La nueva estrella del PP, su vicesecretario de comunicación, Pablo Casado Blanco, de 34 años, dijo en 2009 algo que supuestamente hirió a muchos descendientes de víctimas del franquismo, fusilados o represaliados: le llamó “carcas” a los que evocan siempre a aquél régimen para atacar lo que no sea de izquierdas.
“Están todo el día pensando en la guerra del abuelo” o “en la fosa de no sé quién”, dijo con nula delicadeza en un congreso del PP en Madrid.
Desliz que no repitió. En sus crecientes intervenciones en televisión aparece como una persona educada, amable, que además expresa elocuentemente sus ideas, quizás porque aprendió modales durante su formación académica y profesional, por otro lado brillante, en España y EE.UU.
Por esas características y por tener edades parecidas recuerda a Albert Rivera mucho más que a sus también coetáneos y siempre irritados Pablo Sánchez y (el pequeño) Pablo Iglesias.
Ahora, Casado tiene que pedir constantemente perdón “a quien haya herido”.
Pero debe saberse que su abuelo materno, Herman Blanco, médico afiliado a la UGT, fue condenado tras la guerra a treinta años de cárcel, de los que cumplió cinco, e inhabilitado hasta mediados los 1950. Su foto e historia están en la Fundación Pablo Iglesias (el grande).
Casado Blanco no quiere recordar a su abuelo para defenderse porque, precisamente, cree que bien entrado el siglo XXI es de carcas evocar constantemente la guerra concluida hace 76 años, y el régimen franquista, hace 40.
Casado hirió, entre otros, a los dos expresidentes de la Junta de Andalucía, Chaves y Griñán, que hablan en nombre de “nosotros, los perdedores” siendo hijos de militares franquistas voluntarios, igual que Zapatero, que sólo se acuerda de su abuelo fusilado y niega a su abuelo materno, un franquista.
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SALAS