Vamos a hacer un pequeño ejercicio. Trata de recordar qué te contó la última persona con la que hablaste sobre algo importante que no fuera de trabajo.
Puedes recordar el tema, por qué era importante, cuál fue su expresión, su tono de voz, etc.
Algunas veces cuando le contamos algo realmente importante a alguien, sobre alguna situación que nos ocurrió, de pronto empezamos a sentirnos incómodos; tenemos la sensación de que no nos están poniendo atención, a pesar de que la persona está a nuestro lado; y esto nos frustra.
¿Qué crees que sucedió? Esa persona te estaba oyendo, pero no te escuchando. Oír significa percibir con el sentido las palabras o sonidos; pero cuando escuchamos, ponemos atención a todos aquellos elementos que forman parte de la comunicación. Solo el 10% de la comunicación es con palabras. Pero cuando escuchamos, pensamos y ponemos atención al mensaje para poder entenderlo de manera clara y completa. Una persona que escucha comprende y da sentido a lo que ve y oye.
Desarrollar la escucha no es sencillo, algunas personas tienen la habilidad, otras como los psicólogos aprendemos a desarrollarla; pero es importante demostrar a la persona con la que hablamos que realmente nos interesa lo que nos cuenta o manifiesta, y transmitir con nuestra expresión corporal, nuestras palabras y sonidos que es así.
Pensemos. Las personas que tenemos la suerte de tener nuestro sentido del oído en buena condición, creemos que eso es suficiente para comunicarnos adecuadamente con los demás individuos. Y lo interesante es que las personas sordas tienen grandes habilidades comunicativas, ya que para poder comunicarse, aunque no pueden oír palabras, si han desarrollado la atención, miran a la persona con la que hablan, observan su lenguaje corporal y comprenden su lenguaje de señas. De esta forma, podríamos decir que los “sordos”, escuchan mejor que las personas con las cuales mantienen comunicación.
Los seres humanos somos selectivos, y aunque siempre oímos, no necesariamente escuchamos. Ponemos atención solo a lo que nos interesa y olvidamos que, aunque compartimos todos los días con las mismas personas, los individuos necesitan ser escuchados con el mismo interés todos los días. Muchos problemas de comunicación en las familias se deben a esto, nuestra pareja o nuestros hijos nos hablan y nosotros no demostramos el interés que se merecen; no respondemos de la forma adecuada o incluso malinterpretamos el mensaje por la falta de interés o la poca habilidad para escuchar.
Recuerda cuando eras niño y te enojabas con algún amiguito o amiguita, y todos se ponían de acuerdo para hacerte la “ley del hielo”, qué doloroso era que no te hablaran tus amigos. Por eso no cometas ese error y aprende a escuchar a las personas; y si puedes, cuando hables con alguien y sientas que no te escucha; manifiéstaselo de una forma respetuosa, de esa forma también puedes ayudar a que otras personas aprendan a escuchar y así mejorar la comunicación.
Dominar la escucha activa mejora las relaciones laborales, personales y familiares. Ayuda a disminuir las discusiones y malentendidos; además de comprender mejor las razones y emociones de las personas que queremos y con las que nos relacionamos.
¿Cómo desarrollar esta habilidad?
Practica el interés por las personas y por lo que ellas o ellos hablan. “Escuchar es un arte”, no todo el mundo tiene la habilidad pero si la puede desarrollar.
- Una postura atenta demuestra disposición física y mental para escuchar.
- Evita las distracciones.
- Mirada atenta y fija en el interlocutor que demuestra interés.
- No interrumpir. Estar atento a las emociones y sentimientos.
- No juzgar. Mantener una mente abierta a los razonamientos de las personas con quienes nos comunicamos.
- Atención a las expresiones corporales y el tono de voz.
- Alentar a la persona en su conversación con preguntas, para captar mejor el sentido de su mensaje.
Pero sobre todo, hay que ser sincero con quien compartes y con uno mismo; y si del todo no sientes interés por lo que te van a hablar, es mejor que de una forma respetuosa le no alientes a seguir hablando y de esa manera no provocar sentimientos negativos ni de frustración en las personas.
“Escuchar es un acto de voluntad, y con ello le demuestras a las personas cuanto te interesan”.