Revista Salud y Bienestar
Muchas veces se dice que la palabra paciente tiene su origen en la paciencia que debe tener una persona a la hora de ser atendida, aunque su origen es otro. Según leemos por ahí, "paciente" es un préstamo del latín "patiens" o "patientis", el participio presente del verbo "pati", que significa sufrir o aguantar. Vamos, la misma raíz que "padecer".
Hoy no hablaremos de la espera para una prueba, intervención o consulta, ese tiempo que se calcula y forma parte de la famosa "lista de espera". Nuestra intención es esbozar unas cuantas líneas sobre la espera previa al momento clave, es decir, el tiempo que el paciente pasa en la sala de espera o donde sea, haciendo tiempo hasta que le toca su turno.
En el reciente Barómetro Sanitario 2009, la puntuación del tiempo de espera hasta entrar en consulta obtenía una nota media de 5,56 en atención primaria y de un 5,45 en el hospital. Lógicamente al paciente le afecta tanto la espera incierta (¿cuándo me operarán?) y la espera cierta (en un rato me atienden).
Dicha espera a veces depende del paciente (los que llegan mucho antes por ejemplo), otras del profesional (agenda, tiempo ajustado para cada paciente, empezar tarde, interrupciones) y por supuesto otras del propio proceso (mala planificación, triaje, derivación indebida). Pero no es nuestra intención buscar culpables ya que según las experiencias personales, tendremos una u otra percepción. ¿Hay soluciones sencillas de implantar?
Si no podemos cambiar a corto plazo ninguna de las causas citadas, siempre podemos actuar sobre el propio tiempo de espera y su entorno. Salas de espera diferentes, más alegres, con distracciones como una televisión, zona de lectura o incluso de internet, preparadas para que la espera no parezca eterna. Si ya sólo el color de la pared es clave para conseguir un cambio de actitud...
En Estados Unidos dan mucha importancia a las zonas de espera y están perfectamente acondicionadas. Incluso hay profesionales que publicitan el corto tiempo de espera para el tratanmiento. Incluso este artículo del New York Times anima a los pacientes a pedir un descuento cuando les hagan esperar. ¿Es tan importante como parece o se trata de un mal menor y asumible? Diferenciar lo importante de lo crucial es complicado, pero si el paciente es el centro del sistema, su tiempo también debe serlo. Nosotros nos decantamos por un mejor diseño de todos los procesos, conocer los flujos de pacientes y saber aproximadamente cuanto tiempo deberíamos dedicar a cada paciente. Un ejemplo sería que el paciente pudiera escribir cuando pide la cita previa un resumen de lo que le pasa o crear una consulta telefónica previa con el mismo objetivo.¿Más ideas? Para amenizar la espera también funciona muy bien la música, hoy le toca el turno a Chet Baker.