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Paco Jamandreu en mi mesa de luz

Publicado el 22 junio 2015 por Matichica
Hace unos días les comenté en mi cuenta de Instagram que estaba leyendo las memorias de Paco Jamandreu y si bien no tengo tanto tiempo libre como en verano, les aseguro que la lectura de este libro es adictiva. En mi mesa de luz aguarda para que noche a noche recorra las páginas con una mezcla de avidez -por lo apasionante del relato- y mesura -porque quiero que me dure mucho-. Publicadas por primera vez en 1975, fueron reeditadas el año pasado por Caballo Negro y podemos decir que se hizo justicia...
Paco Jamandreu en mi mesa de luz ¡Gracias Gaby Purvis por este préstamo!
Algunos dirán que Paco no fue un gran escritor y estarán en lo cierto, pero les aseguro que la calidad literaria no es lo determinante en este libro sino la crudeza y sinceridad con que en cada página desgrana su propia vida. Leyéndolo podemos sentirnos frente a un escenario de los que tan bien pintaba García Lorca -aquellas mujeres todopoderosas que marcaban a fuego la infancia de niños sensibles-, o los relatos de Manuel Puig con sus pinceladas descarnadas de los pueblos argentinos de la primera mitad del siglo pasado: 
"Las tías eran todas maestras. Cuando había reunión de magisterio en el pueblo y cruzaban en diagonal la linda plaza, la hermosa y cuidada plaza de mi pueblo, los lustrabotas y los vendedores de diarios y caramelos -sus alumnos en sus diferentes colegios-, se gritaban unos a otros:  -¡Ojo! pibes, ya viene cerca el escuadrón de seguridad.  Y era lindo verlas, todas al mismo paso, todas con sus guardapolvos blancos con mi madre junto a ellas. Eran un mundo aparte dentro del mundo aparte de mi pueblo...".
Su infancia, vivida entre el pueblo y Europa, fue una etapa de aprendizajes y vivencias intensas; pero las crisis propias de la adolescencia lo hicieron sentir cada vez más lejos de los de su edad, lo cual lo llevó a buscar refugio en sus dibujos de un mundo de fantasía y glamour:
"Si, fue fea, muy fea mi adolescencia. Cada día me quedaba en casa. Los sábados -¡cómo los recuerdo!-, ponía la radio en el comedor y dibujaba modelos mientras escuchaba tangos. Modelos que imaginaba para Mecha Ortíz, para Amelia Bence, para Libertad Lamarque, Zully Moreno, Fanny Navarro, Mirtha y Silvia Legrand. Luego llamaba a mis hermanos y hacíamos concursos de belleza con mis dibujos". 
Y después, la mudanza de 25 de Mayo a un Buenos Aires que se le hacía inmenso y misterioso, pero que prometía libertades y experiencias imposibles en el pueblo. Sus figurines le abrieron las puertas del mundo del espectáculo, y su arrogancia y auto-confianza hicieron el resto. Me encanta porque Paco habla de la época de oro del cine argentino desde adentro. Habla de esas divas lejanas y misteriosas que se asemejaban a las de Hollywood y que yo aprendí a idolatrar viendo estas películas en blanco y negro con mi padre, amante de ese cine tan particular...
"Entonces era la época del vedettismo y una estrella o astro eran, absolutamente, una estrella o un astro. Un halo de misterio envolvía sus vidas. Camarines especiales, rodantes; ayudantes para vestirse, secretarias, peinadores y maquilladores para cada uno; enormes coches esperándolos en las puertas del estudio. Todo un mundo perfectamente organizado se movía alrededor de Mecha Ortíz o de Pedro López Lagar. (...) Entonces las revistas hablaban del talento, del espirit, de la belleza o de la elegancia de las grandes figuras; hoy solo tienen importancia los partos. 1975 marca el reinado del semen y la cigüeña".
Sus diseños fueron lucidos por Zully Moreno, Elsa O'Connor, Iris Marga, Mirtha y Silvia Legrand, Paulina Singerman, entre otras y la carrera se volvió meteórica. 
Paco Jamandreu en mi mesa de luz
Paco Jamandreu en mi mesa de luz
Paco Jamandreu en mi mesa de luz Perdón por la calidad pero son capturas de pantalla. No hay bancos de imágenes con sus trabajos en cine
Entre tantas divas y estrellitas, una sobresalió del resto y lo catapultó a una fama inusitada. Se trata ni más ni menos que de Eva Duarte, quien lo contrató cuando comenzaba su vínculo con Perón y a la que vistió tanto en el mundo del espectáculo como en la vida política. 
"Vivía en Billinghurst y Santa Fe cuando recibí un llamado de Eva Duarte. En un principio no le di mayor importancia al asunto. (...) Me convenció la Bilbao que me dijo: - Esa chica tiene un destino que puede llevarla a la gloria o al infierno, tenés que ir hoy mismo, llámala. Fui al día siguiente, un sábado, la cita era a las 18 horas. Ella misma me abrió la puerta. Me pareció altísima y muy desteñida. Me impresionó su piel desde el primer día: blanca, transparente, increíble. He conocido muy pocas mujeres con una piel semejante, como de marfil. Era rubia, de pasos largos y muy decididos. Usaba unos pantalones de satén gris plata, un chemisier celeste y zapatos blancos con grandes plataformas de corcho. Que cache pensé en mis adentros. Su departamento me hizo acordar a las casas burguesas de mi pueblo. De entrada uno se topaba con un juego de comedor estilo 1940. No había detalles de buen gusto. Pero ella lo llenaba todo con su atracción (...) Perón, recostado en la cama, comía sándwiches de chorizo y tomaba vino. Confieso que de entrada me deslumbró su gran simpatía, con su enorme sonrisa.  -¿Así que vos sos el famoso Paco? Pero sos un pibe y haces modas para mujeres. Mira que te elegiste una muy difícil, ¿eh?. ¿Que te parece? ¿qué te parece Eva, con ella podrás lucirte, ¿no es cierto?". 
Paco Jamandreu en mi mesa de luz
"Yo vestí a Eva Perón al comienzo de mi carrera y al comienzo de la carrera política de ella. Después, durante algunos años no la vi. Comenzó a vestirse en París. Pero mientras la traté siempre tuve una extraña sensación frente a ella. Sentía que había dos Eva Perón: la muchacha dulce y buena a quien yo le dibujaba sus trajes, a quien le probaba, con quien bromeaba; y otra, totalmente diferente. Siempre he pensado que esa segunda Eva Perón estaba habitada por otro espíritu. Más de una vez he pensado que el espíritu de alguien se apoderaba de su cuerpo. A la primera le gustaban las cosas llamativas, no detalles pero sí muy llamativas, era muy femenina, muy suave. La otra era la que aparecía en los balcones de la casa de gobierno, la que hablaba a las multitudes en la Plaza de Mayo…". 
Paco Jamandreu en mi mesa de luz
Las anécdotas sobre su vida privada son intensas y expresan una mezcla de desparpajo y sensibilidad. Por un lado muestran al muchachito que lucha por vivir la sexualidad a pleno pese a las miradas ajenas y por el otro al habitante de la noche y los bajos fondos que se jacta de sus conquistas y desplantes. Un Jamandreu auténtico:
"Pero me sentía puro; quería gritarlo pero la voz me clavaba mil agujas en la garganta. Por eso, sin pensarlo dos veces, al despedir al muchacho de ojos claros y piel de seda que había dormido junto a mí en la angosta cama de la pensión de Córdoba y San Martín, me sentía feliz, feliz y vengado. Ahora sabía que la definición, en cualquier aspecto de la vida, es la base de la felicidad, o de lo que más se le parece: la tranquilidad". 
Confieso que voy recién por la mitad del libro, así que me falta toda la etapa post-peronismo, los 60's y 70's en Buenos Aires; de modo que seguramente las memorias me depararán muchos momentos inolvidables más. Pero quería compartir aquí estos fragmentos e imágenes para que si no lo hicieron aún, se adentren en el mundo de Paco Jamandreu y lo disfruten como yo. Aguardo sus comentarios, amig@s. Si llegaron hasta acá, si le dedicaron al post el tiempo necesario para leer todas estas líneas, seguro tendrán algo para sumar; me equivoco?

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