Publicado en ValenciaOberta.es
A nadie se le escapa que todo lo que antaño estaba en los libros, hoy está también en la red. Puedes entrar en cualquier buscador y agenciarte un montón de Cursos Online Masivos y Abiertos, MOOC por sus siglas en inglés, amén de papers, artículos, cursos, cursillos y la no siempre neutral Wikipedia. Información a raudales sobre cualquier asunto científico, cultural, social, humanístico o absurdo. De fácil acceso. Y gratuita.
Tampoco creo que haya dudas en que las personas somos distintas. Hombres, mujeres, altos, bajos, guapos y feos. Unos aprenden de una manera, otros de otra. Los hay que necesitan conocimiento estructurado. Los hay que lo entienden mejor picando de flor en flor. No descubro nada. Las personas somos distintas, desde el nivel genético invisible hasta la cara con la que salimos a enfrentarnos al sol de Levante. Es más, la misma persona es distinta en distintos momentos de su vida o incluso de su día a día. Yo hoy he dormido poco y estoy de un humor insoportable. Cuando duermo suelo ser la alegría de la huerta. Dato personal estúpido, pero ilustrativo.
Estando los conocimientos accesibles y existiendo la posibilidad de un acceso a los mismos fácilmente determinable por el usuario, que quiere adquirir estos conocimientos, uno que les escribe, adalid de la eficiencia – porque sin eficiencia no hay supervivencia de la especie humana ni de cualquier otra – no acaba de explicarse que diantres hace el intermediario en esta ecuación. Es del todo entendible que los padres, enfrascados en su día a día, para sacar adelante a sus vástagos, necesiten de una ayuda en el cuidado de la prole, mientras ellos ganan los cuartos con el sudor de la frente. Pero de ahí a que se les birle, por activa o por pasiva – no olvidemos que muchos desean ser birlados – la potestad de educar a sus hijos como a ellos les interese, media un océano de planes de estudio, estatalizados y estructurados, conformados para crear entes serviles.
La educación estatal tiene su génesis en la aberrante forma que tenían los espartanos de educar a sus niños. No existe parangón en la época, por lo que hasta en aquellos días es posible que se viera como algo excesivo. Los prusianos la estructuraron y modernizaron, única y exclusivamente para crear prusianitos nacionalistas y con un gran espíritu imperial o lo que es lo mismo fieles siervos de su majestad, el Emperador. Nada más. Y de allí viene lo que nos ofrecen hoy en día con ligeros matices. No se trata de promover ciudadanos capaces. Se trata de hacerlos serviles.
No se nos escapa, que como pilar fundamental en la vida de las personas, los conocimientos y la educación son algo básico. Así nos lo venden, y nos la ofrecen pública y de calidad. Del tipo prusiano, vaya. No obstante, si lo que interesa es que todo el mundo tenga acceso al conocimiento – cuantas veces, interesadas veces, confunden público con de acceso universal – no hay más que acercarse a un lugar donde se ofrezca wifi gratis. Allí tendrán toda la información del mundo al alcance de un click. Sin intermediarios. Ofrezcan, socialdemócratas míos, wifi gratis y creeré que les interesa el acceso al conocimiento. Lo del Pacto por la Educación, que todos los días aparece aquí y allá es, de nuevo, más Prusia, más Esparta, más niños educados todos igual, sin atender a sus necesidades, más padres aparcando a los niños, como si fueran una moto vieja, y haciendo dejación de sus funciones.
Un Pacto por la Educación, que de verdad piense en la educación, solo será creíble cuando eliminemos al intermediario ineficiente, al Estado y sus gobiernos. A los partidos políticos metomentodo. Un Pacto por la Educación solo puede ser viable dejando a los padres elegir totalmente donde y con quién dejan a sus hijos o qué tipo de educación quieren tener. Todo lo demás no es más que un pacto por un Nuevo Adoctrinamiento, Público y quién sabe de qué maldita calidad.
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