Compromís hace una oferta de última hora al PSOE para que quede claro que se está haciendo lo imposible en aras de alcanzar un gobierno de izquierda “a la valenciana”. 30 propuestas de mínimos y un gobierno de izquierda. Es una propuesta tomada in extremis, a la que le ha faltado un poco de discusión interna. Pero como se juega contra reloj, le piden a Baldoví que le presente esa posibilidad al Rey en su visita. Dicho y hecho. Y como ya casi no hay noticias, suenan las trompetas. Los partidos salen en tromba a contestar, no vaya a ser que este último movimiento les coloque en un lugar ingrato de cara a las presumibles elecciones.
Podemos acepta el reto y se pronuncia sin mucho problema: están de acuerdo en un programa de mínimos que se cumpla y sirva para formar gobierno. Parece que la cosa es más complicada de lo que es. Pero no. Por eso, Podemos insiste en que está a favor de un gobierno a la valenciana. En la línea de lo que viene manteniendo.
Pero el PSOE de Sánchez no tiene mucha libertad. Insiste en que sólo acepta mantener su acuerdo con Ciudadanos y oferta de nuevo una variante de “gran coalición”, esto es, un gobierno presidido por Sánchez integrado por tecnócratas y donde no esté Podemos. Con una moción de confianza a fin de plazo. Vamos, en el fondo igual que lo de Monti en Italia o lo de Papademos en Grecia. Goldman Sachs gobernando donde los partidos desaparezcan. Pedro Sánchez, desesperado porque nota la guadaña de su partido en su garganta, intenta salvarse como sea y se aferra a lo que pueda. Si hay nuevas elecciones, a ver cómo explica a sus votantes que se haya echado en brazos de Ciudadanos. Y un mal resultado, como parece que va a ser el caso, implicará su salida de la Secretaría General después de las elecciones. De perdidos al río, piensa Sánchez, y por eso insiste en mantener el acuerdo con Rivera. Nada nuevo, salvo el envoltorio de que los partidos desaparezcan y sean sustituidos por tecnócratas. Una vuelta de tuerca más en la decadencia de la democracia.
Si nos fijamos, todo sigue en donde estaba. Compromís queriendo no ir a las elecciones (que salen caras y pueden generar terremotos en el gobierno en Valencia). El “PSOE de Sánchez” buscando a la desesperada un gobierno que no sea vetado por “el PSOE no de Sánchez”, que es mayoría en el partido. Y por eso lee como le da la gana la propuesta de Compromís y la convierte en algo bien diferente. En vez de un gobierno de la izquierda, un gobierno de gran coalición con tecnócratas que contente a los que no quieren que nada cambie. Podemos insiste en decirle a Sánchez que haga un gobierno con la izquierda. Y Ciudadanos, queriendo limpiarse la “mancha” de haber pactado con el PSOE y que le quitará votos en caso de nuevas elecciones, pretende hacerse el digno diciendo que no está de acuerdo. Además, así nos distraemos de las informaciones que señalan al partido naranja como implicado en financiación ilegal o tocado por los papeles de Panamá.
En fin, se trata de un pequeño enredo de última hora que no sirve para gran cosa, salvo para distraernos. El PP sigue callado. Las torpezas del PSOE le vienen bien. Sigue abierta la posibilidad de que alguien tire de las orejas a los partidos del 78 (y a su nueva muleta naranja) y la gran coalición se sustancie. No es fácil, porque pasaría por la decapitación de Rajoy, y Rajoy no es solamente él, sino su grupo, enfrentado a muerte con el sector de los Sorayos. Estas cosas dejan su impronta. El plan de una gran coalición existe, pero no siempre es fácil convertir los planes en algo real. Todo parece apuntar a nuevas elecciones. Pero hasta el último minuto, cada quien va a pretender ejecutar su plan. Y los de los poderosos no se deben ignorar, pese a que parezcan difíciles. Tampoco los de los pequeños, aunque tenga contornos improvisados, como la propuesta de Compromís (que insiste en que un referéndum en Cataluña no es relevante, para que el PSOE pudiera escenificar el juego).
Comienza la nueva temporada de Juego de Tronos. Sabemos que muchos morirán y que alguno intentará resucitar. La legislatura de Rajoy deja una “boda roja” donde han caído personajes principales. Incluido Aznar, Rato y vaya usted a saber si no también Soraya Sáenz de Santamaría (caso Acuamed) o el propio Rajoy (arropado con una hilera interminable que va de Bárcenas a Rita Barberá). Pero todo son conjeturas. Que la realidad tiene más trampas que las películas. Y, sobre todo, el guión lo podemos escribir nosotros.