¿Recuerdan que una vez escribí acerca de la sordera selectiva? Bueno, pues este post es acerca de algo similar. Para que nos podamos entender, lo voy a llamar: concentración selectiva (para no decir: flojera mental).
Verán, Pablo es un poco (muy) distraído… a veces. Sobre todo con el tema de los nombres de las personas. Ya casi se va a cumplir un mes desde el inicio de clases y todavía no se aprende los nombres de los 4 niños nuevos (tal vez sólo sean 3, pero como me menciona tantos nombres diferentes, realmente es un misterio). No debería ser tan complicado, considerando que sólo son 11 (¿ó 12?) niños en todo su salón…
Pero no me sorprende. El otro día, saliendo del súper nos topamos con un niño de su edad. Como Pablo habla con todo el mundo, no me llamó la atención que lo saludara:
―¡Hola!
―Hola― el otro niño respondió.
―¿Cómo te llamas?
―Juan
―¿Juan? ¡Yo me llamo Pablo!
―Ya lo sé, Pablo. Somos del mismo equipo de fútbol…
Pablo, Pablo, Pablo… creo que nunca va a cambiar.
Sin embargo, la percepción acerca de él que tiene la gente que lo acaba de conocer es completamente diferente (claro, hasta que lo vuelven a ver y él les dice:” ¡Hola, mucho gusto! ¿Cómo te llamas?”. Cualquier parecido con Dory, de Buscando a Nemo, es pura coincidencia).
Y es que Pablo tiene algo muy particular: su forma de hablar. Es extremadamente propio, utilizando un montón de palabras domingueras que tienen el efecto de hacerlo parecer un gran letrado, dotado de una excelente memoria. Así es como apantalla a quien lo escucha, soltando palabras como: neumático, piscina, ballesta, carecer, obsequio, habitación, gafas, averiado, insignia y santiamén, entre otras.
Definitivamente no lo sacó de mí, ya que yo no utilizo estas palabras. Tampoco su papá. Todavía está en proceso de aprender a leer (imagínense a Dory, hablando balleno. Así es como todavía lee mi chaparro), así que tampoco se puede decir que lo aprendió de los libros. Ni modo, hay que ser honestos, la verdad, yo creo que saca este vocabulario de las horas que pasa frente a la tele (o el televisor, como diría él). No importa. El chiste es que logra aprenderse palabras nuevas, escuchándolas tan sólo una vez.
Entonces, ¿por qué le cuesta tanto trabajo aprenderse los nombres de las personas? Por fin, ¿tiene buena o mala memoria? ¿Acaso tengo razón con mi teoría de la concentración selectiva? ¿Será que sólo se concentre en aquello que le interesa? Ok, no es necesario que me contesten. Ya entendí.
Mala memoria, cuernos. Escuincle mañoso… cómo me encantas.