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Ubicado en un anexo del Museo de Arte de Toledo, el Pabellón del Vidrio es una escultura arquitectónica que alberga una vasta colección de vidrio y al mismo tiempo sirve como centro de producción.
Concebido por los ganadores del Premio Pritzker, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, la dupla de arquitectos de Estudio SANAA diseñó una estructura capaz de fusionar arte, funcionalidad y tecnología. A través de la maestría del vidrio, el edificio se presenta como un espacio de transparencia, ligereza y fluidez, que explora nuevas formas de interacción entre la arquitectura y su entorno.
La historia de Toledo como centro de producción de vidrio en el siglo XIX es otro elemento importante que se refleja en el diseño del pabellón. Aunque la industria del vidrio ha desaparecido en gran medida de la ciudad, el museo ha decidido preservar y revitalizar esta tradición mediante la creación de un espacio dedicado a la colección de vidrio.
De esta manera, la estructura del pabellón, construida entre 2001 y 2006, honra la historia local y también se proyecta hacia el futuro, incorporando soluciones arquitectónicas de vanguardia que responden a las necesidades del museo y sus visitantes.
Situado al sur de un área residencial de carácter victoriano y frente a la histórica estructura principal del museo, el pabellón respeta la densa vegetación de robles centenarios que lo rodean y se consolida como un volumen único de una sola planta perforada por tres patios.
El espacio está cuidadosamente diseñado para integrarse con la naturaleza y crear una experiencia inmersiva. Desde el interior, el vidrio envuelve los distintos recintos, lo que permite que el visitante se sienta prácticamente suspendido entre el jardín circundante y el interior del edificio, como si no existiera una separación entre ambos.
Uno de los aspectos más innovadores del pabellón es su diseño basado en una retícula rectilínea que se adapta a las necesidades del programa arquitectónico. Las áreas de exposición y el taller de fabricación de vidrio se agrupan en unidades autónomas de vidrio, cuya forma redondeada se inspira en las burbujas interconectadas. Estas unidades están rodeadas por una segunda capa de vidrio, creando un sistema de aislamiento que regula las condiciones climáticas del interior.
Las burbujas no solo son estructuras de exposición, sino que también sirven como un espacio para la fabricación de vidrio en vivo, donde los visitantes pueden observar el proceso artesanal de fundición y soplado. Esta interacción directa con el proceso de creación convierte al pabellón en un espacio educativo además de expositivo.
Además de una función estética, el uso de este material responde a una necesidad técnica. El vidrio actúa como una barrera térmica, regulando la temperatura interna del pabellón sin necesidad de utilizar muros gruesos que interrumpan las vistas.
A su vez entre los diferentes espacios se generan vacíos que contribuyen a amortiguar el ruido y equilibrar las temperaturas extremas, especialmente en las áreas donde se fabrican los vidrios a altas temperaturas. Estos vacíos funcionan como colchones térmicos que ofrecen un aislamiento natural para evitar la condensación y asegurar que los paneles de vidrio permanezcan transparentes y limpios.
Este sistema avanzado de climatización permite controlar de manera independiente las condiciones en cada una de las áreas del pabellón. Además, regula la temperatura y la humedad en tiempo real, lo que es especialmente importante en un espacio donde las obras de vidrio y el proceso de fabricación de vidrio requieren un control meticuloso del ambiente.
La cubierta del pabellón se sostiene sobre una estructura de acero que, a pesar de su ligereza, es capaz de soportar las cargas del edificio sin comprometer la estética. La disposición de los pilares es atípica; en lugar de seguir una cuadrícula regular, se altera para crear un patrón irregular que refuerza la sensación de fluidez del espacio.
El vidrio utilizado en la fachada es extremadamente delgado, permitiendo que las líneas entre los paneles sean la única interrupción visual significativa. Este detalle de diseño resalta la pureza del material y su capacidad para permitir una percepción casi infinita del espacio. La estructura de acero, por su parte, se combina perfectamente con el vidrio para crear una estructura que resulta funcional y estéticamente atractiva, disfrutable tanto desde el interior como desde el exterior.
Información de obra
Cliente: Toledo Museum of Art
Arquitectos: Kazuyo Sejima + Ryue Nishizawa / SANAA
Colaboradores: Floroan Idenburg, Toshi Oki, Takayuki Hasegawa, Mizuki Imamura, Keiko Uchiyama, Yutaka Kikuchi, Junya Ishigami, Tetsuo Kondo, Larry Burns, Nobuhiko Shoga
Consultores: Sasaki and Partners, Guy Nordenson and Associate (estructura); Cosentini Associates (instalaciones mecánicas); Shozo Toyohisa, Arup Lighting (ilumimación); Front (fachada); Havey Marshall Berling Associates (acústica); Neville Tree & Landscape (paisajismo)
Fotos: Iwan Baan
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