Tiene un nombre corriente. Demasiado fácil para recordarlo. Por eso este funambulista se llama como él, para que lo olvides. Pablo Gutiérrez, un autor para mi completamente desconocido hasta la semana pasada, ha escrito la novela más sorprendente que he leído este 2010. Se llama “Nada es crucial” y la ha editado Lengua de Trapo.
“Todo esto sucedió en los ochenta, cuando los yonquis dominaban el planeta y vagaban y se apoderaban de los descampados sin que hubiera agencias inmobiliarias ni asistentes sociales que se les opusieran (…) Antonio Lecumberri era un niño mugroso y despistado que nunca traía el babi ni las ceras de colores ni las galletas envueltas en papel de aluminio que los demás parvulitos nunca olvidaban; ni siquiera solía llevar dos zapatos iguales”.
Antonio Lecumberri es Lecu o Chico-Musgo, un niño de padres yonquis que sobrevive en Mundofeo, la España gris de los ochenta, esa España en la que los niños comprábamos en el estanco el paquete de “Ducados” que ha pintado de negro los pulmones de papá. Esa España en la que los niños jugábamos al fútbol en descampados, nos liábamos a pedradas entre coches y envidiábamos a los hermanos mayores, que robaban chapas vírgenes en “Metalinas”,dejando un reguero que rozaba las fauces de los veloces Doberman del guarda.
Mundofeo, Mundo-lecu, Tessamundo, Neocosmos, Maguiverso… son los pequeños mundos que se entrelazan en “Nada es crucial”, novela fragmentaria y veloz, cuyo argumento puede jibarizarse hasta una frase de cuatro palabras (o 20): chico (superviviente imposible del holocausto yonqui) conoce a chica (superviviente imposible del drama “mira, mira, es la hija del marica”). Lecu conoce a Magui, esa es la historia, pero lo importante, claro, es la literatura.
Y la literatura de “Nada es crucial” comienza con el bautismo de los personajes que giran alrededor de las vidas de Lecu y Magui: el Señor Alto y Locuaz, la Señora Amable Uno Buenchico, el Orco Rotundo… Pablo Gutiérrez juega con los nombres como si sus personajes protagonizasen un libro infantil, pero su historia sólo se salva de ser un cuento de terror porque el autor reparte las dosis justas de humor. Estamos a punto de caer en un pozo y en la última línea nos salva una carcajada.
Recuerda, el escritor de esta gran novela se llama Pablo Gutiérrez. Le puedes ver aquí, en esta entrevista de “Página 2”. O leer aquí. Recuérdalo tú y recuérdaselo a otros, porque Pablo Gutiérrez es uno de los escritores más prometedores de nuestro Mundofeo, y de Mundogranta, y de Cosmocrítica y de este Mundofunámbulo, gracias a la feliz recomendación de mi amigo Alberto que me ha permitido disfrutar de esta estupenda novela.
29/12/10