Escribir a diario debería ser considerado un acto de voluntad pura por causa de la matadora jornada laboral que poco nos sirve para llegar a final de mes, o de las actividades extracurriculares relacionadas con los hijos, como cumpleaños y reuniones. Es poco el tiempo que tenemos a nuestra merced para desarrollar la gran historia rompe esquemas y postmoderna que las editoriales se pelean por conseguir: el apreciado manuscrito (admítelo, también lo sueñas).
En los momentos de delirio que mi generoso trabajo me otorga, puedo desatender la computadora, tomar la libreta regalona y escribir escurridizas ideas que vienen en forma consecutiva. En seguida imagino el papel como una liviana y crujiente masa hojaldrada, donde el chocolate escurre, engendrando el mejor argumento; así no tengo cargos de consciencia cuando veo el basurero atiborrado con bolas de papel.
La noble vida del escritor se asemeja al largo historial del macaron: aquel pastelillo insigne de las vitrinas pasteleras francesas, ese que las fashion bloggers aman fotografiar y lucir en Instagram. Famoso por sus diversos sabores y colores, ha tenido décadas y décadas de perfeccionamiento. Obtener la textura crujiente del merengue almendrado y que el relleno nos estalle en la boca, es una prueba del porqué su popularidad ha ido en ascenso.
A este punto te estarás preguntando de qué rayos hablo, ¿cierto?
De forma parecida ocurre con nuestro estilo literario. Vamos mutando en compañía de la madurez. Comienzas a escribir fanfiction. Luego tus lecturas se vuelven selectivas. Admiras a personas de letras que ya descansan en gloriosas tumbas. Notas lo difícil que es entrar en el círculo literario. Te preguntas cómo llamar la atención de una editorial. ¿Será posible que apuesten por un escritor novel? Y mientras esperas, entras al mundo digital y participas de concursos literarios, confiando en que tu propuesta será escuchada.
Con la experiencia adquirimos manías poco favorables que, dependiendo de la situación, soltamos cuando nos cae el ladrillo encima y notamos cuán importante es la escritura en nuestra vida. En una era donde la inmediatez es pan de cada día, adquirir paciencia y mantenerla como aliada es un reto, más cuando tenemos la suerte de que nuestra preciada propuesta ha sido respondida: ¡por fin valorarán tu manuscrito!, pero tomará tiempo… Y en la mayoría de los casos, terminamos recibiendo un soso email de rechazo.
Por eso quiero compartirte seis consejos para mantener la paciencia, los cuales puedes aplicar a tu vida literaria o a cualquier área que amerite.
Consejos para mantener la paciencia
› Si ya decidiste que quieres ser escritor, ¡a trabajar se ha dicho! Nutre tu mente con buenas lecturas (también cuentan las malas), escribe a diario. Que se convierta en tu mantra. Escribir. Leer. Escribir. Leer. Escribir. Leer.
› Si enviaste tu mejor manuscrito a un concurso o editorial, no te tortures pensando en eso o revisando cada cinco minutos tu correo electrónico. Sigue escribiendo, soñando con ideas que traerán más inspiración y organizando nuevos proyectos.
› Si te rechazan (también lo hicieron con los grandes), continúa escribiendo. No creas que todos tus escritos son popó, o que están en tu contra. Prueba con otras editoriales e ignora a ese diablillo interior que te dice cada dos por tres «revisa otra vez la bandeja de entrada».
› No pierdas el control. Si quieres ser escritor, debes ser consciente de que tomará tiempo. Primero debes aprender las técnicas de escritura, escribir mucho, pasar por todas las etapas de revisión, corrección y edición, y un largo etcétera. Para colmo, después vendrá todo el tiempo de espera por una editorial.
› No te hagas muchas expectativas. Existen factores que cambian el curso de nuestras vidas. Y si una editorial no es tu opción, prueba con la autopublicación. ¡Pero que sea de calidad!
› Mantente positivo y con la mente limpia. Disfruta el camino mientras te diriges a la meta, el día a día. Saborea el proceso de convertirte en escritor.
A veces no tenemos una estrategia o no sabemos cómo hacernos tiempo para escribir, pero hay un sinnúmero de actividades que podemos hacer:
- APROVECHAR LOS TIEMPOS MUERTOS.
- ORGANIZARTE Y NO PROCRASTINAR.
- TOMARTE EL OFICIO CON SERIEDAD.
- TENER (O DESARROLLAR) FUERZA DE VOLUNTAD.
- SER REALISTA.
Mi querido tripulante, la paciencia a veces parece alejarse y la voluntad propia por escribir se detiene por miedo a la pérdida del tiempo. No olvides que si transformas tus escritos en los cautivantes macarrones que describí al inicio, los comensales se deleitarán. Quizá tengan que pasar años para que el fruto termine por aflorar, pero solo quien sigue el camino lo conseguirá.
¡A trabajar, señores!, que este es solo el inicio… y no olvides tomarte un rico café en los tiempos muertos, mientras sigues ideando tu próxima historia.