéticas. Otra duda que ha quedado resuelta. Después de 100 km. sin probar un triste Aquarius, únicamente agua, ampollas de agua de mar filtrado y un par de cervezas sin alcohol, también me ha quedado claro que los azucares no son necesarios (incluso pienso que esto también tiene que ver en la recuperación tan rápida). 5. Quinta y última. No tenemos remedio. Acabamos de terminar 100 km. y ya estamos pensando en el próximo reto. Es así, nos motiva, nos gusta, nos divertimos, entonces por qué no. Posible próximo reto para este verano (todavía por madurar la idea): Camino Inglés (de Santiago). Poco más de 100 km. entre Ferrol y Santiago de Compostela en 2 etapas. ¡¡ No tenemos remedio !! Ay señor, jubílame pronto!!