El gurú mediático de la izquierda postmoderna justificará del modo que suele hacer en las tertulias, de las que se convirtió en verdadero experto, porqué calificó hace un año de caradura a D. Vicente Navarro y ahora le encarga el plan económico de la reciente formación política. Siguen sin apearse del concepto de renta básica, redistribución de la riqueza, terminar con los paraísos fiscales y estas cosas, que suenan bien en el patio de un centro de enseñanza secundaria, pero que se alejan de la vida real. En primer lugar, no está en manos del Sr. Iglesias, ni de nadie, terminar con los paraísos fiscales, algo que supera con creces y de lejos, las posibilidades reales de D. Pablo. Mientras suceda esto, el gran capital, al que el líder espiritual y político del movimiento asambleario pretende retener para hacer pagar impuestos, se irá “como lágrimas en la lluvia” sin que tenga tiempo a percatarse en que oscuro y lejano rincón del planeta se encuentra, y desde el que ingresará periódicamente pequeñas cantidades en nuestro país, algo que es perfectamente legal. El modelo venezolano o cubano de economía no me atraen especialmente, y me contaría entre los españoles que buscarían aires más frescos al norte de los Pirineos para el improbable caso de que este ciudadano acceda al poder. De momento parece ser que pretende prohbir el acceso a los puestos ejecutivos de su partido a los antiguos miembros de Izquierda Anticapitalista, que le ayudaron a formar una base sólida para su partido; las cosas parece que no van muy bien entre ambos y la solución democrática pasa por cortar la cabeza al adversario político, en sentido figurado, por supuesto, pero de modo no sustancialmente distinto al que utilizaron desde hace tantos años, los partidos de la “casta” que acérrimamente critica nuestro querido mesías.