Revista Religión
Les transcribo un artículo sobre el PADRE GERARDO ALARCO titulado A LA TARDE TE EXAMINARÁN SOBRE EL AMOR (SAN JUAN DE LA CRUZ) escrito por el Por Felipe E. Mac Gregor, S.J. en ESPLENDOR, revista del Arzobispado de Lima en la década de los 90 del siglo XX.-----------------------Gerardo Alarco Larrabure en la tarde de su vida ha sido sometido a examen por el Padre Celestial, el único que nos juzga, según nos lo enseñó el Señor Jesús: "Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo sino para que el mundo por Él se salve" (Jn. 3, 17)El juicio que le pertenece al Hijo para que Jesús volverá al mundo es el juicio final, como profesamos en el Credo: "Ha de venir a juzgar a vivos y muertos…"Amar es buscar el bien de la persona amada. A Gerardo Alarco le ha examinado nuestro Padre Dios sobre cómo buscó el bien de las personas a quienes amaba.Durante casi cincuenta años he vivido muy de cerca de Gerardo Alarco, creo poder, respetuosamente, imaginar el examen: las preguntas de nuestro padre Dios, las respuestas de Gerardo Alarco y la sentencia del Padre CelestialA la pregunta: ¿Amaste a Dios? Respondió Gerardo: amo a Dios Padre Todopoderoso en cuyas manos bondadosas he puesto mi vida para que la guíe y la defienda del mal.
Amo a Jesucristo, Hijo Único de Dios y Hombre verdadero, lo conocía de niño, lo busqué de hombre y cuando nos encontramos e intimamos Él me llamó a compartir su sacerdocio para vivir entregado a los demás como Él.
El último período de mi vida lo he vivido en el Seminario de Santo Toribio con los seminaristas y sus formadores, compartiendo con ellos la alegría de nuestra vocación sacerdotal.
Amo al Espíritu Santo, quien procede del Padre y del Hijo, es santificador y vivificador; su acción y su misión para la que reparte sus dones es acercarnos a Dios, establecer la más íntima comunión con Dios, introducirnos en sus más íntimos secretos.
Así nos lo enseñó San Pablo: "Es precisamente exponemos, no con el lenguaje que enseña el saber humano sino con el Espíritu quien explica temas espirituales" (1 Cor. 11-12)
Preguntando por amor a la Iglesia, Gerardo, como Henri de Lubac, contestó: amo a la Iglesia como a mi madre, madre también de las generaciones futuras. Por esos sus hijos no podemos hacer ininteligible o desactualizado su mensaje aferrándonos a formulaciones o interpretaciones significativas para otras culturas pero incomprensibles hoy. En mi diálogo religioso siempre he buscado distinguir la forma del fondo.
En la intimidad – dominio en que Gerardo era maestro- y en las manifestaciones públicas su mensaje incidía en la distinción fundamental entre fondo y forma de la verdad revelada. El Credo nos dice que Dios es creador… la Sagrada Escritura habla de siete días de la creación, una formulación significativa en otro contexto histórico y científico de la verdad de Dios creador.
Gerardo oyó atento el llamado de la unidad surgido del corazón de Cristo en la Última Cena "para que todos sean uno". Gerardo fue entre nosotros, cristianos peruanos, un precursor del Ecumenismo al que el Papa Juan Pablo II acaba de dedicar su Encíclica "ut unum sint"
Preguntado por el amor a su familia, sus padres, sus hermanos, sus sobrinos, no sólo reiteró su amor sino que se remitió a su vida, cercana a sus familiares cuyo bien buscaba; su noble manera de amar era cercanía y distancia por respeto a los diferentes temperamentos, preferencias, ocupaciones o distracciones de sus familiares.
Preguntado por su amor a la Universidad Católica respondió con el testimonio de su vida… Fui Secretario de la Facultad de Ingeniería, cuando el ingeniero Remy, amigo de mi familia era Decano. Desde entonces, 1933, hasta mis últimos días he estado asociado a la vida, las alegrías y tristezas de la Universidad.
Un paréntesis de mi dedicación a la Universidad Católica fueron los años de mi formación sacerdotal en Chile y en Francia. Al volver ya sacerdote, la obediencia a mi obispo me señaló como campo de trabajo la Universidad Católica, obediencia fácil por mi sintonía espiritual y mi amor al P. Jorge y a la Universidad Católica, su obra predilecta. Trabajé en la Secretaría general (1945), cerca de hombres como Javier Correa Elías, José Dammert Bellido, o ex alumnos como Ernesto Alayza Gruñid quienes amaban profundamente a la Universidad Católica.
Acompañé los últimos meses de la vida del P. Jorge como encargado del Rectorado cuando partió hacia la casa del Padre del Cielo.
Desde entonces dos veces (1947 y 1952) me propusieron como candidato a Rector; he servido donde la Universidad me ha llamado, Decano, Secretario General, catedrático de Filosofía, etc. Sobre todo, he servido ayudando a la maduración de la fe y crecimiento de la vida de Dios en centenares de profesores y alumnos.
La sentencia de nuestro buen Padre Dios ratifica y enaltece el amor agradecido de quienes compartimos con Gerardo tantas cosas. Entre esas cosas compartidas destaca nuestro inmenso amor a la Universidad Católica.
PARA SABER MÁSGerardo Alarco Larrabure (1907 -1996) Apuntes biográficosLuis Bacigalupo El 23 de abril de 1996 falleció en Lima, a los 89 años, el padre Gerardo Alarco Larrabure, profesor de filosofía medieval de la mayoría de los miembros del comité editorial de Areté. Estos apuntes biográficos, que se limitan a su formación intelectual hasta su retorno de Europa al Perú en 1945, pretenden ser un homenaje a su persona y una muestra de gratitud por su labor docente. http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/arete/article/view/5209
Amo a Jesucristo, Hijo Único de Dios y Hombre verdadero, lo conocía de niño, lo busqué de hombre y cuando nos encontramos e intimamos Él me llamó a compartir su sacerdocio para vivir entregado a los demás como Él.
El último período de mi vida lo he vivido en el Seminario de Santo Toribio con los seminaristas y sus formadores, compartiendo con ellos la alegría de nuestra vocación sacerdotal.
Amo al Espíritu Santo, quien procede del Padre y del Hijo, es santificador y vivificador; su acción y su misión para la que reparte sus dones es acercarnos a Dios, establecer la más íntima comunión con Dios, introducirnos en sus más íntimos secretos.
Así nos lo enseñó San Pablo: "Es precisamente exponemos, no con el lenguaje que enseña el saber humano sino con el Espíritu quien explica temas espirituales" (1 Cor. 11-12)
Preguntando por amor a la Iglesia, Gerardo, como Henri de Lubac, contestó: amo a la Iglesia como a mi madre, madre también de las generaciones futuras. Por esos sus hijos no podemos hacer ininteligible o desactualizado su mensaje aferrándonos a formulaciones o interpretaciones significativas para otras culturas pero incomprensibles hoy. En mi diálogo religioso siempre he buscado distinguir la forma del fondo.
En la intimidad – dominio en que Gerardo era maestro- y en las manifestaciones públicas su mensaje incidía en la distinción fundamental entre fondo y forma de la verdad revelada. El Credo nos dice que Dios es creador… la Sagrada Escritura habla de siete días de la creación, una formulación significativa en otro contexto histórico y científico de la verdad de Dios creador.
Gerardo oyó atento el llamado de la unidad surgido del corazón de Cristo en la Última Cena "para que todos sean uno". Gerardo fue entre nosotros, cristianos peruanos, un precursor del Ecumenismo al que el Papa Juan Pablo II acaba de dedicar su Encíclica "ut unum sint"
Preguntado por el amor a su familia, sus padres, sus hermanos, sus sobrinos, no sólo reiteró su amor sino que se remitió a su vida, cercana a sus familiares cuyo bien buscaba; su noble manera de amar era cercanía y distancia por respeto a los diferentes temperamentos, preferencias, ocupaciones o distracciones de sus familiares.
Preguntado por su amor a la Universidad Católica respondió con el testimonio de su vida… Fui Secretario de la Facultad de Ingeniería, cuando el ingeniero Remy, amigo de mi familia era Decano. Desde entonces, 1933, hasta mis últimos días he estado asociado a la vida, las alegrías y tristezas de la Universidad.
Un paréntesis de mi dedicación a la Universidad Católica fueron los años de mi formación sacerdotal en Chile y en Francia. Al volver ya sacerdote, la obediencia a mi obispo me señaló como campo de trabajo la Universidad Católica, obediencia fácil por mi sintonía espiritual y mi amor al P. Jorge y a la Universidad Católica, su obra predilecta. Trabajé en la Secretaría general (1945), cerca de hombres como Javier Correa Elías, José Dammert Bellido, o ex alumnos como Ernesto Alayza Gruñid quienes amaban profundamente a la Universidad Católica.
Acompañé los últimos meses de la vida del P. Jorge como encargado del Rectorado cuando partió hacia la casa del Padre del Cielo.
Desde entonces dos veces (1947 y 1952) me propusieron como candidato a Rector; he servido donde la Universidad me ha llamado, Decano, Secretario General, catedrático de Filosofía, etc. Sobre todo, he servido ayudando a la maduración de la fe y crecimiento de la vida de Dios en centenares de profesores y alumnos.
La sentencia de nuestro buen Padre Dios ratifica y enaltece el amor agradecido de quienes compartimos con Gerardo tantas cosas. Entre esas cosas compartidas destaca nuestro inmenso amor a la Universidad Católica.
PARA SABER MÁSGerardo Alarco Larrabure (1907 -1996) Apuntes biográficosLuis Bacigalupo El 23 de abril de 1996 falleció en Lima, a los 89 años, el padre Gerardo Alarco Larrabure, profesor de filosofía medieval de la mayoría de los miembros del comité editorial de Areté. Estos apuntes biográficos, que se limitan a su formación intelectual hasta su retorno de Europa al Perú en 1945, pretenden ser un homenaje a su persona y una muestra de gratitud por su labor docente. http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/arete/article/view/5209
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