Revista Insólito

Padre Gago, que estás en los cielos

Publicado el 22 septiembre 2022 por Monpalentina @FFroi

(XIII) PADRE GAGO (*) QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Padre Gago, que estás en los cielos


Querido y recordado Padre Gago:

Recuerda que nos conocimos una tarde de 1952 en la celda de fray Benigno, el inicial Secretariado Pro Canonización del Beato Martín de Porres, donde yo comenzaba a ayudar al buen fraile en la apasionante aventura de hacer santo al mulatito limeño. Eras fray José Luis. Yo un crío con pantalón corto, tú un poco menos, aprendiz de filósofo con cara y aspecto de monaguillo grande e impoluto hábito dominicano. Y nuestra relación prosiguió al engancharte con las cosas de fray Martín, que convertimos en Fray Escoba. Y perduró hasta que nos dijiste adiós para ir a cantar, junto al coro celestial, los villancicos de tu época pamplonica. Allí te esperaba Angelines con tus entrañables padres Ángel y Eugenia y tus otros hermanos Domingo, Martín, Benigno y Merino.

Tengo mi "olla" a presión con tantos recuerdos y te los envío, como director de la emisora celestial junto al Espíritu Santo para quien montaste un despacho en la Cope.

¿Recuerdas cuando, en tu atardecer, retornaste a Valladolid y te visité sin avisar? Estabas celebrando Misa y me acerqué a recibir al Señor de tu mano. ¡Pusiste una expresión tan afectuosa! Me llegó tan hondo, que mis primeras gracias se las di al Jefe, por haberte puesto en mí camino y hacerme tanto bien con tus frenos, tu ayuda en momentos difíciles, el escucharme con tanta igualdad en el trato y tus consejos. Hay uno especial en presencia de Mila, también devota tuya, que procuro cumplir en medio de mi afición tardía por la escritura, que conocías y me animabas a continuar:

-"Todo eso está muy bien, Julián, pero no dejes el coro"

Así me decías que no dejara de atender a Mila y que ella siempre fuera lo más importante en mi vida, No ocurra como en el caso de los frailes que, cuando dejan de asistir al coro ¡malo!, la cosa siempre termina mal. Ella me lo tiene que recordar alguna vez pero, estate tranquilo, lo tengo muy presente, mucho más ahora con este avisito del coronavirus y el morrazo que acabo de pegarme. Recomienda al Padre ese problemón y ayuda a la buena gente que intenta frenar la dramática situación creada.

También recuerdo algo que tiene que ver con tu gran amor a la Madre Maestra, cuando estabas destinado en Palencia y nos embarcaste en tu programa radiofónico "Dominus tecum". Nos propusiste rezar el rosario desde aquel pequeño estudio que montaste y a las siete bajábamos del Secretariado para rezarlo por las ondas.

Aún me emociono de cuando falleció fray Benigno y me avisaste. Acudí a su funeral y me llevaste hasta el altar mayor con los frailes, para acompañaros, y después tuviste especial interés en que portara sus restos hasta despedirles en la plaza de San Pablo. Bien sabías lo que suponía para mí decir adiós a quien tanto luchó por ser un buen fraile. También quisiste que contara algunos recuerdos desconocidos con nuestro querido jefe en la revistilla de los Amigos de Fray Martín, que tú creaste e iniciabas con la editorial, permitiéndome entrar en ella con mi inventado seudónimo.

Cierro los ojos y veo tu eterna sonrisa, la paz que emanabas, el empapamiento de amor de Dios que transmitías, tu equilibrio emocional, palabras medidas, sencillez y saber estar, fino sentido del humor, delicadeza y continuo disculpar. Era una gozada escucharte y compartir tus experiencias. Qué bien te viene lo del Señor: "Pasó haciendo el bien", "Sed perfectos" y "Somos siervos inútiles. Lo que tenemos que hacer lo hemos hecho", reflejado en tu sentida humildad.

Recuerdo aún con emoción cuando supe de tu fallecimiento y me acerqué a Valladolid, para decirte ¡hasta pronto! Tras unos 50 años sin habernos visto, Margarita me reconoció, dejó a los que atendía y con mucho cariño reflejado en su cara me dijo:

-Tú eres Julián, el Secre. ¡Cuánto te quería José Luis! Hace unos días, como un regalo especial, me entregó tu libro del Tren Burra, que tanto le gustaba.

Y volvieron a acudir a mi cabeza gratos recuerdos de tu quehacer por nuestra Tierra, ahora tu segunda residencia, dónde tendrás que bajar con frecuencia para atender a los muchos que acudirán a ti.

Me sentí feliz al saber que la Asociación Padre Gago trabaja para que te den el divino reconocimiento y que, un buen día en tu San Pablo de Valladolid, un enviado papal proclame que estás en el cielo y que allí te tenemos como mediador. Ya lo creo así, a ti me encomiendo y me he llenado con los testimonios de los que te conocieron más profundamente que yo. También con la espléndida biografía que han escrito Salus y Solo. Expresivo título "La voz que aún resuena"! Y he vuelto a gozar de tu profundo pensamiento en tus "Encuentros con Fray Martín", tus "Miniaturas" y tus "Gracias, la última palabra", con los que tanto bien has hecho.

Ayuda a la Cope y a su gente, que eran como tu parroquia, para que sigan haciendo realidad el lema evangélico que quisiste infundirles: "La verdad os hará libres". Y haz caso a cuantos te pidan ayuda. No te hagas al remolón. Deja un poco de lado tu humildad e influye -ya que Arriba tienes vara alta-, para que podamos acudir a ti como al santo que fuiste. Muchos ya te consideramos como el santo de la Radio.

Te dejo en la paz de Dios, contemplando su rostro y sintiendo su Amor.

¡Qué suerte de tenerte allí!

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(*) El Padre José Luis Gago de Val, palentino, dominico y periodista, fue cofundador de la Cope y durante un fecundo tiempo su Director General. Falleció el 22 de Diciembre de 2012 y el 19 de Junio de 2021 se inició su Proceso de Beatificación. Para saber más sobre él pueden dirigirse a: "www.padregago.com" y "asociació[email protected]"

Padre Gago, que estás en los cielos

Una historia de Julián González Prieto


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