Puede elegir voz o texto
Este pasado Dos de Mayo Pablo Casado saltó a una piscina sin agua y ahora los peperos rajoyistas esperan fuera de la UCI con la corona de flores dispuesta.
Dice ahora Casado, coreado por la simpar Esperanza Aguirre, que la etapa de Rajoy al frente del Partido Popular supuso el comienzo de la sangría de votos que el partido ha sufrido paulatinamente, y que se ha materializado en las pasadas elecciones generales el 28 A como un descalabro de dimensiones colosales. Sin embargo, yo no recuerdo a Casado quejarse en modo alguno del goteo de votos que se fue dando desde que Rajoy y su banda de traidores accedieron al gobierno de la nación y fueron incumpliendo, uno a uno, todos los puntos de su programa electoral.
Casado, con estas declaraciones, ha quedado como otro político al uso. Oportunista, veleta y muy poco fiable. Porque si un día dice que la caída del PP se debe al fraccionamiento de la derecha, para asumir después la realidadde que la gestión de Mariano Rajoy, además de nefasta para la nación, ha sido un torpedo en la línea de flotación del PP, es que a Casado le falta un criterio claro y una posición solvente como líder, o es que es menos líder de lo que algunos creen y en realidad actúa y opina al dictado de otros que detentan el poder detrás de él.
Pero aún hay más. Pablo Casado se decide ahora a llamar “extrema derecha” a Vox. ¿Qué quiere decir tal cosa? ¿Qué ahora Vox ya es extrema derecha y antes no? ¿O que Casado ha sido suficientemente cobarde como para no llamar “extrema derecha” a Vox antes de las elecciones y ahora ya si se atreve a hacerlo?
Añade Casado que Ciudadanos se ha comportado como un partido socialdemócrata que decidió definirse como liberal hace apenas un año. Eso es cierto. ¿Pero, como puede usar el todavía líder del PP ese argumento como reproche, cuando su propio Partido Popular ha sido un partido socialdemócrata en sus políticas económicas y sociales desde el Congreso de Valencia de 2008 hasta que dejó de gobernar en junio de 2018? ¿Cómo puede comentar, en tono de cierta burla, que Ciudadanos ahora se define como liberal, cuando el Partido Popular ha traicionado todos y cada uno de los principios liberales que defendió durante tanto tiempo y frente a tanta oposición?
Declaraciones como éstas dejan perplejo a cualquiera que tenga un mínimo de criterio propio. Parece que alguien le haya reprochado a Pablo Casado que no ha sabido defender la posición de centro derecha que le ha quitado Ciudadanos delante de sus narices. Parece que alguien le haya advertido que la compañía de Vox puede perjudicar mucho al partido y a él mismo. Parece que alguien ha decidido desempolvar el fondo de armario Popular para sacar otra vez al aire a viejas glorias como Aguirre, que puedan contribuir a dar una imagen de Partido Popular que la gran mayoría de los antiguos votantes del PP ya no creen y lo demuestran repartiendo sus votos entre Vox y Ciudadanos. Y parece que, ayer sí, hoy no, y puede que mañana a lo mejor, Casado y la caterva de vividores que le rodean, no quieren reconocer, o quizás sí, o posiblemente, a lo mejor, pero dependiendo de lo que convenga en cada momento, que Vox no existiría si Rajoy, con la ayuda de todos los que le apoyaron, tanto de hecho como con sus silencios, hubiera sido el presidente que el Partido Popular liberal conservador esperaba y que la mayoría absoluta de la nación española necesitaba.
Ahora Pablo Casado afronta el reto de su continuidad frente al partido. Es cierto que “las tres derechas” habrían sumado más votos que las izquierdas, si hubieran llegado a un pacto anterior a las elecciones, pero no es menos cierto que si vox no existiera, la traición del Partido Popular hacia sus votantes habría engrosado el número de escaños de Ciudadanos muy por encima de los populares.
Casado asumió el complicado desafío de reconducir a los populares desde su hundimiento ante la nación hacia el éxito electoral, pero ahora no puede vivir de rentas políticas porque su liderazgo ha sido un completo fracaso en las elecciones del 28 A. Si no se decide pronto un camino a seguir que le presente como un presidente independiente del pasado rajoyista que tantas calamidades propició en España, acabará tragado por el sumidero de la historia, dejando el recuerdo de haber sido un breve recambio en la dirección de un partido que hace aguas por todas partes, mientras Soraya Sáenz de Santamaría se frota las manos cómodamente colocada en el independentista e influyente barcelonés despacho de abogados Cuatrecasas.
Escrito originalmente para Rambla libre el 4 de mayo de 2019