También la Lluvia y Balada Triste no se comen ni las sobras
Ni Bollaín, ni De la Iglesia, contra todo vaticinio, fue Agustí Villaronga el gran triunfador de la noche gracias a Pa Negre, con nada más y nada menos que 9 Goyas. Bueno, parece que el jurado no cambia de gustos y sigue decantándose por el drama de la posguerra con críos como protagonistas, nuevas experiencias y demás rollos sobre el paso de la niñez a la madurez en un entorno de crisis y con algún toque mágico. Pues eso, lo mismo de siempre, exceptuando el grato galardón de la edición pasada a Celda 211, donde parecía que la orientación en las preferencias de la Academia, comenzaba a cambiar, pero no.
Lo más destacado de la entrega de premios, tras el salto.
La gala transcurrió con normalidad, es decir, aburrida, o por lo menos esa fue mi impresión. Chistes fáciles de Buenafuente en los que podría haberse excedido un poco más. Cuando parecía que el asunto se empezaba a calentar, el presentador suavizaba el tono y el clímax se enfriaba estrepitosamente. Andreu, sabemos que puedes ser más malo. La única tensión que dio un poco de vidilla al asunto fue el espóntaneo que emergió en el escenario, quien sembró el desconcierto entre los asistentes. Vale, el tío era un imbécil, pero nos dejó a todos traspuestos, aún más que el numerito musical del omnipresente Luis Tosar, Paco León y Hugo Silva, entre otros. A este ambiente 'trágico' no contribuyeron las 'horro-versiones' que se marcaron de las nominadas, con una Balada Triste a lo Marvel que pareció no haber hecho demasiada gracia a su director.
Álex de la Iglesia se agenció sólo dos estatuillas, que en realidad no significaban una gran victoria para su película, fueron las de Maquillaje y Efectos Especiales. Así que imagino que la cara de mustio que llevaba desde que el lastre de la Sinde se le enganchó del brazo, no se le quitaría en toda la noche, a no ser que se tomara cinco whiskazos para el cuerpo. Su discurso de despedida fue profundo y como siempre, tremendamente coherente, haciendo, por supuesto, alusión a la Ley Sinde y defendiendo Internet como el medio ya no del futuro, sino del presente, en el que se encuentra la salvación del cine español. Recordó al discurso que el personaje de Natalie Portman lee en V de Vendetta, con una maravillosa frase que, en este caso, De la Iglesia transformó para la ocasión: "No te conozco (al próximo presidente de la Academia), pero te quiero".
La de Rodrigo Cortés, Buried, se hizo con tres 'Goyacéfalos', el de Mejor Guión, Mejor Montaje y Sonido. El mismo número que la de Iciar Bollaín, También la Lluvia, que parecía el huracán que iba a arrasar y se quedó en una brisilla. Uno de sus actores, Karra Elejalde, fue galardonado con el premio al Mejor Actor de Reparto, único de los intérpretes que, junto a Javier Bardem, para el que recayó el de Mejor Actor, pudo rascar algo, ya que todos los demás fueron a parar a manos del coro de actores que componían Pa Negre, Nora Navas, Laia Marull, Marina Comas y Francesc Colomer.
Mario Camus recogió el Goya de Honor como reconocimiento a toda su carrera y soltó un discurso en el que quiso ensalzar el trabajo de los actores y criticar la invasión estadounidense en el panorama nacional. Aunque más bien habría que plantearse qué falla en el producto español que provoca que el espectador se decante por el norteamericano. "El panorama no es muy grato. Tenemos que impedir que acaben con nuestro cine. Pero llegará la primavera y veremos las cosas de otra forma. Contemos nuestras historias y hagámoslo con sinceridad. Siempre se espera esa ley que ponga orden en tanta dificultad para que no se haga tan complicado hacer este trabajo". ¿Es eso una defensa de la Ley Sinde?
Muchas sorpresas prometieron y lo cierto es que tampoco fueron tantas para ser una edición impregnada de un aniversario y una importante e indeseada despedida, a excepción de las inesperadas, el espontáneo y la comilona que se pegó Pa Negre. Balance final: Muermo.
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