Revista Cultura y Ocio

Pablo García Casado, unos poemas

Publicado el 16 mayo 2013 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Dentro de la serie de homenajes poéticos que estoy haciendo en el blog, me apetece hablar hoy de un autor joven, de alguien que aún (y más cuando yo lo leí) no es un poeta consagrado, como pueda ser Jaime Gil de Biedma. No recuerdo exactamente cómo me acerqué a la poesía de Pablo García Casado (Córdoba, 1972). Quizás me ocurrió lo mismo que con Miguel D´Ors, al que descubrí gracias a la revista Clarín, o puede que simplemente tomara a su primer libro, Las afueras (1997), en alguna librería, y que me hubiera fijado en él porque era de la ya extinta editorial DVD, cuyo trabajo me ha interesado bastante en los últimos tres lustros. Sí que recuerdo haber visto la foto de García Casado a página completa en el suplemento dominical de algún periódico (lo que me pareció raro, por tratarse de un poeta joven); y sé que leí reseñas de su primer libro de poesía en alguna parte.
El caso es que leí Las afueras a finales de los años 90 y fue un libro que me subyugó de inmediato. Una poesía joven, fresca, que tenía que ver con la tradición española pero también con las canciones de rock o con el realismo norteamericano de Raymnod Carver y de Charles Bukowski.
Tengo la primera edición de sus tres libros publicados en DVD: Las afueras (1997), El mapa de América (2001) y Dinero (2007). El mejor siempre me pareció Las afueras, uno de esos libros que mis queridos amigos, ya saben los-que-no-leen-poesía-porque-no-la-entienden, deberían leer y disfrutar. Ese libro refleja a la juventud de los 90 en España mejor que muchas novelas de la época.
Ahora que la valiosa editorial DVD ha desaparecido, Visor acaba de publicar un volumen con los tres libros comentados, titulado Fuera de campo. Un libro de poesía muy cercana y muy recomendable. Pablo García Casado, unos poemas
Todos los poemas que cuelgo a continuación son de Las afueras:
1972   parís, Texas
por qué travis qué hay de esa oscura pregunta
por qué la casa en ruinas por qué él por qué ella
por qué el verano de mil novecientos setenta y uno
qué tuvo que pasar qué clase de química por qué
la huelga en el sector metalúrgico por qué el atasco
por qué llegaron rendidos y aún así se besaron
como si mi vida les fuera en ello
C-121    it seems so long ago, Nancy
  Leonard Cohen
no muy lejos en esa ciudad con sus miles
de citas a ciegas hubo también otras noches
como ésta volviendo a casa -las vías
muertas del regreso las mismas preguntas­
y es que a pesar del amor de los brazos
y de las piernas abiertas la soledad regresa
con sus dudas
Ginebra besos

me dices que la cama de tu cuarto
está sin hacer que bajaste y todas
las tiendas estaban cerradas que hoy
es domingo que ayer sábado dijimos
muchas cosas mucho amor ginebra besos
que si tengo algo de pan o de ternura
que prestarte
Golosinas
como un caramelo saliendo del envoltorio
así me sentí la noche en que después de pintarme
de golfa tú por fin te decidiste una mejor
estrategia una retirada a tiempo y las cosas
no tendrían ese sabor que queda tras el fraude
me dejaste aquí tirada como un caramelo
después de chupado
Home sweet home
la cabeza dentro del retrete los dedos en la garganta
hay un número determinado de neuronas que se pierden
después de una noche como ésta por más que lo intento
las tuyas siempre encuentran el camino
 
La edad del automóvil
ahora estás en el mercado lleva tus ojos
hacia un cuerpo y un volante pruébalo úsalo
y rompe el contrato verás qué rápido aparecen futuros arrendatarios tú pregunta por la marca
el modelo y la amplitud del asiento de atrás
no te reprimas déjate llevar por la erótica del negocio
Las afueras
por más que se extiendan las ciudades hasta juntarse
unas con otras por más desengaños que el sexo la muerte
o las oposiciones nos deparen quedarán siempre las afueras
la oscuridad de los polígonos industriales la ineficacia
el ministerio de obras públicas por más que se empeñen
colectivos ciudadanos asociaciones de vecinos seguirán
amaneciendo los restos del amor en las afueras
 
Número nueve
quise borrar las huellas de aquel cuerpo
limpié con táifol el lavabo los restos
del afeitado corrieron por el desagüe
quise borrar la cita en el centro la puesta
en escena el vestido corto sus buenos modos
el beso a la salida del restaurante el sí
el día después la frialdad del desayuno
Número trece
te despiertas miras la hora vas a la cocina
bebes agua te quedas sentada escuchando
el motor del frigorífico por el patio interior
los hijos de la vecina juegan a destrozarse
los oídos estás sola y te acude una inquietud
propia de domingos con resaca un nerviosismo
de condones rotos
Sweet Jane   lou reed
yo he vivido mucho tiempo pendiente de un hilo
telefónico de un buzón sin cerradura de las manos
de unos hombres que no quisieron encontrarme
acumulando toda clase de pastillas esquivando
como pude los domingos por la tarde yo he vivido
demasiado tiempo al otro lado de la pantalla
mirando el amor por los anuncios

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